La mujer en el acto sexual tántrico representa el poder de la Diosa. La diosa, Shakti, se entrega al hombre, la encarnación del dios, Siva. Ambos reconocen mutuamente el uno en el otro su parte divina. El acto sexual tántrico es una comunión, una fusión simbólica y física de las dos energías arquetípicas del universo, más allá de las luchas y proyecciones emocionales que marcan generalmente las relaciones sexuales entre hombre y mujeres. El acto sexual tántrico se convierte en alquimia, en una oportunidad de sanación para transcender todos esos conflictos de separación que han marcado la confusa relación del hombre y de la mujer a lo largo de la historia. Así como el hombre debe aprender a "abrir su corazón", más allá de su coraza masculina habitual, la mujer debe aprender a sanar y transcender su herida interna. La herida arquetípica de lo femenino. Una herida colectiva provocada por el mal entendimiento de nuestro papel en la Tierra, que ha llevado históricamente a la utilización y al aplastamiento de lo femenino. Una herida en la que todos hemos participado, a través de nuestras diferentes encarnaciones como hombres y como mujeres. Esa herida, fruto de nuestra inconsciencia e ignorancia, debe ahora ser sanada y la mujer debe aprender a abrazarla, a reconocerla y a transcenderla conscientemente. Sin abrazar esa herida, la mujer no puede salir de sus patrones de culpabilidad, de sentirse utilizada y de lucha contra lo masculino y la experiencia tántrica de unión se ve así bloqueada.

La mujer que se ha sanado así misma acepta completamente al hombre y ve en el su parte divina, Siva. A través de la experiencia tántrica de lo masculino sagrado, la mujer integra internamente su parte masculina, permitiéndola recuperar de esta forma su verdadero poder femenino. El poder de la Diosa en la Tierra.