Escuchar en voz Lección 138 En este mundo,
el Cielo es algo que se elige porque en este mundo se cree que hay
alternativas entre las que se puede elegir. Pensamos que todas las cosas
tienen un opuesto y que elegimos lo que queremos. Si el Cielo existe
tiene que haber también un infierno, pues es mediante contradicciones
como construimos lo que percibimos y lo que pensamos que es real. Elegir es
obviamente la manera de poder escapar de lo que aparentemente son
opuestos. Tomar una decisión permite que uno de los objetivos en
conflicto se convierta en la mira de tus esfuerzos y en lo que empleas
el tiempo. Si no tomas una decisión, desperdicias el tiempo y tus
esfuerzos se disipan. Éstos son en vano y el tiempo pasa de largo sin
que te resulte provechoso. No tienes la sensación de haber logrado algo,
pues no has conseguido nada ni aprendido nada. Es necesario
que se te recuerde que aunque crees enfrentarte a miles de alternativas,
en realidad sólo hay una. E incluso ésta tan sólo aparenta ser una
alternativa. No te dejes confundir por todas las dudas que una miríada
de decisiones produciría. Tomas solamente una. Y una vez que la has
tomado, percibes que no fue una decisión en absoluto, pues sólo la
verdad es verdad y nada más lo es. No hay opuesto que se pueda elegir en
su lugar. No hay nada que pueda contradecir la verdad. Toda decisión
está basada en lo que se ha aprendido. Y la verdad no es algo que se
pueda aprender sino tan sólo reconocer. En este reconocimiento reside su
aceptación, y al aceptarse, se conoce. Mas el conocimiento se encuentra
más allá de los objetivos que nos proponemos enseñar dentro del marco de
este curso. Nuestros objetivos son objetivos de enseñanza que se logran
al aprender cómo alcanzarlos, qué son y qué te ofrecen. Tus decisiones
son el resultado de lo que has aprendido, pues se basan en lo que has
aceptado como la verdad con respecto a lo que eres y a lo que son tus
necesidades. Así pues, hoy
comenzamos a examinar la decisión que el tiempo tiene como fin ayudarnos
a tomar. Tal es su santo propósito, diferente ahora del que tú le habías
conferido: ser un medio para demostrar que el infierno era real, que
toda esperanza acaba en desesperación y que la vida misma finalmente
sucumbirá ante la muerte. Pues sólo con la muerte se reconcilian los
opuestos, ya que poner fin a la contradicción es morir. Y así, se
considera que la salvación es la muerte, pues la vida se ve como un
conflicto. Resolver el conflicto es, por lo tanto, poner fin a tu vida. Estas
creencias descabelladas pueden llegar a arraigarse profundamente y de
manera inconsciente, y atenazar a la mente con un terror y una ansiedad
tan intensos que le resulta imposible abandonar las ideas que tiene
acerca de su propia seguridad. Tiene que ser salvada de la salvación,
sentirse amenazada para estar a salvo y armarse de una coraza mágica que
la proteja de la verdad. Y estas decisiones se toman de manera
inconsciente para mantenerlas convenientemente protegidas y para que no
se puedan cuestionar, someter al escrutinio de la razón o dudar de
ellas. El Cielo es
algo que se elige conscientemente. La elección no puede llevarse a cabo
hasta que no se hayan visto y entendido claramente las alternativas.
Todo lo que se encuentra velado en la penumbra tiene que someterse al
entendimiento para ser juzgado nuevamente, mas esta vez con la ayuda del
Cielo. Y todos los errores de juicio que la mente cometió previamente
pueden ser ahora corregidos, a medida que la verdad los descarta por
carecer de causa. Ahora no tienen efectos. No se pueden ocultar, pues se
ha reconocido su insustancialidad. Que el Cielo
se elegirá conscientemente es tan seguro como que se dejará de tenerle
miedo al infierno una vez que se le saque de su escudo protector de
inconsciencia y se le lleve ante la luz. ¿Quién podría decidir entre lo
que ve claramente y lo que no reconoce? Por otra parte, ¿quién podría
dejar de elegir entre dos alternativas si ve que sólo una de ellas es
valiosa y que la otra carece de valor al no ser más que una fuente
imaginaria de culpabilidad y de dolor? ¿Quién podría titubear al llevar
a cabo una elección como ésa? ¿Y vamos nosotros acaso a titubear hoy al
llevarla a cabo? Al despertar
nos decidimos por el Cielo, y dedicamos cinco minutos a asegurarnos de
que hemos tomado la única decisión que es cuerda. Reconocemos que
estamos haciendo una elección consciente entre lo que existe y lo que
tan sólo aparenta ser verdad. Mas cuando se lleva ante la luz de lo que
es real, se ve cuán frágil y transparente es su pseudo-existencia. Ahora
no inspira terror, pues lo que se hizo enorme, vengativo y despiadado de
tanto odio, necesita de la oscuridad para dar cobijo al miedo. Ahora se
reconoce que no fue más que un error trivial y sin importancia.
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