Escuchar en voz Lección 194 La idea de hoy es un paso más en el proceso de
alcanzar cuanto antes la salvación, y ciertamente es un paso gigantesco.
Es tan grande la distancia que abarca que te lleva justo antes del
Cielo, con el objetivo a la vista y los obstáculos ya superados. Tus
pies ya se han posado sobre las praderas que te dan la bienvenida a las
puertas del Cielo: el tranquilo lugar de la paz en el que aguardas con
certeza el paso final de Dios. ¡Que lejos nos encontramos ahora de la
tierra! ¡Y cuán cerca de nuestra meta! ¡Cuán corto es el trecho que aún
nos queda por recorrer! Acepta la idea de hoy, y habrás dejado atrás toda
ansiedad, los abismos del infierno, la negrura de la depresión, los
pensamientos de pecado y toda la devastación que la culpabilidad
acarrea. Acepta la idea de hoy, y habrás liberado al mundo de todo
aprisionamiento, al romper las pesadas cadenas que mantenían cerrada la
puerta a la libertad. Te has salvado, y tu salvación se vuelve el regalo
que le haces al mundo porque tú lo has recibido. No hay un solo instante en que se pueda sentir
depresión, experimentar dolor o percibir pérdida alguna. No hay un solo
instante en que se pueda instaurar el pesar en un trono y adorársele. No
hay un solo instante en que uno pueda ni siquiera morir. Y así, cada
instante que se le entrega a Dios, con el siguiente ya entregado a Él de
antemano, es un tiempo en que te liberas de la tristeza, del dolor y
hasta de la misma muerte. Tu futuro está en Manos de Dios, así como tu pasado y
tu presente. Para Él son lo mismo, y por lo tanto, deberían ser lo
mismo para ti también. Sin embargo, en este mundo la progresión temporal
todavía parece ser algo real. No se te pide, por lo tanto, que entiendas
que el tiempo no tiene realmente una secuencia lineal. sólo se te pide
que te desentiendas del futuro y lo pongas en Manos de Dios. y mediante
tu experiencia comprobarás que también has puesto en Sus Manos el pasado
y el presente, porque el pasado ya no te castigará más y ya no tendrá
sentido tener miedo del futuro. Libera el futuro. Pues el pasado ya pasó, y el
presente, libre de su legado de aflicción y sufrimiento, de dolor y de
pérdida, se convierte en el instante en que el tiempo se escapa del
cautiverio de las ilusiones, por las que ha venido recorriendo su
despiadado e inevitable curso. Cada instante que antes era esclavo del
tiempo se transforma ahora en un instante santo, cuando la luz que se
mantenía oculta en el Hijo de Dios se libera para bendecir al mundo.
Ahora el Hijo de Dios es libre, y toda su gloria resplandece sobre un
mundo que se ha liberado junto con él para compartir su santidad. Si pudieses ver la Lección de hoy como la liberación
que realmente representa, no vacilarías en dedicarle el máximo esfuerzo
de que fueses capaz, para que pasase a formar parte de ti. Conforme se
vaya convirtiendo en un pensamiento que rige tu mente, en un hábito de
tu repertorio para solventar problemas, en una manera de reaccionar de
inmediato ante toda tentación, le transmitirás al mundo lo que has
aprendido. Y en la medida en que aprendas a ver la salvación en todas
las cosas, en esa misma medida el mundo percibirá que se ha salvado. ¿Qué preocupación puede asolar al que pone su futuro
en las amorosas Manos de Dios? ¿Qué podría hacerle sufrir? ¿Que podría
causarle dolor o la sensación de haber perdido algo? ¿Qué podría temer?
¿Y de qué otra manera podría contemplar todo sino con amor? Pues el que
ha escapado de todo temor de futuros sufrimientos ha encontrado el
camino de la paz en el presente y la certeza de un cuidado que el mundo
jamás podría amenazar. Está seguro de que aunque su percepción puede ser
errónea, jamás le ha de faltar corrección. Es libre de volver a elegir
cuando se ha dejado engañar; de cambiar de parecer cuando se ha
equivocado. Pon, por lo tanto, tu futuro en Manos de Dios. Pues de
esta manera invocas Su recuerdo para que regrese y reemplace todos tus
pensamientos de maldad y pecado por la verdad del amor. ¿Crees acaso que
el mundo no se beneficiaría con ello y que cada criatura viviente no
respondería con una percepción corregida? El que se encomienda a Dios ha
puesto también al mundo en las mismas Manos a las que él ha recurrido en
busca de consuelo y seguridad. Ha dejado a un lado las enfermizas
ilusiones del mundo junto con las suyas, y de este modo le ofrece paz al
mundo, así como a sí mismo. Ahora si que nos hemos salvado. Pues descansamos despreocupados en
Sus Manos, seguros de que sólo cosas buenas nos pueden acontecer. Si nos
olvidamos de ello, se nos recuerda dulcemente. Si aceptamos un
pensamiento que denota falta de perdón, éste queda prontamente
reemplazado por el reflejo del amor. y si nos sentimos tentados de
atacar, apelamos a Aquel que vela nuestro descanso para que tome por
nosotros la decisión que nos aleja de la tentación. El mundo ha dejado
de ser nuestro enemigo, pues hemos decidido ser su Amigo.
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