Escuchar en voz Lección 169 La gracia
es el atributo del Amor de Dios que más se asemeja al estado que
prevalece en la unidad de la verdad. Es la aspiración más elevada que se
puede tener en el mundo, pues conduce más allá de él. Se encuentra más
allá del aprendizaje, aunque es su objetivo, pues la gracia no puede
arribar hasta que la mente no se haya preparado a sí misma para
aceptarla de verdad. La gracia se vuelve inevitable para aquellos que
han preparado un altar donde ésta pueda ser dulcemente depositada y
gustosamente recibida un altar inmaculado y santo para este don. La gracia
es la aceptación del amor de Dios en un mundo de aparente odio y miedo.
Sólo mediante la gracia pueden desaparecer el odio y el miedo, pues la
gracia da lugar a un estado tan opuesto a todo lo que el mundo ofrece,
que aquellos cuyas mentes están iluminadas por el don de la gracia no
pueden creer que el mundo del miedo sea real. La gracia
no es algo que se aprende. El último paso tiene que ir más allá de todo
aprendizaje. La gracia no es la meta que este curso aspira a alcanzar.
No obstante, nos preparamos para ella en el sentido de que una mente
receptiva puede oír la Llamada a despertar. Dicha mente no se ha cerrado
completamente a la Voz de Dios. Se ha dado cuenta de que hay cosas que
no sabe, y, por lo tanto, está lista para aceptar un estado
completamente diferente de la experiencia con la que se siente a gusto
por resultarle familiar. Tal vez
parezca que estamos contradiciendo nuestra afirmación de que el momento
en que la revelación de que el Padre y el Hijo son uno ya se ha fijado.
Pero hemos dicho también que la mente es la que determina cuándo ha de
ocurrir ese momento, y que ya lo ha hecho. Te exhortamos, no obstante, a
que des testimonio de la Palabra de Dios para hacer que la experiencia
de la verdad llegue más pronto y para acelerar su advenimiento a toda
mente que reconozca los efectos de la verdad en ti. La unidad
es simplemente la idea de que Dios es. Y en Su Ser, Él abarca todas las
cosas. Ninguna mente contiene nada que no sea Él. Decimos "Dios es", y
luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen
de sentido. No hay labios que las puedan pronunciar, ni ninguna parte de
la mente es lo suficientemente diferente del resto como para poder
sentir que ahora es consciente de algo que no sea ella misma. Se ha
unido a su Fuente, y al igual que ella, simplemente es. No
podemos hablar, escribir, ni pensar en esto en absoluto. Pues aflorará
en toda mente cuando el reconocimiento de que su voluntad es la de Dios
se haya dado y recibido por completo. Ello hace que la mente retorne al
eterno presente, donde el pasado y el futuro son inconcebibles. El
eterno presente yace más allá de la salvación; más allá de todo
pensamiento de tiempo, de perdón y de la santa faz de Cristo. El Hijo de
Dios simplemente ha desaparecido en su Padre, tal como su Padre ha
desaparecido en él. El mundo jamás ha tenido lugar. La eternidad
permanece como un estado constante. Esto está
más allá de la experiencia que estamos tratando de acelerar. No
obstante, cuando se enseña y se aprende lo que es el perdón, ello trae
consigo experiencias que dan testimonio de que el momento en que la
mente misma decidió abandonarlo todo excepto esto, está por llegar. No
es que realmente lo podamos acelerar, toda vez que lo que vas a ofrecer
es algo que simplemente se había ocultado de Aquel que enseña el
significado del perdón. Todo
aprendizaje ya se encontraba en Su Mente, consumado y completo. Él
reconoció todo lo que el tiempo encierra, y se lo dio a todas las mentes
para que cada una de ellas pudiera determinar, desde una perspectiva en
la que el tiempo ha terminado, cuándo ha de ser liberada para la
revelación y la eternidad. Hemos repetido en varias ocasiones que no
haces sino emprender una jornada que ya concluyó. Pues la
unidad no puede sino encontrarse aquí. Sea cual sea el momento que la
mente haya fijado para la revelación ello es completamente irrelevante
para lo que no puede sino ser un estado constante, eternamente como
siempre ha sido, y como ha de seguir siendo eternamente. Nosotros
simplemente asumimos el papel que se nos asignó hace mucho, y que Aquel
que escribió el guión de la salvación en el Nombre de Su Creador y en el
Nombre del Hijo de Su Creador, reconoció como perfectamente realizado. No hay
necesidad de clarificar más lo que nadie en el mundo puede entender.
Cuando la revelación de tu unidad tenga lugar, lo sabrás y lo
comprenderás plenamente. Pero por ahora es mucho lo que aún nos queda
por hacer, pues aquellos que se encuentran en el tiempo pueden hablar de
cosas que están más allá de él, y escuchar palabras que explican que lo
que ha de venir ha pasado ya. Mas ¿qué significado pueden tener dichas
palabras para los que todavía se rigen por el reloj, y se levantan,
trabajan y se van a dormir de acuerdo con él? Baste,
pues, con decir que para desempeñar tu papel es mucho lo que aún te
queda por hacer. El final seguirá siendo nebuloso hasta que hayas
desempeñado por completo tu papel. Pero eso no importa pues tu papel
sigue siendo el pilar sobre lo que todo lo demás descansa. Conforme
asumas el papel que se te encomendó, la salvación se acercará un poco
más a cada corazón incierto cuyo latir no esté aún en sintonía con Dios. El perdón
es el eje central de la salvación, pues hace que todos sus aspectos
tengan una relación significativa entre sí, dirige su trayectoria y
asegura su resultado. Y ahora pedimos que se nos conceda la gracia, el
último regalo que la salvación puede otorgar. La experiencia que la
gracia proporciona es temporal, pues la gracia es un preludio del Cielo,
pero sólo reemplaza a la idea de tiempo por un breve lapso. Mas ese
lapso es suficiente Pues ahí es donde se depositan los milagros, que tú
has de devolver de los instantes santos que recibes a través de la
gracia que experimentas, a todos los que ven la luz que aún refulge en
tu faz. ¿Qué es la faz de Cristo sino la de aquel que se adentró por un
momento en la intemporalidad y al volver trajo consigo para bendecir al
mundo, un claro reflejo de la unidad que experimentó allí? ¿Cómo podrías
llegar a alcanzarla para siempre, mientras una parte de ti se encuentre
afuera, ignorante y dormida, necesitada de que tú des testimonio de la
verdad? Siéntete
agradecido de poder regresar, de la misma manera en que te alegró ir por
un instante, y acepta los dones que la gracia te otorgó. Es a ti mismo a
quien se los traes. y la revelación no está muy lejos. Su llegada es
indudable. pedimos que se nos conceda la gracia y la experiencia que
procede de ella. Damos la bienvenida a la liberación que les ofrece a
todos. No estamos pidiendo lo que no se puede pedir. No tenemos nuestras
miras puestas en aquello que está más allá de lo que la gracia puede
conceder. Pues eso lo podemos dar con la gracia que se nos ha concedido. Nuestro
objetivo de aprendizaje de hoy no excede lo que expresa esta plegaria.
Mas ¿qué puede haber en el mundo que sobrepase lo que en este día le
pedimos a Aquel que nos concede la gracia que pedimos, tal como se le
concedió a Él? Por la gracia Vivo.
Por la gracia soy liberado. Por la gracia doy. Por la gracia he de
liberar.
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¿Qué es Un Curso de Milagros? - Prefacio
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