Un Curso de Milagros - Manual del Maestro
El grado de fe de un maestro de Dios
(tú) indica cuán avanzado se encuentra en su programa de estudios. ¿Pone en
práctica este aprendizaje sólo en algunos aspectos de su vida mientras mantiene
otros aparte? De ser así, su progreso es lento y su confianza aún no se ha
arraigado firmemente. La fe es la confianza que el maestro de Dios tiene de que
la Palabra de Dios ha de resolver todas las cosas perfectamente. No sólo
algunas, sino todas. Comienza generalmente poniendo su fe en la resolución de
sólo algunos problemas, manteniéndola así cuidadosamente restringida por un
tiempo. Someter todos los problemas a una sola Respuesta es invertir
completamente la manera de pensar del mundo. Y sólo eso es fe. Ninguna otra cosa
merece que se le llame por ese nombre. Con todo, vale la pena lograr cada
avance, por pequeño que sea. Estar dispuesto, como indica el texto, no quiere
decir que se haya alcanzado la maestría.
La verdadera fe, sin embargo, no se desvía. Al ser consistente, es completamente
honesta. Al ser firme, goza de absoluta confianza. Al estar basada en la
ausencia de temor, es mansa. Al gozar de certeza, rebosa júbilo, y al tener
confianza, es tolerante. La fe, por lo tanto, encierra en sí todos los demás
atributos de los maestros de Dios, y entraña la aceptación de la Palabra de Dios
y de la definición que Él tiene de Su Hijo. Hacia Ellas es adonde la fe, en el
verdadero sentido de la palabra, siempre se dirige. En Ellas tiene puestas sus
miras, buscando hasta que las encuentra. La indefensión naturalmente la
acompaña, y su condición es el júbilo. Y una vez que las encuentra, descansa con
sosegada certeza sólo en Aquello que es digno de toda fe.
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