El Tantra es un camino
espiritual origen del Yoga en Oriente y que como todo yoga lo que intenta
es llevarnos a encontrar nuestra verdadera naturaleza, trascender la mente, el
ego, el "yo", para expandir nuestra conciencia al Espíritu que realmente
somos, encarnado aquí en la Tierra. A diferencia de
la mayoría de las vías espirituales, el Tantra no desecha lo "de abajo". El
Tantra no pretende ir a ningún cielo fuera de aquí, sino traer el Cielo a la
Tierra. El Tantra es la visión unitaria, no dualista por excelencia. Y desde
esa visión no dualista, donde todo es lo mismo, donde Dios es todo, donde Dios
está arriba y abajo, el Tantra tampoco rechaza o relega la sexualidad como
opuesta a lo espiritual. Todo lo contrario, el Tantra utiliza la sexualidad
como la poderosa energía sagrada que elevándola nos puede llevar a expandir
nuestra consciencia, una vía directa al Espíritu en nosotros. El Tantra
considera la sexualidad como una energía primaria que está en todo y en
nosotros mismos, en nuestro interior. El Tantra nos enseña a aceptar esa
energía y a hacernos maestros de ella, tanto en nuestra relación con
nosotros mismos como en la relación de pareja. Podemos
considerar pues el Tantra como la vía donde se reconcilian y se unen esas dos
polaridades tierra-cielo, espíritu-materia. Considerando esa dualidad que
siempre ha existido en la psique humana, podríamos afirmar que el Tantra es
la unión de la sexualidad y la
espiritualidad.
Guardada y preservada por
siglos, hasta que la humanidad estuviese en el momento adecuado, esta visión
ancestral del ser humano ha llegado ahora a Occidente, siendo precisamente en
Occidente donde está tomando todo su poder. El mundo está ahora preparado y necesita
las enseñanzas del Tantra. Unas enseñanzas que vienen a desmitificar y limpiar
todo el miedo y todas las consideraciones erróneas y aberrantes que la
humanidad ha fabricado respecto a sí misma, en especial respecto a la
sexualidad y a todo aquello unido a la materia, a la Tierra, a lo femenino. La
visión del Tantra reconcilia y reunifica la polaridad femenino-masculina,
llevándola a su verdadera dimensión, la danza sagrada que crea el Universo.
La Tierra se encuentra ahora en
un momento crucial de despertar generalizado. Una nueva era está comenzando y
un salto fundamental en la conciencia humana se está produciendo. Un salto que
llevará al ser humano y a la Tierra a una nueva dimensión, más allá de la
conciencia de la mente, del ego, que ha dominado la historia de la humanidad
durante miles de años. Y para que este salto tenga lugar, necesariamente el
ser humano deberá abrazar toda la sombra construida en torno a la sexualidad,
a la materia y la relación de lo femenino y lo masculino. No será posible
llegar a esa “nueva dimensión”, no será posible “traer el cielo a la tierra”,
mientras el tema fundamental de la sexualidad no haya sido comprendido y
encarnado en su verdadera dimensión espiritual. No podrá haber paz en la
Tierra hasta que lo femenino y lo masculino se hayan reconciliado y unido.
Esta es la verdadera dimensión del Tantra: “unir en la Tierra lo que ya está
unido en el Cielo”. Eso es para lo que estamos aquí. Eso es para lo que el ser
humano ha venido a la Tierra. Y mientras ese trabajo no sea realizado, la
humanidad seguirá viviendo en un sueño, en una guerra contra la Tierra y
contra sí misma. El paso a la “nueva dimensión” sólo será posible desde un ser
humano reunificado consigo mismo.
Siva y
Shakti, en el Tantra, representan la esencia del
principio masculino y femenino. El Yin y el
Yang, plasmado en todas las manifestaciones de
este Universo. La eterna danza de lo masculino y lo femenino, a través de la
cuál, Dios-Padre-Madre se manifiesta y da origen al mundo.
El Tantra considera que el
Universo es creado a través de esta danza de Dios, del Espíritu, consigo
mismo. El Todo no manifestado, crea en un momento dado esa dualidad
masculino-femenino, se divide, y es a través
de su interacción como el mundo se manifiesta.
El Tantra considera el mundo,
nuestra razón de estar aquí, como la reproducción de esa danza cósmica aquí en
la Tierra, en la materia. Es a través de esa danza en el mundo de la materia
como "se une en la Tierra lo que ya está unido en el Cielo".
En esa danza de lo masculino y
lo femenino, el papel de lo masculino no es otro, según la visión del Tantra,
que venerar a lo femenino, la Tierra, "El Guardián del Grial". Dios se encarna
en la Tierra para "venerarse a sí mismo", y a través de esta veneración se
unen los opuestos y la conciencia del Espíritu "baja" a la materia. Toda la
práctica del Tantra descansa en esta visión y toda la visión del Tantra de las
relaciones hombre-mujer, de las relaciones entre los seres humanos, del ser
humano consigo mismo, con la Tierra y con el cosmos, toda la visión sagrada y
la práctica de la sexualidad, desembocan en ese mismo propósito: la fusión de
lo femenino y lo masculino, interna y externamente. La conciencia de la
Unidad.
Esta conciencia de la Unidad es
la que puede devolvernos la cordura y la paz y llevarnos a un mundo de amor,
donde la Tierra, la Diosa, sea respetada y venerada, donde el hombre y la
mujer, lo masculino y lo femenino, se unan para "traer el Cielo a la Tierra".
El Tantra es un camino de
sanación integral del ser humano, en lo físico, en lo emocional, en lo mental
y en lo espiritual. A través de la práctica tántrica accedemos a un nivel de
conciencia en conexión con todo lo que nos rodea, a un nivel de percepción,
que está más allá de lo personal, “bajamos” la conciencia del Espíritu a la
materia. Esta conciencia más allá del ego conlleva una verdadera sanación a
todos los niveles, pues estamos entonces permitiendo al poder de Dios, del
Universo, actuar a través de nosotros.
El Tantra no es “sexología”.
Por lo tanto no deberíamos acercarnos al Tantra con la expectativa sólo de la
sexualidad. La sexualidad está ahí en el Tantra, y de una forma muchísimo más
poderosa que lo que normalmente conocemos, pero el Tantra es ante todo un
camino de liberación espiritual. No es necesaria la práctica sexual en el
camino del Tantra. El tantrica o la tantrica pueden de hecho elegir en
cualquier momento el camino de la no relación, el camino del ascetismo, no
como rechazo a nada, sino como la inclinación de su espíritu en ese momento.
Pero cuando el tantrica elige la relación, convierte la
relación sexual en una vía espiritual, y es sólo a través de lo que todo esto
implica como podemos acceder a ese poder de la sexualidad tántrica.
La práctica
tántrica conlleva el hacernos maestros de nuestra energía, de nuestras
emociones y de nuestra mente. En la práctica tántrica se da fundamental
importancia a la consciencia de la respiración y a la meditación. A través de
la respiración podemos controlar nuestra mente y nuestra energía, para acceder
al estado de quietud mental y de silencio necesario para conectar con esa
parte superior que está en nosotros y que es nuestro Ser, nuestra mente
Superior.
La práctica
tántrica utiliza cualquier camino que pueda ayudarnos a liberarnos de nuestras
creencias fijas, de nuestros bloqueos emocionales, de nuestro pasado. Desde el
canto y la danza, el trabajo con el cuerpo, las asanas
de yoga, el Taichí, el Chikung,
las dinámicas de grupo, el trabajo Gestalt,
el contacto con la madre naturaleza, todo es apropiado para sacarnos de
nosotros mismos y hacernos conscientes de nuestro cuerpo y nuestra energía.
El tantrika hombre o mujer,
vive la vida desde la conciencia de la unión con todo, desde la energía del
corazón. La capacidad
para “elevar” y unificar la energía desde los chakras
inferiores hasta el chakra del corazón, es
fundamental en el Tantra. Tanto en la práctica individual como en la práctica
en pareja, el tantrika o la tantrika se convierten en verdaderos maestros de
su energía. En la relación de pareja, la pareja tántrica convierte la experiencia del acto
sexual en una experiencia mística de fusión. Elevando la energía sexual hacia
el corazón, la pareja tántrica disuelve su ego, se disuelve el uno en el otro,
entrando en una experiencia de éxtasis meditativo, para disolverse después en
la conciencia de unidad con todo (Shamadi
tántrico).
En todo este
proceso, la energía sexual, el fuego de la energía Kundalini, no se reprime.
La pareja tántrica se sienta en el fuego de deseo y lo convierte en
meditación. No renunciamos al placer, sino que lo elevamos desde lo meramente
instintivo hasta quedar disuelto en el éxtasis de la fusión.
©
Tantra Nueva Tierra
Keshavananda (Jesús
Gómez)