Entrevista a Ghislaine Lanctôt
«Es el estado del alma lo que
determina la salud»
Fecha del artículo 3/3/2007 / Fecha de alta en Natural 2/3/2007
La polémica autora del
libro La mafia médica prepara el lanzamiento en España de su segundo libro
¿Qué he venido a hacer en esta tierra? (What the Hell Am I Doing
Here Anyway?), que estará a la venta a finales del mes de abril. Ambos
libros han sido publicados por ediciones Vesica Piscis. Desde que Ghislaine
publicó su primera obra en la que pone en tela de juicio el funcionamiento del
sistema médico –por ocuparse de la enfermedad, más que de la salud–, muchas
conciencias han quedado inquietas. Para avivar estos temas la autora, que
transmite paz y seguridad, nos ha concedido un poco de su tiempo para compartir
con los lectores de Natural su filosofía de vida.
Ghislaine Saint-Pierre Lanctôt nació en 1941, su padre y su abuelo eran
farmacéuticos y ella empezó la carrera de Medicina para complacerles. «Yo quería
ser filósofa. Pero creía que lo de pensar no iba a aportarle nada a la gente.
Pensé, voy a hacer algo útil, que beneficie a la población, y como me crié en
este ambiente decidí hacer la carrera de Medicina. Al final he dejado todo eso y
lo que hago ahora es lo que quería hacer desde el principio». Guislaine está
divorciada y tiene cuatro hijos. «Lo que a mí me abrió los ojos –continúa la
escritora– fue mi divorcio. Es lo que me despertó. Cuando los niños estaban en
casa con su padre tenía tiempo para mí, no sabía lo que era eso, me había
olvidado de mí misma. Yo trabajaba pero me ocupaba mucho de la familia, para mí
era la prioridad. Entonces como un fin de semana de cada dos no tenía a los
niños, estaba obligada a ocuparme de mí misma y es así como empecé a
evolucionar, a conocer gente y a descubrir cosas, a salir de la prisión de la
familia. Después de esto, viví seis años en Estados Unidos. Yo nací en Montreal
(Canadá), pero entre 1984 y 1990 estuve en Estados Unidos. Esta experiencia me
abrió los ojos sobre lo que es el negocio de la medicina porque es así como lo
llaman allí, aquí en Europa y en Canadá hacen creer que es como trabajar por el
bien del enfermo, que es un tema social. A la vuelta de Estados Unidos escribí
La mafia médica cuya primera edición se publicó en 1994».
El colegio de médicos le hizo una demanda, el proceso duró un año y desde
entonces la escritora imparte seminarios para que la gente entienda y tome
conciencia de que es el estado del alma lo que determina la salud mental. «Cómo
mejorar el estado de mi alma para mejorar el estado de mi cuerpo», dice
Ghislaine.
Pregunta: Su visión actual de la salud es completamente distinta a cuando era
médico ¿En qué momento y por qué dio usted un giro radical a su carrera?
Respuesta: A lo largo de los años empecé a ver cosas que no me parecían
sensatas, que no tenían lógica, como por ejemplo seguir dando medicamentos
aunque no funcionaran, aunque no se curara la persona. Yo no entendía, por
ejemplo, como en un cáncer se aplicaba la quimioterapia si lo que hace es
enfermar aún más a la persona que acaba por morirse de todos modos.
Cuando aparecieron las medicinas suaves pensé que eso era interesante, y yo he
ido a encontrarme con personas que practicaban la medicina alternativa y
entonces me di cuenta de que lo que hacían ellos era muy interesante, incluso
mejor que lo que hacíamos nosotros en la medicina convencional. Esas personas me
acogieron, me mostraron lo que hacían, cómo actuaban. Y yo pensé: ¿por qué no
nos han enseñado esto a los demás médicos? ¿Cómo puede ser que no lo enseñen en
la facultad y que además a estas personas las tachen de charlatanes y de
estafadores?
Yo me encontré con ellos y vi que eso no era cierto, no eran charlatanes. Así
fue como me empecé a plantear cosas. Cuando acabé la carrera de Medicina yo
estaba convencida de que hacia el año 2000 ya no habría más enfermedad en el
mundo, tenía una confianza ciega en la medicina que me habían enseñado. Sin
embargo, yo veía que el tiempo pasaba y que la salud de las personas iba
empeorando. Me percaté también de que medicamentos que no funcionan se siguen
recetando, y que se practicaba una guerra en contra de las medicinas
alternativas. Además yo era flebóloga y había abierto centros de flebología en
distintos lugares del país, lo que me llevó a experimentar de cerca el negocio
de la medicina tradicional. Y ahí sí que entendí muchas cosas.
P: ¿Qué papel juegan para usted las medicinas alternativas?
R: Las medicinas alternativas producen un bienestar más interesante que el que
proporciona la medicina convencional. La medicina convencional corta, quema y
envenena. Corta con las operaciones, envenena con la quimio y envenena con los
rayos. Las medicina suaves pueden poner orden de forma temporal en el cuerpo,
pero como el problema está en el alma, antes o después habrá que afrontar el
problema del alma.
Es el alma quien enferma a los demás cuerpos. Por ejemplo: mi trabajo ya no me
conviene, tengo náuseas por la mañana cuando pienso que tengo que ir a trabajar,
entonces empieza a dolerme la espalda, las rodillas, la tripa. Puedo ir a ver a
alguien que practique la medicina suave, va a ayudar a mi cuerpo, puedo tener
tratamientos de técnicas energéticas que ayuden a mi cuerpo emocional y mental;
pero hasta que no solucione lo que pasa con mi trabajo voy a seguir enfermando
porque mi alma me dice «sal de aquí». Es interesante porque el alma entrega un
mensaje cada vez más fuerte y cuando no entiendes te lanza un ladrillo a la
cabeza: un accidente de coche, un divorcio, alguien que muere en la familia, una
enfermedad, perder el trabajo… Algo fuerte para que tú reacciones.
P: ¿Puede ser que a unos les sorprenda un accidente y a otros les anuncien que
tienen metástasis?
R: Sí, pero la metástasis no existe, son cánceres secundarios, cánceres que se
desarrollan después del primario. Pero no existe esta idea de metástasis, es
otra mentira de la medicina convencional.
P: Desde su punto de vista como «médica del alma» ¿cree que hay alguna solución
a este tipo de enfermedades?
R: Nunca es demasiado tarde, la sanación puede ocurrir en cualquier momento. El
problema es que cuanto más acuda al médico, más miedo voy a tener y más voy a
enfermar. Es un círculo vicioso. Por eso yo digo «deja de ir al médico».
P: ¿A usted le va bien esta filosofía de vida?
R: A mucha gente le funciona, no sólo a mí. No es el médico el que puede
sanarme, él hace que yo enferme más y acabo muriéndome.
P: Cada vez hay más casos de cáncer cuyos enfermos reciben quimioterapia. ¿No
cree que en algunos casos la quimioterapia cura?
R: La quimioterapia es veneno. Normalmente no hace bien a nadie. Hay que saber
que hay siempre un conflicto, cualquier enfermedad es psicosomática. Siempre hay
un conflicto a raíz de una enfermedad, pero si yo identifico el conflicto y lo
soluciono, la enfermedad se va. Es así que yo entendí que la medicina estaba
totalmente controlada por el dinero. Entonces, lo que nosotros hacíamos como
médicos era enfermar más a las personas para así generar ganancias para la
industria. Entonces, ¿qué es la salud? En la facultad sólo me enseñaron lo que
es la enfermedad. Entonces, ¿qué es gozar de buena salud? Yo llegué a la
conclusión de que el cuerpo sólo manifiesta el estado del alma. Y cuando mi
cuerpo está enfermo es porque mi alma está enferma. Entonces el cuerpo por sí
solo no enferma, es como un espejo que refleja lo que pasa dentro. Para ver mi
alma, miro mi cuerpo y veo lo que hay en mi alma. Entonces no sirve de nada
tratar sólo el cuerpo. Hay que mirar el alma, ¿qué es lo que no funciona en el
alma, cuál es la enfermedad del alma? Es la guerra.
Porque mi alma me dice internamente que haga algo y mi ego me dice que haga lo
contrario. Entonces hay una guerra interna. La enfermedad es siempre la
manifestación de un conflicto dentro de mí. Hay dos aspectos: el cuerpo y el
alma. ¿Qué quiere el alma? El alma quiere la emancipación del ser y el cuerpo
quiere la seguridad del haber, del tener. Cada uno tira por un lado, el estrés
significa la guerra interior. Cuando trato el alma, todo el cuerpo se alinea
sobre este equilibrio. No quiero decir que no haya que cuidar el cuerpo físico,
sino hacer las cosas en el orden correcto. Primero el alma, después el cuerpo
mental, después el cuerpo emocional y después el cuerpo físico. Y lo solemos
hacer al revés. La medicina convencional se encarga del cuerpo físico, y no
trata el resto.
P: ¿No cree que la propia sociedad demanda que el médico se ocupe del cuerpo
físico y le dé una medicina para el dolor?
R: Absolutamente. La sociedad misma, nosotros somos los que creamos esta mafia a
nuestra imagen y semejanza. El problema es que damos prioridad al «tener» sobre
el «ser», ése es el desorden, priorizar el cuerpo en vez del alma. Para volver
al orden hay que dar prioridad al alma en lugar de otorgársela al cuerpo, eso
genera orden, paz y salud. Eso, en definitiva, es la salud.
P: Eso es mucho más complicado que tomarse un pastilla…
R: Cierto, pero ¿qué hace una pastilla? Te da la ilusión de que estarás mejor,
pero con el tiempo reaparecen los síntomas.
P: En el caso del paludismo, por ejemplo, alguien sano se enferma por beber agua
contaminada, ¿también en este caso insiste en su teoría?
Eso es válido para todo. No hay ningún microbio exterior que pueda enfermar, soy
yo la creadora de mis enfermedades. Y ésta es la verdadera enfermedad del alma,
el no saber que soy yo quien la está creando. Como yo pienso que no soy
responsable, me imagino creadores exteriores: microbios, tumores, etc. Por
ejemplo un simple catarro: hace frío, me cojo un catarro. Y por lo tanto puedes
tener un catarro en verano, es un sinsentido, no tiene nada que ver con el frío.
Con esta estructura de pensamiento voy generando la guerra hacia los factores
exteriores. Y por eso se crearon las vacunas. ¿Qué son las vacunas? Dar la
enfermedad de forma más debilitada para que el cuerpo reaccione. Es decir, no
tengo la enfermedad pero si algún día la contraigo, sería menos grave porque ya
me he puesto la vacuna. Te voy a dar otro ejemplo, tengo miedo de que mi hija
sea violada. Entonces le voy a dar un violador debilitado, entonces si un día la
violan será menos grave porque habrá tenido un pequeño violador y entonces
estará preparada. La vacuna funciona igual. Es algo de locos. Vivir en el
desorden lleva a este tipo de locuras. Por ejemplo, la gripe aviar. ¡Es
extraordinario! Cerca de donde vivo había una experta muy seria que vino de
parte de las autoridades médicas y nos ha dado cifras: en el plazo de nueve años
se murieron cerca de 152 personas de gripe aviar en el mundo, solo en Canadá
mueren cada año 10.000 personas por errores médicos, no de enfermedad sino de
equivocaciones. ¡Yo creo que más bien habría que vacunar a los médicos! (risas).
No hay epidemia, no hay nada. Entonces se ha creado una pandemia a escala
mundial, en la cual se han gastado millones de dólares para tratarla pero no hay
nada. Esto está en preparación desde hace muchos años. Llevamos de cinco a siete
años oyendo hablar de una pandemia. ¿Cómo se puede anunciar que va a haber una
pandemia? Una epidemia surge, ocurre, pero no la puedo prever, es un montaje.
P: Pero la gente tiene miedo…
R: Sí, es una forma de manipulación mental para llevarles a pensar que va a
ocurrir una epidemia. Y un día cuando ocurra las autoridades dirán que ya lo
habían previsto. Es algo que está preparado desde hace mucho tiempo, hay un
proceso escondido detrás de esto. Yo no sé exactamente lo que es, puede ser por
ejemplo ponerle a todo el mundo un chip electrónico porque cuando hay una
campaña de vacuna se puede poner cualquier cosa en la jeringuilla. Así que es
posible que haya una estrategia que consista en decir que hay una epidemia y que
hay que vacunar a todo el mundo y entonces pondrían el microchip. Yo estoy
segura de que hay algo detrás, un propósito escondido en decir que hay una
epidemia y que hay que tener cuidado. Es una hipótesis. De todos modos sea para
lo que sea el propósito es el control sobre la población.
P: ¿Tiene todo esto algo que ver con la trilogía de la mentira de que habla en
su libro La mafia médica?
R: Absolutamente. Hablo mucho de las vacunas en el libro y lo que yo digo a este
respecto en el libro es lo que desencadenó la ira del colegio médico. Porque las
vacunas no se tocan, son sagradas, puedes hablar de cualquier cosa, la
industria, los medicamentos, pero cuidado con las vacunas. Porque las vacunas
otorgan importantes ganancias a la industria, pero a las personas les puedes
transmitir cualquier cosa. La vacuna es un medio para producir genocidios con un
blanco específico.
Cuando se quiere distribuir a un pueblo o a una raza, la administran, mira lo
que está ocurriendo en África. Ellos lo llaman sida, pero ¿qué significa sida?
«Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida». Entonces es el propio sistema
inmunitario que se ha debilitado, de modo que cualquier afección es mucho más
grave.
P: ¿Quién está detrás de toda esta estrategia?
R: Los que mandan. Hay un gobierno mundial que tiene todos sus ministerios, para
la salud es la OMS, pero también están la UNESCO, UNICEF, FAO, FMI, Banco
Mundial, etc. Todos los países miembros de la ONU obedecen las órdenes del
gobierno mundial.
P: ¿Ve solución para esta situación?
R: Sí (risas) sino mal vamos. La solución que yo propongo en el libro es la
soberanía individual. Es tomar conciencia como persona individual de que soy yo
la que tiene el verdadero poder. Por ejemplo, los McDonald’s, cuando la gente
deja de ir a estos restaurantes la empresa se debilita, son las multinacionales,
que son todopoderosas. Si yo dejo de comprar y de dar dinero a las
multinacionales ya no valen nada, no ganan dinero. Si los enfermos dejan de ir
al médico, se derrumba el sistema médico, si dejo de pagar impuestos no hay
gobierno. Entonces ¿dónde está el verdadero poder?, en la persona y la palabra
SOBERANÍA, significa el poder último, el más alto, que siempre hemos pensado que
estaba fuera y está dentro de nosotros.
Si pensamos en el poder más elevado, pensamos en Dios. Y ¿qué es Dios? Es el
espíritu que crea todo el universo y esto está dentro, no fuera. La solución
viene cuando yo tomo conciencia de quién soy verdaderamente y que voy a
comportarme tal y como yo soy, encontraremos la salud perfecta y la
inmortalidad, que es más interesante que morir ¿no?
P: Y ¿Cuál es el primer paso que debemos dar?
R: Primero empieza por tomar una decisión, que consiste en dar rienda suelta a
mi alma, es mi alma quien manda y no el ego, entonces dejo de pelearme,
significa escuchar lo que me dice mi alma. Por ejemplo, mi alma me dice: «deja
este trabajo, ya no resuena contigo, deja de hacer eso»; pero el ego me va a
decir: «No, ¿estás loca o qué?, tienes que pagar el alquiler, sostener la
familia, ser buena madre o buen padre...». Esa es la guerra, entonces dejo de
pelear y escucho a mi alma. Y el ego empieza a agitarse y a ponerse inquieto
¿qué va a pasarme? Quiere controlar, es su función. ¿Qué va a ser de mí? Pues no
lo sé, soy yo la que va creando qué va a pasarme. ¿Me voy a pelear conmigo
misma? No, voy a hacer las paces.
Algo que se puede hacer varias veces al día y que mejora automáticamente cada
vez la salud es decir la verdad. Mentimos todo el tiempo, pero incluso sin
darnos cuenta, estamos tan acostumbrados a hacerlo… tenemos mentiras gordas y
otras que se llaman «medias verdades», pero la mitad que falta es una mentira. Y
hay otra categoría de mentiras que son por omisión. Y esto se llama un secreto.
A veces mi hijo viene a verme y me dice: «Mamá, tengo que decirte algo, pero no
se lo digas a nadie». Si es un secreto y tú no puedes guardarlo, no me pidas a
mí que lo guarde. Si para ti es un secreto y me lo transmites a mí porque pesa
mucho sobre tus hombros, yo tampoco lo voy a guardar.
Son cosas del día a día. Si me quedo en la mentira y siempre estoy mintiendo,
poco a poco voy destruyendo mi salud. Miento porque tengo miedo, es el ego el
que miente, el alma nunca miente, dice que diga la verdad. Cosas así pequeñas
hacen que vaya mejorando mi salud en vez de empeorarla.
¿Qué es la fiesta del día del padre o del día de la madre? Son fiestas
comerciales que me están obligando a celebrar la fiesta y comprarle algo. ¿Qué
estoy celebrando con esto? Celebro que mi madre se ha sacrificado toda su vida
por sus hijos, que ha luchado toda su vida para mantener su papel de madre o
celebro que mi padre toda su vida ha trabajado para conseguir que su familia
viva bien. En definitiva, celebro que mi madre y mi padre han hecho todo lo
posible para seguir juntos y mantener a la familia unida. Celebro la enfermedad
y la muerte, hay que pensar en eso. ¿Qué es el padre y la madre? La muerte.
Cuando esas personas se han quedado juntos aunque no tengan nada que ver unos
con otros, ya se ha acabado la cosa, pero se han quedado juntos para que la
familia se mantenga unida, en vez de escuchar a su alma. Y yo voy y digo,
«gracias». Otro ejemplo cercano sería celebrar el día del padre o de la madre. Y
podría explicar a mis padres que no voy a celebrar ese día, que tengo gratitud y
reconocimiento por todo lo que han hecho por mí, pero que no voy a celebrar un
rol, un papel que destruye el alma, hace que envejezcamos y muramos. Y entonces,
¿qué dirá mamá? Lo que me impide tomar esta decisión es el miedo a que mamá o
papá no me quieran porque sigo esperando el amor exterior. En vez de darme
cuenta de que el amor está dentro de mí, soy yo quien puedo amarme a mí misma.
Si voy buscando el amor exterior, sufro. Si yo vivo con amor por mí enfocado
hacia mi interior, no por miedo de lo que la gente pueda pensar de mí, mi salud
mejora. Entonces vamos a ser seres inmortales, eso no significa que nos vamos a
quedar por siempre vivos aquí, sino que puedo encarnarme y desencarnarme a
voluntad. Puedo materializarme y desmaterializarme, depende de mí.
Es una cuestión de la evolución de la conciencia humana y cuando haya suficiente
número de personas que sean conscientes de esto, vamos a alcanzar la masa
crítica. Hay personas que darán el salto y otras que no. Eso ya se pude ver, son
más o menos 100.000 personas sólo en el planeta. Por ejemplo, toco aquí y siento
un bulto en el pecho. Tengo dos posibilidades o me quedo aquí quieta y no hago
nada o me voy corriendo al médico. Si voy al médico me va a decir que tengo un
cáncer. En la mente está escrito «Cáncer igual a muerte». Entonces si yo he
sentido miedo y he ido al médico, el doctor me ha asustado aún más y me
recomienda quimioterapia. A mí eso no me agrada porque la gente que conozco que
se la ha hecho se pone verde, siente náuseas, no tiene pelo y tienen un estado
muy debilitado y triste. Entonces cada vez tengo más miedo, cada vez estoy más
enfermo y cada vez me acerco más a la muerte.
Eso ocurre si tomo la opción del médico. En el otro caso mi cuerpo me muestra
que hay un conflicto interno, el bulto en este pecho es un regalo que me hago a
mí misma, no quiero quitármelo, es mi espejo el que me está indicando algo. Le
voy a decir al bulto: ¿qué tienes que decirme?, háblame. Gracias por
manifestarte. Te escucho, háblame de mi conflicto. Entonces yo digo a mi alma:
te dejo libre. Voy a vivir y sentir el miedo a morir. De esta forma yo puedo
sanar definitivamente, no una remisión temporal, una verdadera sanación.
Por ejemplo, ¿qué es un divorcio? Una ruptura. Algo me dice: «no, no te tienes
que divorciar, quédate junto a esa persona» y algo me dice: "no, ya se acabó".
Actualmente hay más divorcios porque la conciencia se eleva y la gente hace más
caso a sus sentimientos. El divorcio y dejar un trabajo no son buenas opciones
para la seguridad del haber. Hay cada vez más personas que dejan carreras
brillantes porque ya no le encuentran sentido a lo que hacen. Es normal porque
la conciencia se eleva.
Si no hago caso a mi alma y sigo en ese trabajo me enfermo y cuando voy al
médico me manda antidepresivos. ¿Y qué son los antidepresivos? Son drogas que
hacen que yo ya no sienta nada. «Mi trabajo bien, seguiré con él». Con ayuda de
estas pastillas soy efectivo y puedo seguir pagando la hipoteca.
Algo que causa mucho estrés es el endeudamiento de las familias. Una manera de
sanarse es salir de este sistema de endeudamiento porque supone esclavitud. Es
la «simplicidad voluntaria» es un movimiento social de gente que lo adopta
deliberadamente. Yo no lo recomiendo como movimiento social, pero sí como medida
temporal para salir de esta trampa. De forma que las necesidades materiales
dejan de ser la prioridad en mi vida y más bien es el alma lo prioritario. La
«simplicidad voluntaria» consiste en reducir las necesidades materiales. Por
ejemplo si tengo una casa grande con una hipoteca muy elevada, un cochazo a
juego con la casa, hijos que visten de marca, van a una escuela privada, etc.
Todo eso cuesta dinero y tengo que seguir trabajando, pero ya no me gusta mi
trabajo y ahí estoy preso y eso es un estrés tremendo. La persona piensa que no
tiene salida: si dejo mi trabajo ya no seré capaz de ofrecer caprichos a mis
hijos, perderé a mis amigos pijos, mi prestigio, mi mujer, reputación… No se
puede imaginar la vida sin nada de eso, pero es posible. Vendo la casa, vendo el
coche, vamos a una casa más pequeña, los niños dejan de ir al colegio público y
se les manda a uno privado y así tengo tiempo para mi alma. Eso es realmente la
salud, esas cosas de la vida cotidiana son las que hacen que mi salud esté mejor
o peor.
P: Usted demostró ser muy valiente cuando escribió el libro La mafia médica que
le costó la expulsión del colegio de médicos, supongo que vivió un conflicto
importante. ¿Cómo se decidió a dar el paso?
R: Yo sabía que publicando este libro se acababa para mí la carrera de medicina.
Yo me acuerdo de ese momento y me dije: «Si no escribo este libro, me muero».
Quizás no hubiera muerto rápidamente, pero sí a nivel del alma. No fue tan
difícil, más difícil fue dejar mi papel de «buena madre».
P: ¿A qué se refiere?
R: Mis niños ya no lo son, ya no soy madre. Tuve que dejar de preocuparme por
mis hijos. Un pasaje importante fue que mi casa ya no era más su casa. Yo tengo
dos hijas y cada una de ellas había dejado en mi casa dos tazas para el
desayuno. Hace más de un año llegó una amiga y me ofreció dos tazones, no tenía
sitio para ponerlas todas y decidí quitar las tazas de mis hijas. ¡Eso fue
tremendo! Era como un enlace, un símbolo del vínculo con mis hijas y se trataba
de cortar ese tipo de lazos. Entonces una dijo que vale y la otra dijo que ni
hablar y volvió a colocar la taza en su sitio. Yo le dije: «pues tú haz lo que
quieras, pero yo ya he hecho lo que tenía que hacer».
P: El desapego, entonces, ¿tiene que ver con conseguir una buena salud?
R: Sí, desapegarse de los papeles de madre, de hija, etc. Cuando estoy apegada a
algo es que tengo miedo de perderlo y si tengo muchos apegos no puedo avanzar.
Con mi libro La mafia médica todo se fue, el título de médica, la profesión,
pero para mí era muy fácil. Cada uno tenemos cargas y apegos distintos. También
hay gente que tiene apegos a los apellidos y tiene hijos para perpetuar el
apellido de la familia.
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