Escuchar en voz
Lección 47
Dios es la fortaleza en la que confío.
Si sólo confías en tus propias fuerzas, tienes todas
las razones del mundo para sentirte aprensivo, ansioso y atemorizado.
¿Qué puedes predecir o controlar? ¿Qué hay en ti con lo que puedas
contar? ¿Qué te podría capacitar para ser consciente de todas las
facetas de un problema, y de resolverlos de tal manera que de ello sólo
resultase lo bueno? ¿Qué hay en ti que te permita poder reconocer la
solución correcta, y garantizar su consecución?
Por ti mismo no puedes hacer ninguna de esas cosas. Creer que puedes es
poner tu confianza en algo que no es digno de ella, y justificar el
miedo, la ansiedad, la depresión, la ira y el pesar. ¿Quién puede
depositar su fe en la debilidad y sentirse seguro? Por otra parte,
¿quién puede depositar su fe en la fortaleza y sentirse débil?
Dios es tu seguridad en toda circunstancia. Su Voz habla por Él en toda
situación y en todos los aspectos de cada situación, diciéndote
exactamente qué es lo que tienes que hacer para invocar Su fortaleza y
Su protección. En esto no hay excepciones porque en Dios no hay
excepciones. Y la Voz que habla por Él piensa como Él.
Hoy trataremos de llegar más allá de tu debilidad hasta la Fuente de la
verdadera fortaleza. Son necesarias hoy cuatro sesiones de práctica de
cinco minutos cada una, aunque se te exhorta a que hagas más y a que les
dediques más tiempo. Cierra los ojos y comienza como de costumbre
repitiendo la idea de hoy. Luego dedica un minuto o dos a buscar
situaciones en tu vida que hayas revestido de temor, y desecha cada una
de ellas diciéndote a ti mismo:
Dios es la fortaleza en la que confío.
Trata ahora de deslizarte más allá de todas las preocupaciones
relacionadas con tu propia sensación de insuficiencia. Es obvio que
cualquier situación que te causa inquietud está asociada con
sentimientos de insuficiencia, pues, de lo contrario, creerías que
puedes lidiar con la situación con éxito. Confiando en ti mismo no es la
manera de adquirir confianza. Mas la fortaleza de Dios en ti tiene éxito
en todo.
Reconocer tu propia debilidad es un paso necesario para la corrección de
tus errores, pero no es suficiente para darte la confianza que
necesitas, y a la que tienes derecho. Debes adquirir asimismo la
conciencia de que confiar en tu verdadera fortaleza está plenamente
justificado en relación con todo y en toda circunstancia.
En la última fase de cada sesión de práctica, trata de llegar muy hondo
dentro de tu mente a un lugar de verdadera seguridad. Reconocerás que
has llegado cuando sientas una profunda sensación de paz, por muy breve
que sea. Despréndete de todas las trivialidades que bullen y burbujean
en la superficie de tu mente, y sumérgete por debajo de ellas hasta
llegar al Reino de los Cielos. Hay un lugar en ti donde hay perfecta
paz. Hay un lugar en ti en el que nada es imposible. Hay un lugar en ti
donde mora la fortaleza de Dios.
Repite la idea frecuentemente en el transcurso del día. Úsala como
respuesta a cualquier cosa que te perturbe. Recuerda que tienes derecho
a la paz porque estás depositando tu confianza en la fortaleza de Dios.
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