EL YOGA DE LA SEXUALIDAD
La era de Kali Yuga termina y es necesario poner en claro puntos fundamentales que han estado obscurecidos durante miles de años por la conciencia masculinizante predominante. La sexualidad sigue siendo quizá el tema fundamental. El gran dragón sobre el que la humanidad ha pasado de "puntillas", el gran dragón que la mayoría de los maestros han evitado cuidadosamente, considerándola parte de la naturaleza "inferior" del ser humano.
La sexualidad está unida a lo
femenino, a la Tierra, a Shakti, al hemisferio derecho. Por eso el hombre, desde su
polaridad masculina, siempre a tenido tanto miedo de ella, intentándola
reprimir a toda costa, "machacando" lo femenino, el hemisferio derecho,
"lo que no se ve", lo no manifestado.
Femenino y masculino son dos
caras de lo mismo, del juego de conciencia en este universo. Y el Tantra tenía
muy claro el papel de lo masculino en este juego: venerar a lo femenino, a la
Diosa, a la Tierra y reproducir así en la Tierra la danza cósmica de Siva y
Shakti, unir en la Tierra lo que ya está unido en el cielo. La sexualidad es una de las puertas de salida, y una de las más poderosas, de Matrix (Maya - el mundo ilusorio creado por la mente). Puede ser también uno de los "entretenimientos" de Matrix y una de las cosas que más atan la mente a la ilusión de las reglas de este mundo que la mente humana ha creado. Matrix tiene varias puertas de salida o conexión con el Ser Superior, la Mente Superior, el Espíritu Santo, la chispa de Dios en nosotros.
La vía de la renuncia, del
celibato, de la sublimación de la energía sexual, siempre ha sido y sigue
siendo una vía para llegar al Ser. Siempre ha habido seres humanos que lo han
conseguido, pero no es una vía para todos y es una vía del pasado. Ahora no se
trata de llegar al samadhi yógico, irse y dejar el cuerpo aquí. Eso ya lo han
conseguido muchos a lo largo de la historia humana. Ahora tenemos un reto mayor:
transcender la muerte también aquí en la Tierra, unir el cielo y la tierra,
espiritualizando la materia.
El yoga ha sido la vía por
excelencia. El yoga utiliza una sofisticada tecnológica espiritual y un
profundo conocimiento del cuerpo y la mente humanos y de su envoltura energética,
para transcender el ego, la mente inferior y conectar con la puerta de salida de
Matrix
(Maya):
el Ser Superior.
El Tantra, como parte del yoga
utiliza esa misma tecnología. Pero no hace distinciones. El Tantra es la
esencia no dualista llevada a todo. Para el Tantra la tierra no se diferencia
del cielo (más que en nuestras propias mentes ilusorias) y "lo que es arriba
es igualmente abajo". No existe una naturaleza inferior del ser humano que
haya que repudiar. De esta forma el Tantra integra la sexualidad con la
espiritualidad, une la tierra y el cielo.
Pero el Tantra es también
yoga. El Tantra utiliza todo el conocimiento del yoga (yoga=unión) aplicado a
la sexualidad y convierte ésta en lo que es y nunca ha dejado de ser, una vía
directa de conocimiento, de experiencia del Espíritu.
No es que nos tengamos ahora
que hacer todos yogis, expertos en sofisticadas posturas y habilidades
corporales. De lo que se trata es de aplicar los principios universales que el
yoga descubrió: conciencia del cuerpo, conciencia de la respiración,
conciencia de la alimentación, relajación de la mente y silencio meditativo.
Utilizando el conocimiento del
yoga, el Tantra convierte la sexualidad en una
experiencia
trascendente de meditación. Cuando una pareja se junta para realizar lo que
conocemos como "acto sexual", se une en el Tantra en una experiencia que va
mucho más allá del deseo, de la experiencia de descarga genital. Aprendiendo a
controlar su energía, la pareja tántrica se junta para elevar su frecuencia
vibratoria (su energía), para vivir una experiencia transpersonal que va más
allá de la mente y que expande la conciencia "al otro lado del velo".
Me decía un día un maestro de
yoga que el Tantra era algo muy complicado. Que las escrituras tántricas son
muy difíciles de entender. No se trata ahora de volver al pasado exotérico. El
Tantra original de hace miles de años con todo su ceremonial sánscrito es difícilmente
aplicable en nuestros días. El Tantra ha sido celosamente guardado,
principalmente a través de la transmisión maestro-discípulo (la tradición
gurukula), hasta que llegase el tiempo en que la humanidad estuviese preparada.
Y ese tiempo ya ha llegado. El conocimiento del Tantra ahora es fundamental y
necesario porque la humanidad tiene que ir ha otro lugar.
Ahora se trata, como decía
antes, de aplicar los principios universales e intemporales del yoga TAMBIÉN a
la sexualidad, TAMBIÉN a esa parte del ser humano. Dejar de tener miedo de ese
dragón que hemos fabricado con nuestra ignorancia y de recuperar todo su poder
de dicha y de experiencia de lo divino.
Saber que la sexualidad no
tiene por que ser sólo ese acto egótico de autosatisfación, de descarga y de
vaciamiento de energía; si no todo lo contrario.
¿Cómo se hace?. Cambiando los
esquemas y tomando nuestro poder, haciéndonos maestros de nuestra energía.
Aparentemente es sencillo: el hombre aprende a ir más allá de su compulsividad
eyaculatoria; aprende a no eyacular, a estar presente y abrir su corazón al ser
que tiene delante, a sentirle, a entregarse. La mujer aprende a aceptar a este
nuevo hombre, se libera de todos los prejuicios absorbidos de lo masculino y se
entrega en su verdadera naturaleza de diosa. A partir de ahí empiezan a suceder
cosas. Cuando ambos se olvidan de querer llegar a algo (mente-pasado) y
comienzan a vivir el ahora sin
mente (sin objetivos del pasado proyectados en el futuro) la experiencia llega
sola. Parecen cosas raras, pero es muy claro: cuando haces el amor y quieres
llegar a un orgasmo, seas hombre o
mujer, no estas haciendo realmente el amor, estas en la mente que quiere
reproducir un pasado aprendido y esto cierra las puertas a vivir lo que
realmente hay; estás en tu ego, lo que hace imposible que sientas y te unas al
ser que tienes delante (y por lo tanto a tu propio ser). Estamos acostumbrados a
que eso sea lo normal y por eso esto nos suena tan raro.
La pareja tántrica transciende
ese nivel del ego y no quiere llegar a ningún lugar. El acto sexual se
convierte en un acto de comunión sin tiempo.
El acto sexual normal es
lineal: hay un principio y un final. El acto sexual tántrico es circular y la
pareja tántrica no tiene momento para empezar ni para acabar. No hay perdida si
no ganancia, ambos componentes de la pareja salen energetizados, la vibración
se ha elevado y los cuerpos energéticos se han expandido. Esta es la
"alquimia" de la sexualidad. Por eso la sexualidad se puede convertir en una
forma de resolver, de transcender los problemas.
El hombre tiene que haber
abierto su corazón (su hemisferio derecho) para salir de su mente esclavizante
y de la vivencia compulsiva (pornogáfica-mental-genital) de la sexualidad. Y la
mujer tiene que haber abrazado el dragón de su vientre (su rencor contra lo
masculino) para poder acceder a su verdadera naturaleza y no seguir esclavizada
y atada a los patrones masculinos que se manifiestan una y otra vez en su
psique, en su vida y por su puesto en su sexualidad. El perdón es fundamental.
Perdonar es ver las cosas en su verdadera medida. Tomar consciencia de que la
"película" que nos contamos a nosotros mismos no es cierta y entonces
liberarla, con lo que liberamos a los demás y a nosotros mismos. Para esto nos
puede ayudar el concepto de reencarnación. No hay culpables. Lo masculino ha
"machacado" a lo femenino durante miles de años; pero cómo podría yo
ahora, mujer, culpar a alguien si en vidas anteriores he sido yo el hombre que
cometió todas esas atrocidades contra lo femenino que ahora mi inconsciente
recuerda con rencor. Muchas mujeres encarnadas actualmente, son almas con gran
experiencia anterior de lo masculino, cuya misión ahora es ayudar a los hombres
a comprender su verdadera naturaleza y servir de ejemplo a otras mujeres. Pero
esto no es posible en tanto la mujer no libere, no perdone todo lo que cree
haber sido su pasado. De la misma forma, muchos hombres hoy encarnados son almas con gran experiencia de lo femenino, que encarnan en cuerpos de hombres para llegar así a su totalidad. Estos hombres, cuando hayan hecho el trabajo, podrán ayudar a muchas mujeres a abrazar su verdadera naturaleza, pues aunque hombres, guardan en su recuerdo del alma la experiencia de la diosa.
El Tantra es un camino
progresivo de ir integrando nuestras diferentes partes, de unir lo femenino y lo
masculino interior y exteriormente; pues en realidad no hay diferencias, lo que
es dentro es fuera, lo que es arriba es abajo, lo que es a nivel microcósmico
es a nivel macrocósmico. Y lo más importante, lo que valida realmente el
camino: el Tantra es un camino de dicha. Publicado por Jesús Gómez (Keshavananda) en la revista "Espacio Humano", Junio-2004.
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