El acto sexual de esta forma se convierte en una experiencia de meditación. A través de la meditación, los yoguis han perseguido desde todos los tiempos transcender la mente del ego (mente inferior) y conectar con esa otra realidad del Ser (mente superior o supramental) que somos y que se encuentra más allá de cualquier objetivo mental o experiencia del tiempo. La experiencia del samadhi o conexión con esa otra dimensión del Ser es una experiencia de dicha, de éxtasis supremo (Satchidananda). Al experienciar su verdadera naturaleza, el ser individual que anteriormente se creía separado, toma conciencia de su unión con todo y de su verdadera naturaleza transcendente, omnipotente y eterna. Esta es la experiencia de la iluminación meditativa que tantos seres humanos han buscado a lo largo de la historia. Los tantricas utilizan la energía sexual como la fuerza primordial ligada a lo intrínseco del universo que les permite catapultarse a esa experiencia del Ser. A través de su entrega y de la experiencia de fusión en el corazón, la pareja tántrica convierte el acto sexual en una experiencia de meditación, que no deja a un lado, sino que integra, todo el poder del plano físico y emocional del ser humano. Es por esa completitud de englobar todas las experiencias humanas, por lo que se ha considerado en el Tantra la sexualidad como una vía directa al Espíritu.
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