Amados
trabajadores de la luz, de la conciencia de Gaia,
En este
increíble y poderoso 2011 que se nos presenta, donde
la energía de la Nueva Tierra es ya una realidad
para aquellos que deseen "habitarla" y crear su
mundo desde esa energía de la luz, del amor y del
poder, os presentamos el tremendo prefacio con el
que comienza Un Curso de Milagros.
Un Curso
de Milagros es un manual de jnana yoga, de
liberación de la mente, de liberación del mundo de
matrix, de maya. No es un libro para estudiar, ni
para leer. Es un manual de trabajo práctico para
llevar a la mente al vacío que permite la
EXPERIENCIA del Espíritu en uno. Esa experiencia del
Espíritu, es sencillamente "otra dimensión", otra
realidad,... que crea otro mundo.
El
trabajo principal de Un Curso de Milagros, las 365
lecciones, una para cada día del año, realizadas de
una forma continua y consistente, tienen a
medio-largo plazo un efecto demoledor. Se trata de
desactivar el plano de la mente del yo (ego), para
que la mente pueda convertirse en el poderoso
vehículo (canal) del Espíritu que es. Se trata de
liberar la mente de la pesada carga del
pasado-futuro (tiempo) en cuyo mundo de percepción
se encuentra atrapada.
No te
engañes: el trabajo de Un Curso de Milagros no es un
trabajo especulativo. No es filosofía. No es
discurso metafísico. Simplemente utiliza las
palabras, no para reforzar la mente del yo, sino
para llevarte a la experiencia que está más allá de
la mente misma.
Vivimos
normalmente desde la experiencia de lo mental y toda
nuestra experiencia del mundo es a través de ese
limitado plano. La experiencia y el poder del
verdadero Ser, del Espíritu, está siempre más allá
de ese plano de lo que conocemos como mental. Es
otra dimensión, otro mundo del que los maestros a su
paso por la Tierra nos han hablado siempre.
Ahora
llega el momento de experimentarlo en cada uno. De
hacerlo realidad. AHORA es el momento. El tiempo ya
se ha cumplido.
Os
dejamos a continuación con el prefacio de Un Curso
de Milagros y con la Lección 1, la primera lección
del año.
Si te
quieres apuntar a recibir diariamente en tu correo
la lección del día, puedes hacerlo aquí:
lección del día de UCDM, aunque recomendamos
realmente que te compres el libro para trabajarlo:
información de UCDM.
Que la
Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan Divino
sobre la Tierra.
Un saludo, en el amor y
el servicio.
Ascensión Nueva Tierra
www.ascensionnuevatierra.es
|
Un Curso
de Milagros - Prefacio
¿Qué postula Un Curso de Milagros?
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios.
Así comienza Un curso de milagros, el cual establece una clara
distinción entre lo real y lo irreal, entre el conocimiento
y la percepción. El conocimiento es la verdad y está regido
por una sola ley: la ley del amor o Dios. La verdad es
inalterable, eterna e inequívoca. Es posible no reconocerla,
pero es imposible cambiarla. Esto es así con respecto a todo
lo que Dios creó, y sólo lo que Él creó es real. La verdad
está más allá del aprendizaje porque está más allá del
tiempo y de todo proceso. No tiene opuestos, ni principio ni
fin. Simplemente es.
El mundo de la percepción por otra parte, es el mundo del
tiempo, de los cambios, de los comienzos y de los finales.
Se basa en interpretaciones, no en hechos. Es un mundo de
nacimientos y muertes, basado en nuestra creencia en la
escasez, en la pérdida, en la separación y en la muerte. Es un
mundo que aprendemos, en vez de algo que se nos da; es
selectivo en cuanto al énfasis perceptual, inestable en su
modo de operar e inexacto en sus interpretaciones.
Del conocimiento y de la percepción surgen dos sistemas de
pensamiento distintos que se oponen entre sí en todo. En el
ámbito del conocimiento no existe ningún pensamiento aparte
de Dios porque Dios y Su creación comparten una sola
Voluntad. El mundo de la percepción, por otra parte, se basa
en la creencia en opuestos, en voluntades separadas y en el
perpetuo conflicto que existe entre ellas, y entre ellas y
Dios. Lo que la percepción ve y oye parece real porque sólo
admite en la conciencia aquello que concuerda con los deseos
del perceptor. Esto da lugar a un mundo de ilusiones, mundo
que es necesario defender sin descanso, precisamente porque
no es real.
Una vez que alguien queda atrapado en el mundo de la
percepción, queda atrapado en un sueño. No puede escapar sin
ayuda, porque todo lo que sus sentidos le muestran da fe
de la realidad del sueño. Dios nos ha dado la Respuesta, el
único Medio de escape, el verdadero Ayudante. La función de
Su Voz - Su Espíritu Santo - es mediar entre los dos mundos.
El Espíritu Santo puede hacer eso porque, si bien por una
parte conoce la verdad, reconoce también nuestras ilusiones,
aunque no cree en ellas. El objetivo del Espíritu Santo es
ayudarnos a escapar del mundo de los sueños, enseñándonos
cómo cambiar nuestra manera de pensar y cómo corregir
nuestros errores. El perdón es el recurso de aprendizaje
excelso que el Espíritu Santo utiliza para llevar a cabo ese
cambio en nuestra manera de pensar. El Curso, no obstante,
ofrece su propia definición de lo que en realidad es el
perdón, así como también de lo que es el mundo.
El mundo que vemos refleja simplemente nuestro marco de
referencia interno: las ideas predominantes, los deseos y
las emociones que albergan nuestras mentes. "La proyección
da lugar a la percepción" (Texto, pág. 497). Primero miramos
en nuestro interior y decidimos qué clase de mundo queremos
ver; luego proyectamos ese mundo afuera y hacemos que sea
real para nosotros tal como lo vemos. Hacemos que sea real
mediante las interpretaciones que hacemos de lo que estamos
viendo. Si nos valemos de la percepción para justificar
nuestros propios errores, nuestra ira, nuestros impulsos
agresivos, nuestra falta de amor en cualquier forma que se
manifieste, veremos un mundo lleno de maldad, destrucción,
malicia, envidia y desesperación. Tenemos que aprender a
perdonar todo esto, no porque al hacerlo seamos "buenos" o
"caritativos", sino porque lo que vemos no es real. Hemos
distorsionado el mundo con nuestras absurdas defensas y, por
lo tanto, estamos viendo lo que no está ahí. A medida que
aprendamos a reconocer nuestros errores de percepción,
aprenderemos también a pasarlos por alto, es decir, a
"perdonarlos". Al mismo tiempo nos perdonaremos al mirar más
allá de los conceptos distorsionados que tenemos de nosotros
mismos, y ver el Ser que Dios creó en nosotros, como
nosotros.
El pecado se define como "una falta de amor" (Texto pág.
12). Puesto que lo único que existe es el amor, para el
Espíritu Santo el pecado no es otra cosa que un error que
necesita corrección, en vez de algo perverso que merece
castigo. Nuestra sensación de ser inadecuados, débiles y de
estar incompletos procede del gran valor que le hemos
otorgado al "principio de la escasez" el cual rige al mundo
de las ilusiones. Desde este punto de vista, buscamos en
otros lo que consideramos que nos falta a nosotros. "Amamos"
a otro con el objeto de ver que podemos sacar de él. De
hecho, a esto es a lo que en el mundo de los sueños se le
llama amor. No puede haber mayor error que ése, pues el amor
es incapaz de exigir nada.
Sólo las mentes pueden unirse realmente y lo que Dios ha
unido, ningún hombre lo puede desunir (Texto, pág. 396). No
obstante, la verdadera unión, que nunca se perdió, sólo es
posible en el nivel de la Mente de Cristo. El "pequeño yo"
procura engrandecerse obteniendo del mundo externo
aceptación, posesiones y "amor". El Ser que Dios creó no
necesita nada. Está eternamente a salvo y es eternamente
íntegro, amado y amoroso. Busca compartir en vez de obtener;
extender en vez de proyectar. No tiene necesidades de
ninguna clase y sólo busca unirse a otros que, como él, son
conscientes de su propia abundancia.
Las relaciones especiales que se establecen en el mundo son
destructivas, egoístas e "infantilmente" egocéntricas. Mas
si se le entregan al Espíritu Santo, pueden convertirse en
lo más sagrado de la tierra: en los milagros que señalan el
camino de retorno al Cielo. El mundo utiliza las relaciones
especiales como el último recurso en favor de la exclusión y
como una prueba de la realidad de la separación. El Espíritu
Santo las transforma en perfectas lecciones de perdón y las
utiliza como un medio para despertarnos del sueño. Cada una
representa una oportunidad de sanar nuestras percepciones y
de corregir nuestros errores. Cada una es una nueva
oportunidad de perdonarnos a nosotros mismos, perdonando a
otros. Y cada una viene a ser una invitación más del Espíritu
Santo al recuerdo de Dios.
La percepción es una función del cuerpo y, por lo tanto,
supone una limitación de la conciencia. La percepción ve a
través de los ojos del cuerpo y oye a través de sus oídos.
Produce las limitadas reacciones que éste tiene. El cuerpo
aparenta ser, en gran medida, auto-motivado e independiente,
mas en realidad sólo responde a las intenciones de la mente.
Si la mente lo utiliza para atacar, sea de la forma que sea,
el cuerpo se convierte en la víctima de la enfermedad, la
vejez, y la decrepitud. Si la mente, en cambio, acepta el
propósito del Espíritu Santo, el cuerpo se convierte en un
medio eficaz de comunicación con otros, invulnerable
mientras se le necesite, que luego sencillamente se descarta
cuando deja de ser necesario. De por sí, el cuerpo es
neutro, como lo es todo en el mundo de la percepción.
Utilizarlo para los objetivos del ego o para los del
Espíritu Santo depende enteramente de lo que la mente elija.
Lo opuesto a ver con los ojos del cuerpo es la visión de
Cristo, la cual refleja fortaleza en vez de debilidad,
unidad en vez de separación y amor en vez de miedo. Lo
opuesto a oír con los oídos del cuerpo es la comunicación a
través de la Voz que habla en favor de Dios, el Espíritu
Santo, el cual mora en cada uno de nosotros. Su Voz nos
parece distante y difícil de oír porque el ego, que habla en
favor del yo falso y separado, parece hablar a voz en grito.
Sin embargo, es todo lo contrario. El Espíritu Santo habla
con una claridad inequívoca y ejerce una atracción
irresistible. Nadie puede ser sordo a Sus mensajes de
liberación y esperanza, a no ser que elija identificarse con
el cuerpo, ni nadie puede dejar de aceptar jubilosamente la
visión de Cristo a cambio de la miserable imagen que tiene
de sí mismo.
La visión de Cristo es el don del Espíritu Santo, la
alternativa que Dios nos ha dado contra la ilusión de la
separación y la creencia en la realidad del pecado, la
culpabilidad y la muerte. Es la única corrección para todos
los errores de percepción: la reconciliación de los
aparentes opuestos en los que se basa este mundo. Su
benévola luz muestra todas las cosas desde otro punto de
vista, reflejando el sistema de pensamiento que resulta del
conocimiento y haciendo que el retorno a Dios no sólo sea
posible, sino inevitable. Lo que antes se consideraba una
injusticia que alguien cometió contra otro, se convierte
ahora en una petición de ayuda y de unión. El pecado, la
enfermedad y el ataque se consideran ahora percepciones
falsas que claman por el remedio que procede de la ternura y
del amor. Las defensas se abandonan porque donde no hay
ataque no hay necesidad de ellas. Las necesidades de
nuestros hermanos se vuelven las nuestras, porque son
nuestros compañeros en la jornada de regreso a Dios. Sin
nosotros, ellos perderían el rumbo. Sin ellos, nosotros
jamás podríamos encontrar el nuestro.
El perdón es algo desconocido en el Cielo, donde es
inconcebible que se pudiese necesitar. En este mundo, no
obstante, el perdón es una corrección necesaria para todos
los errores que hemos cometido. Perdonar a otros es la única
manera en que nosotros mismos podemos ser perdonados, ya que
refleja la ley celestial según la cual dar es lo mismo que
recibir. El Cielo es el estado natural de todos los Hijos de
Dios tal como Él los creó. Ésa es su realidad eternamente,
la cual no ha cambiado porque nos hayamos olvidado de ella.
El perdón es el medio que nos permitirá recordar. Mediante
el perdón cambiamos la manera de pensar del mundo. El mundo
perdonado se convierte en el umbral del Cielo, porque
mediante su misericordia podemos finalmente perdonarnos a
nosotros mismos. Al no mantener a nadie prisionero de la
culpabilidad nos liberamos. Al reconocer a Cristo en todos
nuestros hermanos, reconocemos Su Presencia en nosotros
mismos. Al olvidar todas nuestras percepciones erróneas, y
al no permitir que nada del pasado nos detenga, podemos
recordar a Dios. El aprendizaje no nos puede llevar más
allá. Cuando estemos listos, Dios Mismo dará el último paso
que nos conducirá de regreso a Él.
|
|
|
LECCIÓN 1
Nada de lo que veo en esta habitación [en
esta calle, desde esta ventana,
en este lugar] significa nada.
Mira ahora lentamente a tu
alrededor, y aplica esta idea de manera muy concreta a todo lo que
veas:
Esa mesa no significa nada.
Esa silla no significa nada.
Esta mano no significa nada.
Este pie no significa nada.
Esta pluma no significa nada.
Luego mira más allá de lo
que se encuentra inmediatamente alrededor tuyo, y aplica la idea
dentro de un campo más amplio:
Esa puerta no significa nada.
Ese cuerpo no significa nada.
Esa lámpara no significa nada.
Ese letrero no significa nada.
Esa sombra no significa nada.
Observa que estas expresiones no
siguen ningún orden determinado, ni hacen distinción entre la clase de
cosas a las que se aplican. Ése es el propósito del ejercicio. La
afirmación debe aplicarse sencillamente a cualquier cosa que veas. Al
practicar con la idea del día, hazlo con total imparcialidad. No
trates de aplicarla a todo lo que se encuentre dentro de tu campo
visual, pues estos ejercicios no deben convertirse en un ritual.
Asegúrate solamente de no excluir nada en particular. Desde el punto
de vista de la aplicación de la idea, una cosa es igual que cualquier
otra.
Las tres primeras lecciones no deben
hacerse más de dos veces al día, preferiblemente una vez por la mañana
y otra por la noche. No deben pasar de un minuto más o menos, a no ser
que eso cause una sensación de premura. Una cómoda sensación de reposo
es esencial.
Otras lecciones UCDM
Más Información sobre UCDM
Lección del día de Un Curso de Milagros
|
|
La Gran Invocación fue trasmitida al mundo en 1945
por el bienamado Maitreya como un mantra para esta era. |
|
|