viernes, 9 de mayo de 2025
Escuchar en voz Lección 129 Este pensamiento es el que naturalmente sigue al que
practicamos ayer. No puedes detenerte en la idea de que el mundo no
tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte
esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión. No estamos haciendo
hincapié en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo
mucho más satisfactorio, algo rebosante de alegría y capaz de ofrecerte
paz. ¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso? Quizá valga la pena dedicar un rato a reflexionar una
vez más sobre el valor de este mundo. Tal vez estés dispuesto a conceder
que nada se pierde con renunciar a cualquier pensamiento que le
adjudique algún valor. El mundo que ves es ciertamente despiadado,
inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la
venganza y lleno de odio inclemente. Da únicamente para más tarde
quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. En
él no se puede encontrar amor duradero, porque en él no hay amor. Dicho
mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin. ¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un
mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura
eternamente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene
sentido? ¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que
realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través
del tiempo exactamente tal como las deseas? Incluso esas cosas se
intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues
desde allí te trasladarás a donde las palabras son completamente
inútiles, a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se
entiende perfectamente. La comunicación, inequívoca y clara como la luz del
día, permanece ilimitada por toda la eternidad. Y Dios Mismo le habla a
Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. El lenguaje en el que se
comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no puede ser
simbolizado. Su conocimiento es directo, perfectamente compartido y
perfectamente uno. Qué lejos te encuentras de esto tú que sigues
encadenado a este mundo sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo
intercambies por el mundo que si deseas! Ahora el último paso es seguro; ahora te encuentras
sólo a un instante de la intemporalidad. Desde aquí sólo puedes mirar
hacia adelante, pues nunca más querrás mirar hacia atrás para ver el
mundo que ya no deseas. He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a
medida que liberas a tu mente de las nimiedades que el mundo te ofrece
para mantenerte prisionero. No les atribuyas ningún valor, y
desaparecerán. valóralas, y te parecerán reales. Esas son tus opciones. ¿Que puedes perder si eliges no
valorar lo que no es nada? Este mundo no te ofrece nada que realmente
desees, mas el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! Deja
que se te conceda hoy. ese mundo espera tan solo a que lo elijas para
ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas. Practica estar dispuesto a efectuar este cambio diez
minutos por la mañana, diez por la noche y una vez más entremedias.
Comienza con lo siguiente: Más allá de este mundo hay un mundo que deseo. Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada
aquí que realmente desee. Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la
silenciosa obscuridad contempla cómo unas luces que no son de este mundo
se van encendiendo una por una, hasta que deja de ser relevante donde
comienza una y donde termina la otra al fundirse todas en una sola. Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti, para
derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo
de las tinieblas. He aquí una luz que los ojos no pueden contemplar. y
sin embargo, la mente puede verla claramente, y entender. Hoy se te
concede un día de gracia, y nos sentimos agradecidos por ello. Hoy nos
damos cuenta de que lo que temías perder era sólo la pérdida. Ahora comprendemos que es imposible perder. Pues por
fin hemos visto su opuesto, y damos gracias de que la elección ya se
haya llevado a cabo. Recuerda cada hora la decisión que has tomado, y
dedica un momento a confirmar tu elección dejando a un lado cualquier
pensamiento que tengas en ese momento y poniendo toda tu atención
brevemente en lo siguiente: El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee. Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
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