Escuchar en voz Lección 159 Nadie
puede dar lo que no ha recibido. Para dar algo es preciso poseerlo
antes. En este punto las leyes del Cielo y las del mundo coinciden. Pero
en este punto difieren también. El mundo cree que para poseer una cosa,
tiene que conservarla. La salvación enseña lo contrario. Al dar es como
reconoces que has recibido. Es la prueba de que lo que tienes es tuyo.
Comprendes que estás sano cuando ofreces curación. Aceptas que el perdón
se ha consumado en ti cuando perdonas. En tu hermano te reconoces a ti
mismo, y así, te das cuenta de que eres pleno. No hay milagro que no
puedas dar, pues todos te han sido dados. Recíbelos ahora abriendo el
almacén de tu mente donde se encuentran y dándoselos al mundo. La visión
de Cristo es un milagro. Viene de mucho más allá de sí misma, pues
refleja el Amor Eterno y el renacimiento de un amor que, aunque nunca
muere, se ha mantenido velado. La visión de Cristo representa el Cielo,
pues lo que ve es un mundo tan semejante al Cielo que lo que Dios creó
perfecto puede verse reflejado en él. En el espejo tenebroso que el
mundo presenta sólo se pueden ver imágenes distorsionadas y
fragmentadas. El mundo real representa la pureza del Cielo. La visión
de Cristo es el milagro del que emanan todos los demás milagros. Es su
fuente, y aunque permanece con cada milagro que das, sigue siendo tuya.
Es el vinculo mediante el cual el que da y el que recibe se unen en el
proceso de extensión aquí en la tierra, tal como son uno en el Cielo.
Cristo no ve pecados en nadie. Y ante Su vista, los que son incapaces de
pecar son todos uno. Su santidad les fue otorgada por Su Padre y por
Cristo. La visión
de Cristo es el puente entre los dos mundos. Y tú puedes tener absoluta
confianza de que su poder te sacará de este mundo y te llevará a otro
que ha sido santificado por el perdón. Las cosas que aquí parecen
completamente sólidas, allí son meras sombras, transparentes, apenas
visibles, relegadas al olvido a veces e incapaces de poder opacar la luz
que brilla más allá de ellas. A la visión se le ha restituido la
santidad, y ahora los ciegos pueden ver, Este es
el único regalo del Espíritu Santo, el tesoro al que puedes recurrir con
absoluta certeza para obtener todas las cosas que pueden contribuir a tu
felicidad. Todas ellas ya se encuentran aquí, y se te dan sólo con que
las pidas. Aquí las puertas no se cierran nunca, y a nadie se le niega
la más mínima petición ni su necesidad más apremiante. No hay enfermedad
que no esté ya curada, carencia que no se haya suplido ni necesidad que
no haya sido satisfecha en éste, el áureo tesoro de Cristo. Aquí es
donde el mundo recuerda lo que perdió cuando fue construido. Pues aquí
se le repara y se le renueva, pero bajo una nueva luz. Lo que estaba
destinado a ser la morada del pecado se convierte ahora en el centro de
la redención y en el hogar de la misericordia, donde se cura a todos los
que sufren y donde se les da la bienvenida. A nadie se le niega la
entrada en este nuevo hogar donde le aguarda su salvación, Nadie es un
extraño aquí. Nadie le pide nada a otro salvo el regalo de aceptar la
bienvenida que se le ofrece. La visión
de Cristo es la tierra santa donde las azucenas del perdón echan raíces.
Ése es su hogar. Desde ahí se pueden llevar hasta el mundo, pero jamás
podrán crecer en sus tierras estériles y superficiales. Tienen necesidad
de la luz y del calor, así como del amoroso cuidado que la caridad de
Cristo les provee. necesitan el amor con el que Él las contempla. y se
convierten en Sus emisarios, que dan tal como recibieron. Toma lo
que quieras de Su depósito, para que sus tesoros puedan multiplicarse.
Las azucenas no abandonan su hogar cuando se traen al mundo. Sus raíces
siguen aún allá. No abandonan su fuente, sino que llevan su beneficencia
consigo, y convierten al mundo en un jardín como aquel del que vinieron,
y al que retornarán con una fragancia todavía mayor. Ahora son
doblemente benditas. Han transmitido los mensajes de Cristo que traían y
éstos les han sido devueltos. Y ellas se los llevan de vuelta
gustosamente a Él. Contempla el caudal de milagros
desplegados ante ti para que los des, ¿No eres acaso merecedor de esos
mismos regalos cuando Dios Mismo dispuso que se te concediesen? No
juzgues al Hijo de Dios, sino sigue el camino que Dios ha señalado.
Cristo ha soñado el sueño de un mundo perdonado. Ése es Su regalo, a
través del cual puede tener lugar una dulce transición de la muerte a la
vida; de la desesperación a la esperanza. Permitámonos por un instante
soñar con Él. Su sueño nos despierta a la verdad. Su visión nos provee
de los medios por los que regresar a nuestra santidad eterna en Dios, la
cual nunca perdimos.
COMPARTIR CON UN AMIGO/A:
Tabla completa de lecciones UCDM
¿Qué es Un Curso de Milagros? - Prefacio
Apúntate a la Lección del día de UCDM en tu email!
|
|
|
|
|