miércoles, 12 de marzo de 2025
Escuchar en voz Lección 71 Tal vez aún no te hayas percatado de que el ego ha
urdido un plan para la salvación que se opone al de Dios. Ése es el plan
en el que crees. Dado que es lo opuesto al de Dios, crees también que
aceptar el plan de Dios en lugar de el del ego es condenarte. Esto,
desde luego, parece absurdo. sin embargo, una vez que hayamos examinado
en qué consiste el plan del ego, quizá te des cuenta de que, por muy
absurdo que parezca, es ciertamente lo que crees. El plan del ego para la salvación se basa en abrigar
resentimientos. Mantiene que, si tal persona actuara o hablara de otra
manera, o si tal o cual acontecimiento o circunstancia externa cambiase,
tú te salvarías. De este modo, la fuente de la salvación se percibe
constantemente como algo externo a ti. Cada resentimiento que abrigas es
una declaración y una aseveración en la que crees, que reza así: "Si
esto fuese diferente, yo me salvaría" El cambio de mentalidad necesario
para la salvación, por lo tanto, se lo exiges a todo el mundo y a todas
las cosas excepto a ti mismo. El papel de tu mente en este plan consiste, pues, en
determinar qué es lo que tiene que cambiar, a excepción de ella misma
para que tú te puedas salvar. De acuerdo con este plan demente,
cualquier cosa que se perciba como una fuente de salvación es aceptable,
siempre y cuando no sea eficaz. Esto garantiza que la infructuosa
búsqueda continúe, pues se mantiene viva la ilusión de que, si bien esta
posibilidad siempre ha fallado, aún hay motivo para pensar que podemos
hallar lo que buscamos en otra parte y en otras cosas. Puede que otra
persona nos resulte mejor; otra situación tal vez nos brinde el éxito. Tal es el plan del ego para tu salvación. Seguramente
habrás notado que está completamente de acuerdo con la doctrina básica
del ego que reza: "Busca, pero no halles". pues, ¿qué mejor garantía
puede haber de que no hallarás la salvación que canalizar todos tus
esfuerzos buscándola donde no está? El plan de Dios para la salvación es eficaz
sencillamente porque bajo Su dirección, buscas la salvación allí donde
ésta se encuentra. Pero si has de tener éxito, como Dios promete que lo
has de tener, tienes que estar dispuesto a buscarla sólo allí. De lo
contrario, tu propósito estará dividido e intentarás seguir dos planes
de salvación que son diametralmente opuestos en todo. El resultado no
podrá ser otro que confusión, infelicidad, así como una profunda
sensación de fracaso y desesperación. ¿Cómo puedes librarte de todo esto? Muy fácilmente. La
idea de hoy es la respuesta. Sólo el plan de Dios para la salvación
tendrá éxito. En esto no puede haber realmente ningún conflicto porque
no existe ninguna alternativa al plan de Dios que te pueda salvar. El
Suyo es el único plan cuyo desenlace es indudable. El Suyo es el único
plan que tendrá éxito. Que nuestra práctica de hoy consista en reconocer esta
certeza. Y regocijémonos de que haya una respuesta para lo que parece
ser un conflicto sin solución. Para Dios todo es posible. Alcanzarás la
salvación por razón de Su plan, el cual no puede fallar. Comienza hoy tus dos sesiones de práctica más largas
pensando en la idea de hoy y observando que consta de dos partes, las
cuales contribuyen en igual medida al todo. El plan de Dios para tu
salvación tendrá éxito, pero otros planes no. No permitas que la segunda
parte te cause depresión o enfado, pues esa parte es inherente a la
primera. Y la primera te releva totalmente de todos tus intentos
descabellados y de todos tus planes dementes para liberarse a ti mismo.
Todos ellos te han llevado a la depresión y a la ira, pero el plan de
Dios triunfará. Su plan te conducirá a la liberación y a la dicha. Teniendo esto presente, dediquemos el resto de las
sesiones de práctica más largas a pedirle a Dios que nos revele Su plan.
Preguntémosle muy concretamente: ¿Qué quieres que haga? ¿Adónde quieres que vaya? ¿Qué quieres que diga y a quién ? Deja que Él se haga cargo del resto de la sesión de
práctica y que te indique qué es lo que tienes que hacer en Su plan para
tu salvación. El responderá en la misma medida en que tú estés dispuesto
a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando
a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a
escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta. Durante las sesiones de práctica cortas repite con
frecuencia que el plan de Dios para tu salvación, y solamente el Suyo,
tendrá éxito. Mantente alerta hoy para no caer en la tentación de
abrigar resentimientos, y responde a esas tentaciones con esta variación
de la idea de hoy: Abrigar resentimientos es lo opuesto al plan de Dios
para la salvación. Y únicamente Su plan tendrá éxito. Trata de recordar la idea de hoy unas seis o siete veces por hora. No
puede haber mejor manera de pasar medio minuto, o menos, que recordando
la Fuente de tu salvación y viéndola allí donde se encuentra.
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