Estimados trabajadores de la luz,
Os
dejamos con la demoledora lección del día de hoy de
Un Curso de Milagros, que en su poderoso lenguaje
canalizado del maestro Sananda, viene a aclarar y
poner orden en esa confusión que rodea en el mundo
de la conciencia a los conceptos de la luz y la
oscuridad.
La
Conciencia es Conciencia. Y la Conciencia
simplemente disipa las ilusiones. Y eso es lo que es
la oscuridad: ilusión. Cuando la Conciencia viene es
inevitable ver y elegir la verdad sobre uno mismo,
puesto que como afirma esta lección de Un Curso de
Milagros:
"Ni la fuente de la luz ni la de
la oscuridad pueden encontrarse fuera de ti".
"¿Quieres realmente estar en el
infierno? ¿Quieres realmente gemir, sufrir y morir?.
Olvídate de los argumentos del ego que tratan de
probar que todo eso es realmente el Cielo. Tú bien
sabes que no lo es. Eso no puede ser lo que tú
deseas para ti mismo. Hay un punto más allá del cual
las ilusiones no pueden pasar. El sufrimiento no es
felicidad, y la felicidad es lo que realmente
deseas".
"Deja que hoy se haga tu
voluntad, y pon fin de una vez por todas a la
absurda creencia de que prefieres el infierno al
Cielo".
Un
saludo en el amor y el servicio.
Namaste.
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Lección 73
Mi voluntad es que haya luz.
Hoy vamos a examinar la
voluntad que compartes con Dios. Dicha voluntad no es lo mismo que los
vanos deseos del ego, de los cuales emanan las tinieblas y la nada. La
voluntad que compartes con Dios encierra dentro de si todo el poder de
la creación. Los vanos deseos del ego no se pueden compartir y, por lo
tanto, no tienen poder alguno. Sus deseos no son infructuosos en el
sentido de que pueden dar lugar a un mundo de ilusiones en el cual
puedes llegar a creer ciegamente. Desde el punto de vista de la
creación, no obstante, son ciertamente infructuosos, pues no dan lugar a
nada que sea real.
Los vanos deseos y los resentimientos son socios o co-fabricantes del
mundo tal como lo ves. Los deseos del ego dieron lugar al mundo, y la
necesidad del ego de abrigar resentimientos - los cuales son
indispensables para sustentar este mundo - lo pueblan de figuras que
parecen atacarte y hacer que tus juicios estén "justificados" Estas
figuras se convierten en los intermediarios que el ego emplea en el
tráfico de resentimientos. Se interponen entre tu conciencia y la
realidad de tus hermanos. Al contemplar dichas figuras, no puedes
conocer a tus hermanos ni a tu Ser.
Pierdes conciencia de tu voluntad en esta extraña transacción en la que
la culpabilidad se trueca una y otra vez, y los resentimientos aumentan
con cada intercambio. ¿Cómo iba a haber podido crear semejante mundo la
Voluntad que el Hijo de Dios comparte con su Padre? ¿Acaso creó Dios
desastres para Su Hijo? La creación es la Voluntad conjunta de Ambos.
¿Cómo iba Dios a crear un mundo que pudiese destruirlo a Él?
Hoy trataremos una vez más de ponernos en contacto con el mundo que está
acorde con tu voluntad. La luz está en él porque no se opone a la
Voluntad de Dios. No es el Cielo, pero la luz del Cielo resplandece
sobre él. Las tinieblas han desaparecido, al igual que los vanos deseos
del ego. Sin embargo, la luz que resplandece sobre dicho mundo es un
reflejo de tu voluntad. Por lo tanto, es dentro de ti donde la
buscaremos.
Tu imagen del mundo tan sólo puede reflejar lo que está dentro de ti. Ni
la fuente de la luz ni la de la obscuridad pueden encontrarse fuera de
ti. Tus resentimientos nublan tu mente, y, como consecuencia de ello,
contemplas un mundo tenebroso. El perdón despeja las tinieblas, reafirma
tu voluntad y te permite contemplar un mundo de luz. Hemos subrayado
repetidas veces que es fácil salvar la barrera de los resentimientos, y
que ésta no puede interponerse entre tu salvación y tú. La razón es muy
simple. ¿Quieres realmente estar en el infierno? ¿Quieres realmente
gemir, sufrir y morir?
Olvídate de los argumentos del ego que tratan de probar que todo eso es
realmente el Cielo. Tú bien sabes que no lo es. Eso no puede ser lo que
tú deseas para ti mismo. Hay un punto más allá del cual las ilusiones no
pueden pasar. El sufrimiento no es felicidad, y la felicidad es lo que
realmente deseas. Eso es lo que en verdad es tu voluntad. y por ende, la
salvación es asimismo tu voluntad. Tú quieres tener éxito en lo que nos
proponemos hacer hoy Así que lo emprendemos con tu bendición y grata
conformidad.
Tendremos éxito hoy si recuerdas que lo que quieres para ti es la
salvación. Quieres aceptar el plan de Dios porque eres parte integrante
de él. No tienes ninguna voluntad que realmente se pueda oponer a ese
plan, ni tampoco es ése tu deseo. La salvación es para ti. Por encima de
todo, quieres tener la libertad de recordar quién eres realmente. Hoy es
el ego el que se encuentra impotente ante tu voluntad. Tu voluntad es
libre, y nada puede prevalecer contra ella.
Abordaremos los ejercicios de hoy, por lo tanto, con entusiasma y
confianza, seguros de que encontraremos lo que es tu voluntad encontrar
y de que recordaremos lo que es tu voluntad recordar. Ningún deseo vano
puede detenernos ni engañarnos con ilusiones de fuerza. Deja que hoy se
haga tu voluntad, y pon fin de una vez por todas a la absurda creencia
de que prefieres el infierno al Cielo.
Comenzaremos nuestras sesiones de práctica más largas reconociendo que
el plan de Dios para la salvación, y sólo el Suyo, es el que está en
completo acuerdo con tu voluntad. No es el propósito de un poder extraño
que se te impone en contra de tu voluntad. Es el único propósito aquí
con el que tú y tu Padre estáis perfectamente de acuerdo. Triunfarás
hoy: la hora señalada para la emancipación del Hijo de Dios del infierno
y de todos los deseos vanos. Su voluntad queda ahora reinstaurada en su
conciencia. Él está dispuesto hoy mismo a contemplar la luz que mora en
él y a salvarse.
Después que te hayas recordado esto a ti mismo y hayas resuelto mantener
tu voluntad claramente en tu mente, repite para tus adentros estas
palabras con templada determinación y tranquila certeza:
Mi voluntad es que haya luz.
Quiero contemplar la luz que refleja la Voluntad de Dios y la mía.
Deja entonces que tu voluntad se afirme a sí misma, unida al poder de
Dios y en unión con tu Ser. Pon el resto de la sesión de práctica bajo
Su dirección. únete a Ellos que te señalan el camino.
En las sesiones de práctica más cortas, declara nuevamente lo que
realmente deseas. Di:
Mi voluntad es que haya luz.
La obscuridad no es mi voluntad.
Debes repetir esto varias veces por hora. Es de suma importancia, no
obstante, que apliques esta idea de inmediato si te sientes tentado de
abrigar cualquier clase de resentimiento. Esto te ayudará a desprenderte
de todos ellos en lugar de seguir abrigándolos y ocultándolos en la
obscuridad.
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