Escuchar en voz
Lección 63
La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi
perdón.
¡Cuán santo eres tú que tienes el poder de brindar
paz a todas las mentes! ¡Cuán bendito eres que puedes aprender a
reconocer los medios por lo que esto se puede lograr a través de ti!
¿Qué otro propósito podrías tener que pudiese brindarte mayor felicidad?
Ciertamente eres la luz del mundo con semejante función. El Hijo de Dios
apela a ti para su redención. En tus manos está poder concedérsela
porque te pertenece. No aceptes en su lugar ningún propósito trivial ni
ningún deseo insensato, o te olvidarás de tu función y dejarás al Hijo
de Dios en el infierno. No se te está haciendo una petición vana. Se te
está pidiendo que aceptes la salvación, para que así la puedas dar.
Puesto que reconocemos la importancia de esta función, estaremos más que
dispuestos a recordarla tan a menudo como nos sea posible a lo largo del
día. Empezaremos el día reconociendo nuestra función y lo concluiremos
pensando en ella. Repetiremos lo siguiente tantas veces como nos sea
posible en el transcurso del día:
La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi
perdón.
Yo soy el instrumento que Dios ha designado para la salvación del mundo.
Si cierras los ojos probablemente te resultará más fácil dejar que
acudan a tu mente pensamientos afines, durante el minuto o dos que debes
dedicar a reflexionar sobre esto. No obstante, no esperes a que se
presente tal oportunidad. No se debe perder ni una sola ocasión para
reforzar la idea de hoy. Recuerda que el Hijo de Dios apela a ti para su
salvación. ¿Y quién sino tu Ser es el Hijo de Dios?
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