Según el Tantra, el universo es un experimento de Dios consigo mismo. Dios, Siva en la tradición tántrica, el Todo no manifestado (Parasiva), en un momento dado se divide así mismo en yin/yang, femenino y masculino y crea el mundo manifestado, siendo la energía masculina, la parte de Dios mismo ligada a la conciencia y la energía femenina la parte ligada a la manifestación, a la materia, Shakti. Shakti (Parashakti) es la pura consciencia, el sustrato o sustancia original que sustenta todas las formas. Parashakti, la Suprema Energía, es conocida a través de diferentes nombres: el silencio, el amor, el ser, el poder, el conocimiento supremo. Satchidananda es su esencia, existencia absoluta, conciencia absoluta y dicha absoluta. Irradia la luz divina, la energía y el conocimiento. Más allá de Siva, Shakti deviene como la primera manifestación de la mente, la superconsciencia o conocimiento infinito. Shakti es la presencia y el poder sustentador de Siva en el universo.
Ambas energía están contenidas en todo y están en un continuo movimiento de relación la una con la otra, en una perpetua danza. La Tierra formaría parte de ese experimento cósmico y sería un lugar de experimentación de la dualidad. Todo el escenario de la Tierra no es más que una creación de la mente cósmica en esa danza antes mencionada, y el ser humano sería el canal en la Tierra de esa proyección de la mente cósmica, a través de la cual fluyen las dos energías arquetípicas de lo femenino y lo masculino, yin y yang. Ambas energías están tanto en el hombre como en la mujer, siendo no obstante, la mujer un canal primordialmente femenino y el hombre un canal primordialmente masculino.
De esta forma, Dios, la conciencia del Espíritu se manifiesta en el mundo material y todo nuestro trabajo aquí en la Tierra no sería otro que el unir ambas polaridades, unir los opuestos aquí en la materia, llevando la conciencia del Espíritu a la misma, uniendo el Cielo y la Tierra.
Lejos de la confusión en la que el ser humano ha caído en su evolución en la materia, nuestro papel aquí no sería otro que venerar a lo femenino, a la Tierra, como manifestación primordial de lo femenino, la Diosa. Dios se encarna en la Tierra para venerarse a sí mismo en la materia y de esta forma se unen los opuestos, lo que ya está unido en el cielo, se une en la tierra. El papel de lo masculino, del hombre como canal principal de esa energía masculina, lejos de explotar y de "machacar" a lo femenino, a la Tierra y a la mujer, como en su confusión a través de la historia ha llevado a cabo, no sería otro que el de venerarla, ser el "guardián del grial", como en las viejas tradiciones se conocía. Dios-masculino encarna en la Tierra para venerar a Dios-femenino, (a sí mismo). De esta manera se cierra el círculo y la conciencia de Dios "baja" a la materia. La historia de la humanidad es completamente opuesta a esto. Lejos de venerar a lo femenino, lo masculino cayó en la "ilusión" de su superioridad, dedicándose a machacar toda expresión de lo femenino, a explotar la Tierra.
El Tantra ha sido definido como el camino del culto a lo femenino. El culto a lo femenino como energía arquetípica del universo y a todas sus manifestaciones a través del mundo manifestado.
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