Tantra
Nueva Tierra
Preguntas y Respuestas
Sobre la vía de la renuncia y la tentación
Consulta:
El otro día estuve en una
conferencia de un espiritualista y planteó la renuncia al mundo, y sobre todo a
la sexualidad, como la vía para llegar al Espíritu. Siempre que oigo esto me
suena que es el hombre el que está hablando para el hombre, que la mujer es otra
vez como la tentación de la manzana de Eva. Se que el Tantra tiene una visión
diferente de esto. ¿Podrías explicar cuál es esa visión del Tantra sobre la
sexualidad y la renuncia?.
R:
LA NOVELA DEL MUNDO – LA TENTACIÓN DE LO
FEMENINO
Todo este mundo ha sido creado por el hombre, o mejor, por la mente masculina,
por el hemisferio izquierdo. Todas las religiones y todos los caminos
espirituales con muy pocas excepciones (el Tantra, algunas vías chamánicas o
místicas como el Sufismo…) han sido concebidos por esa mente masculina, incluso
el yoga.
Lo que ha pasado es claro: la mente masculina, el hemisferio izquierdo,
analítico, conceptual, comienza a “ver” el mundo y se empieza a hacer preguntas
de porqué, de qué es, de quién soy yo. Hasta aquí todo bien…
Y empieza entonces a darse cuenta de que el mundo material no es sólo lo que
hay. Que hay otra realidad aparte y que esa realidad también somos nosotros. Es
más, que esta realidad es una fabricación, reflejo de lo otro, es maya, ilusión,
en el sentido de carente de existencia por sí misma. Y le pone un nombre a esa
otra realidad: le llama Dios, Krisna, Espíritu, etc.
Y ahí comienza la locura. La mente masculina decide que quiere ir a eso que está
más allá, y en su visión parcial y separativista (hemisferio izquierdo), designa
el mundo material como opuesto adonde quiere ir. Por lo tanto, y desde esa
visión de separatividad de una cosa de la otra, comienza ya a fabricar
doctrinas, religiones, vías espirituales. A “canalizar” textos sagrados, en sus
múltiples formas y tradiciones, que, entre grandes dosis también de sabiduría y
de visión de la realidad del universo, de alguna forma siempre confirman su
visión: tienes que rechazar la tierra, apartarte del mundo, para ir hacia Mi (el
Espíritu). Y entonces lo masculino decide cual es la vía: la renuncia, el retiro
de este mundo. Y desde esa decisión, por supuesto, esa mente conceptual del
hemisferio izquierdo, empieza a fabricar ya una serie de normas de
comportamiento, normas morales que condenan (pecado) un lado “en aras” de lo
otro. La demencia (esquizofrenia) del mundo ha comenzado.
Y en esa esquizofrenia recién creada, esa mente de lo masculino se encuentra con
algo que le contradice: lo femenino, y su mayor representante aquí en la tierra,
la mujer. Se encuentra entonces con que, a pesar de toda su lógica dualista de
que la materia es opuesta al espíritu, la materia le atrae poderosamente, y
sobre todo cuando ve esa fuerza de la materia plasmada en la maravillosa energía
y formas femeninas, en la mujer.
Así que, asustada tremendamente por su propia contradicción, esa mente del
hemisferio izquierdo no tiene más remedio que llegar a una conclusión: lo
femenino, y por supuesto la sexualidad, como la fuerza subyacente de atracción,
es la TENTACIÓN, lo que le desvía del camino.
La mujer se convierte entonces en la representante del mal, en la tentación que
puede apartar a esa mente masculina del objetivo que ella misma ha decidido:
escapar del mundo.
Todo este es el esquema que subyace a nuestro mundo, a toda nuestra civilización
humana desde hace miles de años, ya sea en oriente, como en occidente. Sólo
algunas vías fueron ajenas a este tipo de demencia. Y por supuesto, perseguidas
o marginadas. Y el Tantra fue una de estas vías.
El Tantra se remonta al origen de los tiempos y es, de hecho, el padre del yoga.
Toda la visión actual de la Nueva Era, todo eso que hemos oído innumerables
veces, “que el cielo es igual que la tierra”, “que lo de arriba es igual que lo
de abajo”, “que el microcosmos contiene al macrocosmos”, es ni más ni menos que
la visión del Tantra. La visión actual de la Nueva Era viene como producto y
síntesis de diversas vías de experiencia de la realidad, cuya confluencia se ha
producido, o se tenía que producir inevitablemente en esta era: el Tantra Yoga,
el Budhismo, la Psicología occidental, la ciencia occidental (especialmente la
Física Cuántica) y algunas otras vías místicas como el chamanismo tolteca o el
Sufismo.
El Tantra vio el mundo con la mirada de la unidad: la síntesis del hemisferio
izquierdo y el derecho, lo masculino y lo femenino, reconociendo que lo femenino
es lo que realmente daba el poder, la visión holística, para salir de la locura
de una mente anclada a la visión masculinizante del mundo. Lo femenino, con
todas sus connotaciones, dejó por lo tanto de ser “el peligro”. Todo lo
contrario, lo femenino, se convirtió en la clave, siendo, de hecho, el Tantra
mencionado muchas veces como “la vía del culto a lo femenino”.
Desde la perspectiva del Tantra, no hay “tentación”, ni por supuesto pecado en
el mundo material. Sólo hay niveles de conciencia y de experimentar esa realidad
que es también Dios. Podemos experimentar la materia desde nuestra conciencia
animal (supervivencia, ataque, defensa), desde nuestra conciencia emocional
(culpa, dependencia emocional, posesividad), desde nuestra conciencia mental
humana (mente conceptual y analítica, separatividad, poder de manipular y
controlar), o también podemos experimentar la materia desde nuestra conciencia
espiritual (4º chakra – corazón, unidad). Lo mismo con la sexualidad, como
energía primordial unida a la manifestación del universo. Podemos vivir nuestra
sexualidad desde la conciencia animal y emocional (1º y 2º chakra), desde
nuestra conciencia mental (3er chakra), o llevar nuestra sexualidad hacia la
experiencia de la unión (4º chakra – espiritualidad).
Sólo nuestra ignorancia y temor nos ha hecho, y nos sigue haciendo, ver peligro
en la sexualidad y en la materia, y por supuesto, siempre esa es una visión de
la mente masculina, se manifieste a través de un hombre o de una mujer.
No hay enemigos. No hay ningún lugar a donde ir.
“La Illaha ill’Allah” decía los sufíes. Sólo existe Dios, nada más que Dios.
Dios es todo, materia y espíritu, amor y sexo, cuerpo y alma.
Om Namah Sivaya!
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