Escuchar en voz Lección 69 Nadie puede ver lo que tus resentimientos ocultan.
Debido a que tus resentimientos ocultan la luz del mundo en ti, todo el
mundo se halla inmerso en la obscuridad, y tú junto con ellos. Pero a
medida que el velo de tus resentimientos se descorre, tú te liberas
junto con ellos. Comparte tu salvación con aquel que se encontraba a tu
lado cuando estabas en el infierno. Él es tu hermano en la luz del mundo
que os salva a ambos. Intentemos hoy nuevamente llegar a la luz en ti. Antes
de emprender esto en nuestra sesión de práctica más larga, dediquemos
varios minutos a reflexionar sobre lo que estamos tratando de hacer.
Estamos intentando literalmente ponernos en contacto con la salvación
del mundo. Estamos tratando de ver más allá del velo de tinieblas que la
mantiene oculta. Estamos tratando de descorrer el velo y de ver las
lágrimas del Hijo de Dios desaparecer a la luz del sol. Hoy daremos comienzo a nuestra sesión de práctica más
larga plenamente conscientes de que esto es así y armados de una firme
determinación por llegar hasta aquello que nos es más querido que
ninguna otra cosa. La salvación es nuestra única necesidad. No tenemos
ningún otro propósito aquí ni ninguna otra función que desempeñar.
Aprender lo que es la salvación es nuestra única meta. pongamos fin a la
ancestral búsqueda descubriendo la luz en nosotros y poniéndola en alto
para que todos aquellos que han estado buscando con nosotros la vean y
se regocijen. Y ahora, muy serenamente y con los ojos cerrados,
trata de deshacerte de todo el contenido que generalmente ocupa tu
conciencia. Piensa en tu mente como si fuera un circulo inmenso, rodeado
por una densa capa de nubes obscuras. Lo único que puedes ver son las
nubes, pues parece como si te hallaras fuera del circulo y a gran
distancia de él. Desde donde te encuentras no ves nada que te indique
que detrás de las nubes hay una luz brillante. Las nubes parecen ser la
única realidad. Parece como si fueran lo único que se puede ver. Por lo
tanto, no tratas de atravesarlas e ir más allá de ellas, lo cual sería
la única manera de convencerte realmente de su insubstancialidad. Eso es
lo que vamos a intentar hoy. Después que hayas pensado en cuán importante es para
ti y para el mundo lo que estás intentando hacer, trata de alcanzar un
estado de perfecta quietud, recordando únicamente la intensidad con la
que deseas alcanzar hoy mismo, en este mismo instante, la luz que
resplandece en ti. Resuélvete a atravesar las nubes. Extiende tu mano y,
en tu mente, tócalas. Apártalas con la mano, y siente como rozan tus
mejillas, tu frente y tus ojos a medida que las atraviesas. sigue
adelante; las nubes no te pueden detener. Si estás haciendo los ejercicios correctamente,
empezarás a sentir como si estuvieses siendo elevado y transportado
hacia adelante. Tus escasos esfuerzos y tu limitada determinación
invocan el poder del universo para que venga en tu ayuda, y el Propio
Dios te sacará de las tinieblas y te llevará a la Luz. Estás actuando de
acuerdo con Su Voluntad. No puedes fracasar porque tu voluntad es la
Suya. Ten confianza en tu Padre hoy y certeza de que Él te
ha oído y te ha contestado. Es posible que aún no reconozcas Su
respuesta, pero puedes estar seguro de que se te ha dado y de que la
recibirás. Trata de tener presente esta certeza, según intentas
atravesar las nubes en dirección a la luz. Trata de recordar que por fin
estás uniendo tu voluntad a la de Dios. Trata de mantener claro en tu
mente el pensamiento de que lo que emprendes con Dios no puede sino
tener éxito. Deja entonces que el poder de Dios obre en ti y a través de
ti, para que se haga Su Voluntad y la tuya. En las sesiones de práctica más cortas, que te
conviene llevar a cabo tan a menudo como sea posible en vista de la
importancia que la idea de hoy tiene para ti así como para tu felicidad,
recuérdate a ti mismo que tus resentimientos ocultan la luz del mundo de
tu conciencia. Recuérdate también que no la estás buscando solo y que
sabes dónde encontrarla. Di entonces: Mis resentimientos ocultan la luz del mundo en mi. No puedo ver lo que he ocultado. Mas por mi salvación y por la salvación del mundo,
deseo que me sea revelado. Asegúrate asimismo de decir para tus adentros: Si abrigo este resentimiento la luz del mundo quedará velada para mi,
si sientes hoy la tentación de abrigar algún resentimiento contra
alguien.
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