Escuchar en voz Lección 130 La percepción es congruente. Lo que ves refleja lo que
piensas. Y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver.
Tus valores determinan esto, pues no puedes sino desear ver aquello que
valoras, al creer que lo que ves existe realmente. Nadie puede ver un
mundo al que su mente no le haya conferido valor. Y nadie puede dejar de
ver lo que cree desear. Sin embargo, ¿quién puede odiar y al mismo tiempo
amar?. ¿Quién puede anhelar aquello que él no desea que sea real?. ¿Quién
puede elegir ver un mundo del que tiene miedo?. El miedo no puede sino
cegar, pues ésta es su arma: que no puedes ver aquello que temes ver. El
amor y la percepción, por lo tanto, van de la mano, pero el miedo oculta
en las tinieblas lo que se encuentra ahí. ¿Qué puede, entonces, proyectar el miedo sobre el
mundo?. ¿Qué puede verse en las tinieblas que sea real?. La verdad se ve
eclipsada por el miedo, y el resto es todo imaginado. Mas ¿que puede ser
real en las ciegas imaginaciones nacidas del pánico?. ¿Qué es lo que
quieres para que sea esto lo que se te muestra?. ¿Qué ibas a querer
conservar de un sueño así?. El miedo ha dado lugar a todo lo que crees ver, a toda
separación, a todas las distinciones y a la multitud de diferencias que
crees que configuran el mundo. Ninguna de estas cosas existe. El enemigo
del amor las inventó. Mas el amor no puede tener enemigos, de modo que
no tienen fundamento, existencia o consecuencia alguna. Se les puede
atribuir valor, pero siguen siendo irreales. Se puede ir en pos de
ellas, mas no se pueden hallar. Hoy no iremos en su busca ni
desperdiciaremos el día buscando lo que no se puede hallar. Es imposible ver dos mundos que no tienen nada en
común. Si vas en pos de uno, el otro desaparece. Sólo uno de ellos puede
permanecer. Ambos constituyen la gama de alternativas que tienes ante
ti, más allá de la cual no hay nada que puedas elegir. Lo real y lo
irreal son las únicas alternativas entre las que puedes elegir. No hay
ninguna otra. Hoy intentaremos no transigir allí donde es imposible
hacerlo. El mundo que ves es la prueba de que ya has elegido algo que es
tan completamente abarcador como lo es su opuesto. Lo que deseamos
aprender hoy es algo más que la simple lección de que no puedes ver dos
mundos. Esta lección enseña también que el mundo que ves es
completamente congruente desde el punto de vista desde el que lo
contemplas. Es un solo bloque porque procede de una sola emoción, y su
origen se ve reflejado en todo lo que ves. En seis ocasiones hoy, llenos de gratitud, dedicaremos
gustosamente cinco minutos al pensamiento que pone fin a toda
transigencia y a toda duda, y las transcenderemos todas como si de una
sola se tratase. No haremos miles de distinciones sin sentido, ni
intentaremos conservar una pequeña porción de la irrealidad cuando
consagremos nuestras mentes a hallar sólo lo que es real. Comienza tu búsqueda del otro mundo pidiendo que se te
conceda una fortaleza superior a la tuya, y reconociendo qué es lo que
persigues. No deseas más ilusiones. Y te preparas para esos cinco
minutos vaciando tus manos de todos los vanos tesoros de este mundo.
Esperas la ayuda de Dios, según dices: Es imposible ver dos mundos. Permítaseme aceptar la fortaleza que Dios me ofrece y
no ver valor alguno en este mundo, para así poder hallar mi libertad y
mi salvación. Dios estará allí pues habrás invocado el formidable e
infalible Poder que, lleno de gratitud, dará este gigantesco paso
contigo. No dejarás de advertir Su agradecimiento expresado en una
percepción tangible y verdadera. No dudarás de lo que contemples, pues
aunque se
trate de una percepción, no se trata de una de la que tus ojos
por si solos hayan visto jamás. Y sabrás que la fortaleza de Dios te
respaldó cuando tomaste esta decisión. Rechaza hoy de inmediato cualquier tentación que se
presente, recordando simplemente la gama de tus alternativas, Pues lo
que ves, y lo único que ves, es lo irreal o lo real, lo falso o lo
verdadero. La percepción es congruente con tu elección, y según elijas,
experimentarás el Cielo o el infierno. Acepta una pequeña parte del infierno como real, y
habrás condenado tus ojos y maldecido tu vista, y lo que contemples será
ciertamente el infierno. No obstante, la liberación que te ofrece el
Cielo sigue estando a tu alcance como una de las alternativas que puedes
elegir para que ocupe el lugar de todo lo que el infierno quiere
mostrarte. Lo único que necesitas decirle a cualquier parte del
infierno, sea cual sea la forma que adopte, es esto: Es imposible ver dos mundos. Lo único que deseo es mi libertad y mi salvación, y
esto no forma parte de lo que quiero.
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