Escuchar en voz Lección 155 Hay una manera de vivir en el mundo que no es del
mundo, aunque parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque si sonríes
mucho más a menudo. Tu frente se mantiene serena; tus ojos están
tranquilos. Y aquellos que caminan por el mundo con la misma actitud que
tú reconocen en ti a alguien semejante a ellos. No obstante, los que aún
no han percibido el camino también te reconocerán y creerán que eres
como ellos, tal como una vez lo fuiste. El mundo es una ilusión. Aquellos que eligen venir a
él andan buscando un lugar donde poder ser ilusiones y así escapar su
propia realidad. Mas cuando se dan cuenta de que su realidad se
encuentra incluso aquí, entonces se hacen a un lado y dejan que ésta les
muestre el camino. ¿Que otra alternativa tienen realmente? Dejar que las
ilusiones vayan delante de la verdad es una locura. Mas dejar que las
ilusiones se rezaguen detrás de la verdad y que ésta se alce como lo que
es, es simplemente muestra de cordura. Ésta es la sencilla elección que hoy llevaremos a
cabo. La demente ilusión permanecerá de manifiesto por un tiempo para
ser contemplada por aquellos que eligieron venir y que aún no han
experimentado el regocijo de descubrir que se equivocaron al decidir.
Ellos no pueden aprender directamente de la verdad, puesto que la han
negado. Y así, tienen necesidad de un Maestro que pueda percibir su
demencia, pero que pueda ver también más allá de la ilusión la simple
verdad que mora en ellos, Si la verdad exigiese que renunciasen al mundo, les
parecería como si se les estuviese pidiendo que sacrificasen algo que es
real. Muchos han elegido renunciar al mundo cuando todavía creían que
era real. y como resultado de ello se han visto abatidos por una
sensación de pérdida, y, consecuentemente, no se han liberado. Otros no
han elegido otra cosa que el mundo, y su sensación de pérdida ha sido
aún mayor, lo cual no han sido capaces de entender. Entre estas dos sendas hay un camino que conduce más
allá de cualquier clase de pérdida, pues tanto el sacrificio como la
privación se abandonan de inmediato. Éste es el camino que se te pide
recorrer ahora. Caminas por esta senda tal como otros lo hacen, mas no
pareces ser distinto de ellos, aunque ciertamente lo eres. Por lo tanto,
puedes ayudarlos al mismo tiempo que te ayudas a ti mismo, y encauzar
sus pasos por el camino que Dios ha despejado para ti y para ellos, a
través de ti. La ilusión aún parece estar ceñida a ti, a fin de que
puedas comunicarte con ellos. Sin embargo, ha retrocedido. Y no es de
ilusiones de lo que te oyen hablar, ni son ilusiones lo que les
presentas para que sus ojos las vean y sus mentes las entiendan. La
verdad, que va delante de ti, tampoco puede hablarles a través de
ilusiones, pues este camino conduce ahora más allá de la ilusión, y
mientras sigues adelante los llamas para que te sigan. Todos los caminos conducen finalmente a éste. Pues el
sacrificio y la privación son sendas que no llevan a ninguna parte,
decisiones que conducen al fracaso, así como metas que jamás se podrán
alcanzar. Todo esto retrocede a medida que la verdad se alza en ti para
que conduzcas a tus hermanos lejos de los caminos de la muerte y los
encamines por la senda de la felicidad. Su sufrimiento es pura ilusión.
Sin embargo, necesitan un guía que los ayude a escapar de ella, pues
confunden las ilusiones con la verdad. Tal es la llamada de la salvación. Te pide que aceptes
la verdad y permitas que vaya delante de ti alumbrando la senda que te
rescata de lo ilusorio. No se trata de un rescate que tiene un precio,
pues no cuesta nada. Al contrario, sólo te aporta ganancias. Las
ilusiones tan sólo dan la impresión de mantener al santo Hijo de Dios
encadenado. Es únicamente de las ilusiones de lo que se le salva. A
medida que éstas retroceden, él se vuelve a encontrar a sí mismo. Camina seguro ahora, pero con cuidado, ya que esta
senda es nueva para ti. Puede que descubras que aún te sientes tentado
de ir delante de la verdad y de dejar que las ilusiones sean tu guía. Se
te dieron tus santos hermanos para que siguiesen tus pasos conforme tú
caminas seguro de tu propósito hacia la verdad. Esta va delante de ti
ahora, para que ellos puedan ver algo con lo que poder identificarse,
algo que entiendan que les señale el camino. Al final de la jornada, no obstante, no habrá brecha
ni distancia alguna entre la verdad y tú. y todas las ilusiones que
marchaban por el mismo camino que tú recorres se alejarán de ti, y no
quedará nada que mantenga a la verdad separada de la compleción de Dios,
la cual es tan santa como Él Mismo. Hazte a un lado con fe y deja que la
verdad te muestre el camino. No sabes adónde vas. pero Uno que sabe te
acompaña. Deja que Él te guíe junto con los demás. Cuando los sueños se hayan acabado, cuando el tiempo
haya cerrado sus puertas a todo lo pasajero y los milagros ya no tengan
objeto, el Hijo de Dios no emprenderá más jornadas. Ya no tendrá ningún
deseo de ser una ilusión en vez de la verdad. Hacia esto es hacia lo que
nos encaminamos, a medida que seguimos adelante por el camino que la
verdad nos señala. Ésta es nuestra jornada final la cual llevamos a cabo
por todos. No perdamos el rumbo. Pues así como la verdad va delante de
nosotros, también va delante de los hermanos que nos seguirán. Nos encaminamos hacia Dios. Haz una pausa y reflexiona
sobre esto: ¿Qué camino podría ser más santo, más merecedor de tus
esfuerzos, de tu amor y de tu absoluta dedicación? ¿Que camino podría
darte más de lo que es todo, u ofrecerte menos y aún así satisfacer al
santo Hijo de Dios? nos encaminamos hacia Dios. La verdad que va delante
de nosotros es una con Él ahora, y nos conduce allí donde Él siempre ha
estado. ¿Que otro camino sino éste podría ser una senda que quisieses
elegir? Tus pies ya están firmemente asentados en el camino
que conduce al mundo hasta Dios. No busques otros caminos que parezcan
llevar a otra parte. Los sueños no son guías dignos de ti que eres el
Hijo de Dios. No olvides que Él te ha tomado de la mano, y te ha dado
tus hermanos con la confianza de que eres merecedor de la Confianza que
Él ha depositado en ti. Él no puede ser engañado. Su Confianza ha hecho
que tu trayectoria sea indudable y tu meta segura. No les fallarás a tus
hermanos ni a tu Ser. Y ahora sólo te pide que pienses en Él por un rato
cada día, para que pueda dialogar contigo y hablarte de Su Amor,
recordándote cuán grande es Su Confianza, cuán infinito Su Amor. En tu
nombre y en el Suyo, que son el mismo, gustosamente practicamos con este
pensamiento: Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino, pues deseo
recorrer el camino que me conduce hasta Él.
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