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Tantra, eyaculación precoz y disfunción eréctil

Consulta: Quisiera preguntar la opinión del Tantra sobre la eyaculación precoz y la enfermedad de la disfunción eréctil y los medios que el Tantra da para solucionarlo.

R:

En primer lugar habría que decir que no existe lo que la medicina alopática, la medicina convencional, llama la enfermedad de disfunción eréctil. Por lo normal, salvo casos de deformaciones fisiológicas u otras anomalías orgánicas, no existe tal enfermedad. La medicina alopática considera al ser humano como un mecano hecha de piezas no relacionadas, y de esta manera trata a cada una de esas piezas por separado, sin reparar en su interrelación, en el todo que realmente es el ser humano. La medicina normal, así como la psicología materialista, considera al ser humano únicamente como un cuerpo a merced de no se sabe qué fuerzas exteriores y no explicables, sobre las cuales él no tiene ningún tipo de poder ni responsabilidad. De esta forma, sólo se buscan soluciones mecánicas y ante la pregunta de las causas sólo se responde con un negligente encogimiento de hombros. Si consideramos que sólo somos un cuerpo este panorama es, efectivamente, real.  Si somos ese triste panorama que nos pinta la ciencia oficial, efectivamente el cuerpo tiene todo el poder. Estamos entonces en manos de algo autónomo y “caprichoso”, frente a lo cual lo único que podemos hacer es tomar viagra, someternos a extrañas operaciones o prótesis para alargar el pene o solucionar la falta de erección, o como se practica comúnmente, intentar solucionar las cosas a base de medicinas mágicas que vuelven loco a nuestros sistemas y por ende acentúan mucho más sus desequilibrios. No se puede hacer nada….

Según la visión del Tantra, del Yoga y de todas las visiones transcendentes del ser humano, el cuerpo no tiene el poder… El cuerpo es un mero reflejo de lo que está más allá, de una realidad subyacente formada por la conciencia, la mente, que forma el cuerpo energético. Lo que realmente existe, no es la enfermedad del cuerpo. Lo que realmente existe es la neurosis de la mente y el desequilibrio emocional en el que el ser humano vive, por lo general, de forma continuada. La indisciplina, que es el sino de nuestra época y en general de la historia del ser humano. La indisciplina, o falta de responsabilidad, en cuanto al comer, en cuanto al hablar, en cuanto al respirar, en cuanto al pensar. En el Tantra el hombre aprende a controlar y hacerse consciente de su energía, a sanar su compulsividad mental, a entregarse. Cuando un hombre hace el trabajo de aprender a silenciar su mente, de desconectarla de todas esas imágenes pornográficas que la inundan, de desconectar su sexualidad del mero impulso genital, es decir, cuando un hombre emprende el camino de sanar su mente y su sexualidad, entonces puede acceder a otro mundo, que es el que el Tantra enseña. En ese otro mundo no existe la eyaculación precoz, porque ya no existe una mente que se anticipa continuamente. Ya no existe ningún objetivo al que llegar al hacer el amor, más que el de venerar a lo femenino, a la diosa encarnada en la mujer que está delante. El orgasmo deja de ser importante y de monopolizar el desenlace de la experiencia sexual, como si de un dios tiránico se tratase. Al no haber lugar al que llegar, ya no tiene sentido el miedo por no llegar. Puede existir entonces una mente tranquila que permite vivir el sentir del momento, sin añadirle nada. En ese otro mundo ya no existe el problema de la impotencia, o la “disfunción eréctil”, pues ya no existe el miedo. El hombre ya no tiene que “penetrar” a la mujer, por lo que ya no necesita “potentes erecciones” que garanticen el éxito de esa semiviolación. En el mundo tántrico las cosas funcionan de distinta manera. Como decía, el hombre ya no “penetra” a la mujer, sino que más bien, llama a su puerta, y cuando ambos, hombre y mujer, están en equilibrio, la inteligencia natural del cuerpo se pone en funcionamiento. Ya no tenemos entonces que preocuparnos por nuestra erección. Ya no tenemos que demostrar nada, simplemente dejar que la magia del cuerpo actué. Cuando el lingan (pene) del hombre vaciado de compulsividad, de emocionalidad y de miedo, reconoce la energía del yoni (vagina) de la mujer que se entrega, no importa su estado eréctil anterior, automáticamente entrará en erección, pero no debido a un acto mental o excitatorio arduamente planificado, sino a la manifestación de la simple verdad de la danza de lo femenino y lo masculino, plasmado en esos dos cuerpos que se unen y se entregan el uno al otro.

 

 

 

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