
AZÚCAR BLANCA - DULCE VENENO
	“Todo lo que usted siempre 
	ha querido saber acerca de la Nutrición”. Dr. David Reuben.
	Editorial Diana. Páginas 207 a 235. México DF. 1981 
¿Se puede considerar el azúcar como un alimento?
Imposible, porque el azúcar blanca refinada, no es un alimento. Es una sustancia química pura, extraída de fuentes vegetales, más pura de hecho que la cocaína a la cual se parece en muchos aspectos.1 Su verdadero nombre es sucrosa o sacarosa, y su fórmula química es C12H22O11. Tiene doce átomos de carbono, veintidós de hidrógeno y once de oxígeno y absolutamente nada más que ofrecer. El azúcar refinada no tiene vitaminas, no tiene minerales2 útiles, no tiene enzimas, no tiene microelementos, no tiene fibra, no tiene proteínas no tiene grasas y no es de ningún beneficio en la alimentación humana. De no ser por todo esto, es buena.
	
	1.- ¿Le parece extraña la comparación entre el azúcar y la cocaína? Veámoslo 
	más detenidamente: 
	1. El azúcar es un polvo blanco y cristalino altamente refinado, también lo 
	es la cocaína. 
	2. La fórmula química de la cocaína es C17H21NO4. La fórmula el azúcar es 
	C12H22O11. Desde el punto de vista práctico la diferencia es que al azúcar 
	le falta el átomo del nitrógeno. 
	3. Las dos se derivan de fuentes vegetales comunes. 
	4. Las dos son sustancias químicas poderosas que producen fuertes efectos 
	físicos y emocionales. 
	5. Tanto el azúcar como la cocaína producen dependencia psicológica más no 
	adicción. 
	6. La cocaína no está asociada médicamente con ninguna enfermedad física 
	seria. 
	El azúcar, en cambio, interfiere en los ataques cardiacos, en la obesidad, 
	en la diabetes, en la insuficiencia renal, en las caries dentales y en la 
	ceguera… sólo para citar unas cuantas. 
	7. Importar cocaína refinada a Estados Unidos es un delito federal. Importar 
	azúcar refina a Estados Unidos es un delito federal. 
	8. Una cantidad infinitesimal de hierro presente como una impureza no se 
	puede calificar como “mineral útil”. 
	
	Pero entonces ¿El azúcar no es una fuente excelente de energía? Si lo es, 
	pero no del tipo de energía que usted desea. La venta de azúcar es un 
	gran negocio, uno de los negocios más grandes de la industria alimenticia en 
	todo el mundo. Las ventas de azúcar, sólo en estados Unidos, llegan a los 
	quince mil millones de kilos al año; si se vende aproximadamente a cuarenta 
	centavos de dólar el kilo a precio de mayoreo, esto suma sesenta mil 
	millones de dólares anuales. No está mal. Por eso la industria azucarera 
	tiene un batallón de grupos de presión ( perdón ahora se les llama 
	“compañías de relaciones públicas”) para convencer al público de que el 
	azúcar refinada es buena para su salud. Estas organizaciones de vanguardia 
	tienen nombres muy elegantes, como “Seminario para una mejor nutrición”, 
	“Consejo para el aprovechamiento de los alimentos” y otros seudónimos 
	ligeramente confusos. Publican grandes anuncios en los que le dicen al 
	consumidor que el azúcar es la mejor fuente de “energía”. 
	En la forma en que están 
	redactadas esos anuncios, uno pensaría que el azúcar proporciona esa 
	vitalidad, ese entusiasmo, esa efervescencia, usted sabe, esa ¡ENERGIA! 
	No, la única energía que proporciona consiste en calorías. Pero no es 
	la culpa de ellos que usted no comprenda bien, ¿verdad? A propósito esa 
	tigresa domada, conocida como la Comisión Federal de Comercio, les ha dado 
	un manotazo a los grupos azucareros, por sugerir que el azúcar refinada es 
	buena. La verdad es que el azúcar lo único que hace es engordar y, 
	todavía peor, si usted se siente cansado y falto de vigor, un terrón de 
	azúcar refinada lo único que hará será hacerlo sentir más aletargado y le 
	provocará un apetito voraz.
	¿Cómo es posible que el 
	azúcar nos haga sentir aletargados? 
	Muy fácil. La sucrosa, o sea, el azúcar blanca refinada, es una combinación 
	de dos azúcares simples, la glucosa y la fructuosa. Existe una enzima en los 
	intestinos conocida como sucrasa que descompone rápidamente la sucrosa en 
	glucosa y fructuosa. La corriente sanguínea absorbe la glucosa y el exceso 
	de ésta se almacena en el hígado. La glucosa es la gasolina del cuerpo y 
	debe existir una cantidad constante de ella para poder realizar cualquier 
	trabajo, como es el funcionamiento de los músculos, los movimientos físicos, 
	la digestión, los latidos del corazón, hasta el acto de pensar. Como 
	resultado, se llevan a cabo una serie de mecanismos complejos en el 
	organismo, para mantener en un mismo nivel. La concentración de la glucosa 
	dentro de la corriente sanguínea. Esta concentración es de un promedio de 
	cien miligramos de glucosa por cada cien mililitros de sangre, lo cual viene 
	a ser, aproximadamente, un gramo de azúcar por cada litro. Si la 
	concentración del azúcar en la sangre sube de este nivel, el páncreas 
	empieza a liberar una sustancia química llamada insulina, para neutralizar 
	la glucosa y bajar su nivel en la sangre. Si la concentración de glucosa en 
	la sangre baja mucho el hígado, donde hay glucosa almacenada, libera este 
	azúcar en forma de una sustancia llamada glucógeno.
	
	Teniendo este mecanismo básico en mente, es fácil darse cuenta de cómo el 
	azúcar refinada afecta al organismo. Digamos que usted ha tenido un día muy 
	difícil en la oficina, y a las tres de la tarde usted se siente exhausto, 
	pero todavía faltan dos horas para salir. Entonces usted recuerda los 
	anuncios de páginas completas que hablan de que “el azúcar es energía”. 
	Usted lo cree y se bebe una taza de café con mucha azúcar y, quizá se devore 
	dos barras de caramelo al mismo tiempo. Acaba de congestionar su organismo 
	con casi cien gramos de azúcar pura y la glucosa de su sangre de repente 
	sube hasta ciento ochenta miligramos por ciento. Se ha ocasionado usted 
	mismo una “diabetes temporal”, o expresado con más delicadeza una 
	hiperglucemia. Usted se siente débil, cansado y totalmente carente de 
	energía. Si tiene suerte, su páncreas empezará desesperadamente a producir 
	insulina, para contrarrestar la sobredosis de azúcar y, en una hora, más o 
	menos, se empezará a sentir mejor. Probablemente habrá gastado un dólar, le 
	habrá extraído a su páncreas su preciosa insulina, y se habrá saturado de 
	setecientas cincuenta calorías que no necesitaba, ni deseaba. Además, la 
	cantidad exagerada de insulina secretada por el páncreas ocasiona que usted 
	empiece a sentir un hambre increíble. ¿Se siente que lo engañaron? Claro que 
	sí.
Pero, ¿Cómo es que el azúcar ha llegado a ser un negocio tan grande? No siempre fue así. Al principio era tan popular en la alimentación como las lenguas de colibrí, y mucho más cara. En 1300, cuando se introdujo por primera vez en Europa proveniente de la India, medio kilo de azúcar le hubiera costado el equivalente a diez mil dólares. En un gran banquete, probablemente el rey espolvoreaba unos cuantos gramos de la sustancia blanca en sus costillas de cordero. A medida que pasó el tiempo y la producción aumentó, el precio empezó a bajar. Se establecieron plantaciones azucareras gigantescas en las Antillas y se plantó remolacha en Inglaterra. Ya en 1850 el azúcar era barata y existía en abundancia, para envenenar a las masas. En 1975 el azúcar refinada se ha convertido en el adulterante más común que se usa en la mayor parte de la industria procesadora de alimentos.
Espere. ¿Qué quiere usted decir con “para envenenar a las masas” y “el adulterante más común”? ¿No es eso demasiado fuerte? Si quiere la verdad, no es demasiado fuerte. Originalmente el azúcar se usaba como agente dulcificante. Pero desde hace cincuenta años se ha estado usando para adulterar los alimentos. Consultemos el Taber’s Cyclopedic Medical Dictionary en la página A-26 para la definición de “adulterante” : “Es aquello que adultera o debilita una sustancia”. En la mayoría de las harinas preparadas para pasteles y galletas encontrará más azúcar que harina. El helado y todas sus versiones inferiores, entre las leches malteadas, las imitaciones de leches malteadas, las imitaciones de helado, los postres helados, las imitaciones de postres helados, tienen una cosa en común: casi siempre contienen más azúcar refinada que cualquier otro ingrediente, incluso que “crema”. ¿Cómo es eso? Porque el azúcar es el alimento común más pesado que existe. Y es barata. Las harinas preparadas se venden por peso, lo dice en la caja para que uno piense que, si la caja viene a la mitad, lo están engañando a uno (¿no es así?). Una taza de harina pesa cien gramos. Una taza de azúcar pesa doscientos.
	
	Se necesita más o menos cuatro tazas y media de harina para llenar la caja 
	de harina preparada y cuarto de azúcar refinada. Y entonces, la industria de 
	la alimentación vende al mismo precio la mitad del producto. Es una buena 
	utilidad. El azúcar también se usa para adulterar el cereal para el 
	desayuno. 
	¿Qué le hace pensar eso? El diccionario médico dice que el cereal es “gramos 
	comestibles”. La etiqueta en la caja típica de “cereal” dice “cereal”. La 
	etiqueta en el costado de la caja de uno de los “cereales” que más se 
	venden, admite que éste contiene 49.38 por ciento de “sucrosa y otros 
	azúcares”. Por definición “la sucrosa y otros azúcares” son adulterantes en 
	el “cereal” de caja. ¿Preguntas?.
	
	El azúcar también se usa para adulterar el pan. El “pan blanco enriquecido” 
	que venden en el supermercado contiene alrededor del diez por ciento de 
	azúcar refinada. Su propósito es hacer al producto más dulce y pesado, ya 
	que el pan también se vende por peso. También encubre el sabor horroroso de 
	la harina refinada y de las diversas sustancias químicas que le agregan. Si 
	el pan está “enriquecido” con algo es con azúcar refinada. En esta forma el 
	azúcar se usa para adulterar el pan. 
	También se encuentra el azúcar como ingrediente prominente en muchos otros 
	alimentos en los que no tienen por qué estar. ¿Cuando usted hace sopa en 
	casa, le agrega azúcar? ¿O a la mayonesa? ¿A las galletas saladas? ¿A las 
	verduras frescas? Los procesadores de alimentos añaden azúcar a todos los 
	productos. El azúcar también es un ingrediente prominente en cada uno de los 
	siguientes alimentos semipreparados, o ya preparados. Crema de cacahuate 
	(maní), alimentos para el bebé, salsa para tallarines, comidas congeladas, 
	pizza congelada, aderezos para ensaladas, algunos cafés instantáneos, 
	postres de gelatina, verduras enlatadas, jugo de tomate, salchichas y esos 
	polvos de colores brillantes que se usan para preparar bebidas con sabor a 
	frutas para los niños. 
Pero, ¿el azúcar no es necesaria para endulzar esos productos? Sea usted mismo el juez. Tomemos un producto que la mayoría de los norteamericanos usan por lo menos una vez al día. Tiene varios nombres: “Crema instantánea de origen vegetal para cafés”, “sustitutivo de crema para café” y muchos otros nombres. Si uno no quiere ponerle leche al café, le pone este polvito. Parece leche en polvo, y mucha gente lo usa en vez de azúcar o crema. Usted sabe, quieren ingerir menos calorías. Pero ese es su primer error.
	
	¿Por qué es un error? Consultemos una lista típica de ingredientes: Sólidos 
	de miel de maíz, grasa vegetal, caseinato de sodio, fosfato de potasio, 
	monoglicéridos, aluminato sílico de sodio, trifosfato de sodio, caroteno 
	beta y riboflavina. Esa mezcla podría haber salido del juego de química de 
	un niño, pero eso no es lo que nos importa más ahora. Si usted le pone eso a 
	su café para reducir su ingestión de azúcar se llevará una gran sorpresa, 
	porque básicamente es azúcar. “Sólidos de miel de maíz” es una forma furtiva 
	de tratar de disimular que el ingrediente dominante del producto es una 
	forma barata de dextrosa, conocida también como glucosa. (Por cierto que el 
	“aceite vegetal” o “grasa vegetal” de seguro no es otra cosa que aceite de 
	coco3). Una cucharadita de este producto es más o menos media cucharadita de 
	azúcar y media cucharadita de aceite de coco. ¡Vaya! Las otras sustancias 
	químicas están presentes para evitar que el producto se vuelva color café, o 
	gomoso, o que en alguna forma traicione su vulgar origen ¿Calorías? Más o 
	menos doce por cucharadita, o sea, el doble que si le pusiera leche. La 
	próxima vez que una mesera o azafata le presente ese producto para su café, 
	mejor pídale leche natural.
	
	Se estará haciendo a si mismo un favor. Una rápida revisión a los productos 
	alimenticios más comunes le mostrará lo fácil que es llegar a los setenta y 
	cinco kilos de azúcar, que la mayoría de los norteamericanos consume al año. 
	4 (Yo nunca tomo azúcar refinada, y probablemente usted tampoco tomará 
	tanta, como antes, cuando termine de leer este capítulo).
	
	Las bebidas de cola proporcionan el ciento por ciento de sus calorías del 
	azúcar que contienen. A veces las madres se sienten culpables y les dan a 
	sus hijos esos concentrados en polvo para preparar bebidas con sabor a 
	frutas. Eso está mejor, solamente proporcionan el noventa y ocho por ciento 
	de las calorías del azúcar que contienen. Los padres que creen en los 
	comerciales de la televisión, en cuanto vieron el anuncio, cambiaron en 
	seguida a las bebidas de naranja que vienen en polvo, sabe a que tipo de 
	bebida me refiero, ¿verdad? Esas, reducen la ingestión de azúcar en los 
	niños a …, noventa y ciento por ciento de las calorías contenidas. Les diré 
	que, si desean reducir la ingestión de azúcar de sus niños, para disminuir 
	el porcentaje de calorías que reciben, es mejor darles una barra de 
	chocolate en el desayuno, en lugar de una de esas bebidas. Con la barra de 
	chocolate solamente ingerirán alrededor de un treinta por ciento de azúcar.
	
	
	3. Si le sirve de consuelo, yo no creo que lo sea, pero en fin, pronto se 
	forzará a las compañías procesadoras de alimentos a especificar exactamente 
	que tipo de “grasa vegetal” le están poniendo a la comida. Será interesante 
	ver los resultados. 
	
	4. A menos que se especifique otra cosa, esta cifra, al igual que todas las 
	otras que se refieran al “azúcar”, se refiere a su vez a todas las formas de 
	azúcar refinada: sucrosa, dextrosa, maltosa, lactosa, etcetera. 
	
	5. Sería mejor darle simplemente una manzana o una naranja de verdad. 
	Pero hay que explicarle lo que es, ya que no hay ningún anuncio en la 
	televisión que diga: “Esta es una fruta de verdad. No te hará ningún daño”.
	
	
	¿Ya está cansado de postes dulces como los bizcochos que se hacen con harina 
	ya preparada? Está bien, cambie a una marca popular de postre de gelatina, 
	ligero, delicioso y con sabor a frutas. Pero no espere ingerir menos azúcar. 
	Bocado tras bocado usted ingiere el doble de azúcar con la gelatina de 
	sabores. La harina preparada para bizcochos contiene alrededor de un treinta 
	y tres por ciento de azúcar. ¡Espero que tenga un páncreas fuerte! ¿Y cómo 
	empezó este negocio del azúcar en todos los productos? Bueno, además de ser 
	barata y pesado, el azúcar es una buena amiga, de los procesadores en muchos 
	otros aspectos. Disimula el sabor de ingredientes inferiores y, a veces, 
	hasta en estado de descomposición. La carne para almuerzo que probablemente 
	uno no podría tomar en otra forma, casi sabe bien cuando se le agrega 
	azúcar. Las cadenas de restaurantes de comidas rápidamente aman el azúcar. 
	La ponen en la carne molida inferior, en los hot dogs, en el pollo frito, en 
	los hot cakes, en las tortas de pescado y en casi todo. Si tienen suficiente 
	azúcar (y sal), la mayoría de los alimentos de rápida preparación saben lo 
	suficientemente bien como para comerlos. Pero el truco más sucio, en lo que 
	se refiere al azúcar, se les juega a los consumidores más inocentes e 
	indefensos de todos. 
	
	¿A quienes? 
	A los bebes. Las compañías gigantescas que elaboran “alimentos” para bebés, 
	saben dos cosas importantes referente a la venta de estos productos. En 
	primer lugar, tienen que hacer que los bebés se coman sus productos. Y eso 
	es un problema. La “comida” para bebés está sobrecocinada, sobreprocesada, 
	es simple y no tiene sabor. Por eso es tan esponjosa, pastosa y espantosa a 
	la vista. Pero el ingrediente secreto es el azúcar. Una buena cantidad de 
	azúcar hace que las verduras, las frutas, y todo lo demás que se prepara 
	para el bebé, sea más aceptable para éste y, particularmente, para la mamá. 
	Si los niños se comen esta pasta salada impregnada de azúcar, que pasa por 
	“alimento” para el bebé, la mamá se siente feliz. Da de comer a su bebé más 
	rápido y fácil y le queda tiempo para sus interminables tareas. Pero existe, 
	además, otra ventaja comercial para agregar azúcar a la “comida” para bebé, 
	lo engorda. Hace setenta y cinco años la tuberculosis era un problema serio 
	de salud, y uno de los síntomas obvios de esta enfermedad era una grave 
	falta de peso. En esa época los niños gordos estaban libres de tuberculosis. 
	Aunque hoy día la tuberculosis está bajo control, a las madres modernas 
	todavía les gustan los bebés gordos. Y los pediatras lo pesan en cada visita 
	y anotan su peso en su registro especial. Los niños que se alimentan con 
	“comida” especial ya preparada, para bebés, son gordos y los bebés gordos 
	producen utilidades. Pero, ¿en realidad los bebes gordos están sanos? No. 
	Los niños delgados son sanos. Los bebés gordos serán adultos gordos. Los 
	adultos gordos tienden a ser adultos muertos. El azúcar no tiene por qué 
	estar en los alimentos del bebé. Y solamente hay otro alimento en el que el 
	azúcar hace más daño, que en los llamadas “alimentos” para bebé. 
	
¿Cuál es? En las fórmulas para lactantes. Sólo existe un alimento nutritivamente adecuado para los lactantes: la leche humana. Es perfecta desde todos los aspectos, tanto para la madre como para el recién nacido. Nada más no hay utilidades de la venta de leche materna, y si las hay, inmensas, en la venta de leches de imitación, conocidas como “fórmulas para lactantes”. Son baratas en su elaboración, duran indefinidamente y se venden a precios muy altos. Engordan a los bebés, le hacen más fácil la vida a la madre y enriquecen a las compañías que las venden pero no son buenas para los bebés.
	Pero si no son buenas para 
	los bebés ¿Cómo es que las venden tanto y cómo es que los pediatras las 
	recomiendan? Porque los pediatras no son expertos en nutrición. Son hombres 
	y mujeres bien intencionados que trabajan intensamente, en su diaria lucha 
	contra la enfermedad. La mayor parte de ellos simplemente no tienen el 
	tiempo, o los antecedentes necesarios, para dedicarse a estudiar una mejor 
	nutrición para que los bebés crezcan más sanos. Además, los vendedores de 
	leche artificial les llevan la ventaja. En la actualidad, cuando una madre 
	sale del hospital, en Estados Unidos, le dan gratis una gran caja de leche 
	artificial, para que la madre se la dé al bebé y este se aficione a ella. 
	Una de las compañías internacionales más grandes que elabora “formulas para 
	lactantes”, hasta contrata mujeres vendedoras y las viste como enfermeras, 
	para que recorran las atrasadas poblaciones africanas, diciéndoles a las 
	madres que su leche enfermará a los bebés, y que su única esperanza es 
	comprar la fórmula artificial. 
	Veamos que contienen estas leches artificiales, para poder juzgar. El 
	ingrediente básico de estas “fórmulas”, es leche de vaca descremada y 
	desecada. El segundo ingrediente, generalmente, es lactosa, un tipo de 
	azúcar refinada compuesta de glucosa y galactosa. El siguiente ingrediente 
	en orden de cantidad es nuestro viejo amigo el aceite de coco. ¡Uf! Ingiera 
	una mezcla de leche descremada en polvo, azúcar y aceite de coco durante el 
	día y comprenderá por qué su bebé la escupe. El resto de la larga lista de 
	vitaminas y minerales artificiales está presente en la mezcla en cantidades 
	infinitesimales. La única razón por la que los bebés beben estas fórmulas, 
	es porque ellos no pueden salirse de la cuna e ir al refrigerador para 
	buscar algo decente que comer. Y, es más, las “fórmulas para lactantes” y 
	los “alimentos” para bebé que contienen sobre dosis de azúcar predisponen a 
	los chicos a cosas peores. 
	¿A qué cosas? 
	A una vida de adicción al azúcar. Una vez que el sabor de los alimentos 
	endulzados en extremo queda grabado en el paladar del niño, permanece ahí 
	para siempre. El niño promedio norteamericano consume al año más de diez 
	kilos de dulces y caramelos, casi quinientas botellas de bebidas endulzadas 
	y doscientas piezas de chicle para mascar endulzado. La mayoría de los 
	adultos no ingieren nada que no esté muy azucarado, desde vino, cerveza y 
	cocteles, hasta bocadillos, refrigerios y verduras congeladas. (Si, la 
	cerveza contiene mucha azúcar, se llama maltosa). Estas son malas noticias 
	para todos, excepto para los que venden azúcar. Uno de los aspectos de 
	estas malas noticias son las caries dentales. El costo de los 
	tratamientos dentales actualmente, en Estados Unidos, llegan a seis millones 
	de dólares. Y la tasa de dientes cariados aumenta tan rápido, que si los 
	dentistas del país trabajan veinticuatro horas diarias, durante los siete 
	días de la semana, tapando dientes cariados, al final del año habría la 
	misma cantidad de dientes esperando ser tapados, que los que había al 
	principio del año. Viéndolo de otra manera, en cada cien hombres que entran 
	al servicio militar en Estados Unidos, los dentistas militares tapan 
	seiscientos dientes, hacen ciento doce extracciones y colocan cuarenta 
	piezas dentales postizas. La causa principal de las caries dentales, la 
	constituye el azúcar refinada en la alimentación. 
	
	¿Qué lo hace estar tan seguro de eso? 
	Solamente eche una ojeada a las revistas médicas y estará tan seguro como 
	yo. El gobierno inglés hizo uno de los estudios dentales que se consideran 
	clásicos, en las islas de Tristán da Cunha, en medio del océano Atlántico, 
	entre Africa y Sudamérica. Debido a su aislamiento durante tantos años, los 
	nativos de las islas subsistían a base de pescado y papas. No consumían 
	azúcar refinada y los dentistas oficiales de la Marina Inglesa los revisaban 
	periódicamente. En 1938 no se encontró ningún primer molar cariado en los 
	residentes que tenían menos de veinte años, en toda la isla. En 1962, los 
	nativos de las islas ya tomaban medio kilo de azúcar por persona a la 
	semana, más o menos una tercera parte de los que toma un norteamericano en 
	promedio. Entonces, la mitad de los nativos tenían caries. 
	
	Pero ese es solo un ejemplo ¿no es así? Si, pero ¿quiere algunos más? 
	Existen más de cien estudios, casi iguales, llevados a cabo en Ghana, 
	Sudáfrica, Estados Unidos, Inglaterra, Austria, Suecia, Noruega y en otras 
	dos docenas de países. En todos los casos los resultados han sido los 
	mismos: el azúcar refinada produce caries dentales, muy rápido. 
	
	
	¿Cree usted que tiene sentido gastar cientos de millones de dólares en 
	agregar al agua, y a las pastas dentales, pequeñas cantidades de una 
	sustancia química venenosa, el fluoruro cuando satura su boca con tales 
	cantidades de azúcar, que dañan la dentadura? 
	
	Hay una solución más segura y efectiva: dejar de ingerir azúcar refinada. Y 
	dejar de darle a los niños alimentos adulterados con azúcar. Por cierto, 
	¿qué tomaron hoy en el desayuno? ¿No sería uno de esos cereales azucarados, 
	de marca reconocida a nivel nacional, con todo ese blablabla nutritivo en la 
	etiqueta? Una de las compañías que hace uno de esos cereales dice: “Somos 
	serios cuando se trata de nutrición”. Su suculento producto cubierto de 
	azúcar contiene tres dulcificantes diferentes y, según sus cálculos, 
	contiene un 56.45 por ciento de “sucrosa y otros azúcares”. Sumemos a esta 
	la cifra que ellos dan de “almidón y carbohidratos”, 31.75 por ciento y 
	tenemos un cereal ( ? ) que consiste en 88.2 por ciento de almidón, azúcar y 
	carbohidratos refinados ¿Serios cuando se trata de nutrición? También hay 
	otro pequeño problema cuando se ingiere tanta azúcar. 
	¿Cuál es? 
	Que le puede causar a uno la muerte. No hay duda de que la diabetes 
	mellitus, conocida como “diabetes de azúcar”, es ocasionada por el consumo 
	excesivo de azúcar refinada y, en menor grado, de carbohidratos refinados. 
	Veamos en qué consiste la diabetes, para ver qué papel juega el azúcar en su 
	origen. Cuando se consume azúcar refinada, y ésta penetra en el torrente 
	sanguíneo, el páncreas produce una sustancia química llamada insulina, que 
	regula el nivel del azúcar en la sangre. 
	
	La insulina tiene efectos inmediatos en la reducción del nivel de azúcar en 
	la sangre, para proteger a los órganos vitales, incluyendo al cerebro, de 
	una sobredosis de azúcar. 
	Una cantidad excesiva de azúcar en la sangre puede ocasionar un padecimiento 
	que se conoce como coma diabético, el cual puede producir daño rápido y 
	permanente en el cerebro y, después la muerte. Una cantidad excesiva de 
	insulina, puede provocar un choque insulínico, que también puede producir 
	daño cerebral y la muerte. Por eso el pobre diabético, durante toda su vida, 
	oscila entre el como diabético y el choque insulínico. Y todavía peor, los 
	diabéticos y sus parientes tienen que aceptar la realidad, no importa lo 
	desagradable que sea, si quieren tener una oportunidad para superar su 
	enfermedad. La diabetes, para un gran número de personas que la padecen, 
	significa una vida llena de gastos astronómicos, de terribles sorpresas 
	desagradables y de una muerte prematura. 
No importa el cuidado con que controle su dieta, no importa la constancia con que tome su insulina, el diabético puede adquirir una grave infección a partir del más leve rasguño, o puede empezar a sufrir gangrena en dedos de manos y pies, así como en otras partes del cuerpo, sin previo aviso, teniendo que sufrir su amputación. Es extremadamente vulnerable a la presión sanguínea alta, existe una tasa inmensamente elevada de ataques cardiacos entre los diabéticos y también la posibilidad de que queden ciegos parcial o totalmente. La insuficiencia renal es otro peligro serio que corren los diabéticos. Muchos diabéticos varones pueden esperar una impotencia sexual total y permanente, la cual todavía no es curable, ni existe tratamiento para ella. Hasta la tuberculosis ocurre dos veces más entre diabéticos que entre los que no lo son. Y la medicina “moderna” no tiene otra cosa que ofrecer al diabético que una receta para una jeringa, una aguja y un frasco de insulina. El médico prescribe una dieta, que ninguna persona normal podría seguir, y le da otra cita para el mes siguiente. Este tratamiento es el que ha enriquecido fabulosamente a los pocos laboratorios que producen la insulina y, al mismo tiempo, ha convertido en adictos a la insulina a los doce millones de diabéticos que se calcula que hay en Estados Unidos.
Pero ¿por lo menos la insulina ayuda al diabético a vivir más?
	
	Quizá sí, en casos individuales. Sin embargo las estadísticas no apoyan eso. 
	En 1900, de acuerdo con informes de las compañías inglesas de seguros de 
	vida, la diabetes ocupa el vigesimoséptimo lugar, como causa de muerte. La 
	insulina se empezó a producir comercialmente en 1922. En 1950, la 
	diabetes ocupaba el tercer lugar, como causa de muerte. ¿Se deberá esto, 
	quizá, a que otras enfermedades se empezaron a controlar más, y la diabetes 
	siguió reclamando vidas? No es muy probable, porque, en 1900, la tasa de 
	mortandad por diabetes en Estados Unidos era de 12.2 por 100000 habitantes. 
	En 1971, casi tres cuartos de siglo de “progreso” más tarde, la tasa de 
	mortandad por diabetes era de 18.5 por 100000 habitantes. A pesar del 
	tratamiento “ moderno ” para la diabetes, a pesar de la insulina, la tasa de 
	mortandad por diabetes ha aumentado en un ¡cincuenta y dos por ciento en los 
	últimos setenta años!. 
Pero aunque el diabético sobreviva mucho tiempo, su enfermedad es muy cara. El diabético en promedio gasta, por lo menos, diez dólares al mes en insulina, agujas y jeringas. Una visita mensual al médico, junto con pruebas de laboratorio, le cuesta un mínimo de treinta dólares mensuales. Con que tenga una sobredosis de insulina, o una deficiencia de ésta al año, la hospitalización le cuesta otros mil dólares. Por lo tanto, si los diabéticos de Norteamérica solamente gastaran la mitad de esa cantidad, o sea, alrededor de setecientos cincuenta dólares al año, la suma alcanza la cantidad de nueve mil millones de dólares anuales.
Se han elaborado medicamentos antidiabéticos orales, pero no han sido muy efectivos, y ya se han retirado apresuradamente del mercado uno o dos de ellos. Pero existe una manera para mejorar la salud del diabético que no cuesta un centavo y que, en realidad, lo puede ayudar a superar con demasía su enfermedad. ¿Cuál es ? Bueno, en primer lugar tenemos que comprender que la diabetes no es simplemente una deficiencia de insulina. De hecho el diabético tiende a tener más insulina que lo que uno esperaría. La diabetes es el resultado del agotamiento del páncreas debido a una constante sobredosis de azúcar refinada y carbohidratos refinados. Existen tantas pruebas de esto que es increíble que se haya pasado por alto durante tanto tiempo. El resultado que viene a continuación es la evidencia científica, incontrovertible, que establece a la diabetes como el resultado del agotamiento pancreático, debido al consumo excesivo de azúcares (y carbohidratos).
	a. La diabetes es casi 
	desconocida en los países no industrializados (incorrectamente llamados 
	“primitivos”), que casi no consumen azúcar y carbohidratos refinados. 
	b. Tan pronto como las poblaciones de estos países empiezan a consumir 
	azúcar y carbohidratos refinados, la diabetes empieza a tomar auge. 
	Generalmente, existe un periodo de veinte años a partir del principio del 
	consumo de azúcar refinada, hasta la incidencia en gran escala de epidemias 
	de diabetes. 
	c. Como corolario al inciso número 2, el periodo latente en el individuo 
	promedio, también es de veinte años empezando con el consumo fuerte de 
	azúcar en la niñez. 
	d. Se ha empleado mal la creencia de que la diabetes tiene un componente 
	hereditario, para insistir en que la cantidad de azúcar refinada que se 
	ingiere, no tiene nada que ver con la enfermedad. Eso no es verdad. 
	Escuchemos lo que dicen libros de referencia aceptados como es The Merck 
	Manual of Diagnosis and Treatment:
	 
	“A pesar de que desde hace mucho tiempo se ha reconocido la existencia de un 
	componente genético en los diabéticos, la forma en que éste se puede heredar 
	todavía no se ha definido. Los datos epidemiológicos se inclinan más hacia 
	un patrón autosómico recesivo, aunque no queda excluido un modelo 
	hereditario multifactorial”. 
	¡Uf! Es tranquilizante. En realidad, puse a mis mejores traductores a 
	trabajar en este manifiesto y así es como quedó en lenguaje accesible: “Los 
	médicos han notado que la tendencia hacia la diabetes se repite dentro de la 
	misma familia, pero no saben exactamente cómo sucede esto. Después de 
	revisar y estudiar a muchos diabéticos parece que los genes recesivos tienen 
	algo que ver, pero nadie sabe en realidad qué es lo que pasa”. 
	
	Está bien, regresemos a la realidad. Si los padres consumen mucha azúcar, el 
	hijo que se sienta a la mesa con ellos también la consumirá en grandes 
	cantidades. Todos tenemos un organismo diferente, y un páncreas diferente, 
	por eso algunas personas pueden asimilar más azúcar que otras. Pero si mamá 
	y papá le dan a su bebé una fórmula láctea que contiene más de la mitad de 
	azúcar y lo crían con “alimento” para bebes que ya viene preparado, las 
	probabilidades de que ese niño padezca diabetes cuando crezca son mayores. Y 
	si después sigue tomando “cereal”, del que ya hemos hablado, que contiene 
	56.45 por ciento de azúcar, ¿qué le espera al pobre niño? 
	Se han llevado a cabo estudios científicos meticulosos y responsables, en 
	los que se han rastreado los orígenes de la diabetes en razas que, alguna 
	vez, se encontraron totalmente libres de dicho padecimiento, y se ha llegado 
	al momento en que su consumo de azúcar refinada empezó a aumentar. Estos 
	estudios abarcan las siguientes naciones: Islandia, Israel, Sudáfrica, la 
	India, Trinidad, los esquimales de Canadá, los esquimales de Groenlandia, 
	Bangladesh, los indios cheroquíes, Yemen, Nueva guinea, Polinesia y varias 
	docenas más. 
En cada caso los resultados fueron idénticos: virtualmente cero diabetes hasta que el grupo empezó a consumir azúcar refinada en grandes cantidades, de treinta y cincuenta kilos al año, o sea, un poco menos que lo que consumen los norteamericanos.
e. Un experimento opuesto a éste se llevó a cabo en la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Era muy difícil obtener, en esas épocas, azúcar refinada y carbohidratos refinados y, tanto la tasa de incidencia como la tasa de mortandad de la diabetes, disminuyeron impresionantemente. Si la diabetes es una enfermedad hereditaria, ocasionada por la falta de insulina, ¿Cómo es posible que simplemente privándose de azúcar y carbohidratos refinados, se cure la diabetes que se supone proviene de los tatarabuelos?.
	
	6 Ese polvo blanco cristalino, llamado azúcar, ha ocasionado más 
	sufrimientos y muertes en la raza humana que el polvo blanco cristalino, 
	llamado cocaína. Si uno vende un kilo de cocaína, se convierte en criminal y 
	tiene que pagar una pena de veinticinco años de cárcel. Si uno vende un kilo 
	de azúcar se convierte en tendero, y se va dos semanas a Miami, durante el 
	invierno. 6. En 1949 apareció un extraño artículo en una revista médica 
	inglesa, que sugería que la causa de la diabetes era una cantidad exagerada 
	de grasa en la dieta. El autor hacia sus razonamiento basándose en que 
	durante las guerras también las grasas eran difíciles de obtener, mientras 
	que los carbohidratos todavía abundaban en la alimentación. El pasaba por 
	alto un hecho vital: los únicos carbohidratos que se podían obtener durante 
	las guerras eran carbohidratos no refinados de alta fibra, los cuales no 
	producen diabetes. Pero ¿no nos dijo usted que iba a decirnos como prevenir 
	la diabetes y cómo mejorar la salud de los diabéticos? Seguro. Pero antes 
	déjeme hacer una importante aclaración este libro no intenta dar consejo o 
	sugerir tratamientos. 
	La diabetes mellitus es una enfermedad seria, que requiere de la constante 
	supervisión de un médico calificado y experimentado en el tratamiento de 
	esta enfermedad. (Además de la importancia que tiene esta aclaración, la 
	editorial insistió en que la hiciera para evitar que algún chiflado la 
	demande. Yo creo que esto estimula a los tontos a demandar, porque el 
	lenguaje legal estimula los reflejos en cualquier parte, hasta en un libro 
	sobre nutrición). 
	
	Bien, ahora regresemos a nuestro asunto. En primer lugar, para salvar a sus 
	niños de la diabetes vaya a la despensa de su cocina y tire todo lo que 
	contenga azúcar refinada. Lea las etiquetas y si encuentra cualquiera de 
	estas palabras tire el recipiente y el contenido; sucrosa, fructuosa, 
	glucosa, maltosa, lactosa, galactosa, miel de caña, miel de maíz, azúcar de 
	maíz, azúcar invertida, dextrosa y cualquier otra cosa que sugiera azúcar 
	refinada. Deshágase de la mayonesa, de la salsa catsup, de todos los 
	refrescos, de todos los cereales para el desayuno que contengan azúcar, de 
	todos los “pays” comerciales, pasteles, dulces, galletas, bocadillos y 
	postres de gelatina comerciales, y de todo aquello que sea fuente oculta de 
	azúcar refinada. 
	Tire todo el pan blanco de imitación, a menos que el vendedor pueda 
	certificar que no contiene azúcar de ningún tipo. (¡Buena Suerte!). En 
	resumen, que su hogar quede lo más libre posible de azúcar refinada. Al 
	final de este capítulo mencionaremos el tipo de dulcificantes que se pueden 
	usar sin correr riesgo . Después, siga el mismo procedimiento con respecto a 
	todo tipo de carbohidratos refinados. Deshágase de todo lo que contenga 
	harina blanca refinada. Tire el arroz blanco, la harina blanca y las pastas 
	de harina refinada, aunque sean de color amarillo. También los tallarines y 
	los macarrones blancos, y cualquiera de las cincuenta variedades de pastas, 
	que puede haber en casa. Puede consultar el capítulo acerca de los 
	carbohidratos para mayores detalles. 
	
	Pero, ¿no es eso desperdiciar la comida? 
	Si no hace eso, la “comida” lo va a desperdiciar a usted. Hablando 
	honestamente y objetivamente, usted solamente está tirando falsificaciones 
	de alimentos que han sido adulterados con sustancias que no son buenas para 
	su organismo. Sé que se siente tentado de darle eso a los pobres, pero no lo 
	haga, a menos que tenga algo en contra de ellos. Y sobre todo, no se lo de 
	al perro. Por una razón, la basura refinada que está usted tirando, 
	probablemente no llena los requisitos que el Departamento de Agricultura de 
	Estados Unidos establece para los alimentos para animales. Y se puede meter 
	en problemas. Y por otra razón, siendo los perros lo que son, el suyo 
	probablemente se lo comerá, y usted no quiere que enferme ¿verdad?. Después 
	de que haya restaurado la razón y la cordura en su cocina, establezca una 
	dieta de alta fibra para su familia.
	¿Tiene usted pruebas de 
	que esta dieta ayuda a prevenir la diabetes? 
	Bueno, definitivamente no ocasionará diabetes. Y, basado en evidencia 
	científica abrumadora, es la única y más efectiva medida que puede uno tomar 
	para proteger a sí mismo y a su familia contra esta terrible enfermedad. 
	Desde luego que ya ofrecen páncreas artificiales a diez mil dólares, más la 
	instalación y el mantenimiento, pero tampoco eso es la solución. Si usted ya 
	es diabético, dígale a su médico que estudie las nuevas e importantes 
	técnicas de tratamiento para la diabetes, junto con una dieta alta en 
	carbohidratos y de alta fibra. En realidad, solo consiste en darle al 
	diabético una dieta normal, compuesta de carbohidratos no refinados y mucha 
	fibra. En esta dieta no se consume azúcar, que es más de los que se puede 
	decir de las dietas oficiales para diabéticos. ¿Quiere usted decir que las 
	dietas usuales para diabéticos contienen azúcar?
Si, y mucha. La Asociación Norteamericana para Diabéticos, proporciona una serie de dietas, 7 que casi todos los médicos del país que tratan la diabetes usan. Si es usted diabético, probablemente su médico le dará una dieta de dos mil doscientas calorías, que le permitirá tomar diez porciones al día de los siguientes platillos: helados, bizcochos, pan blanco (diez por ciento de azúcar ¿recuerda?), las galletas “graham” y pan de maíz.
	
	Todos estos alimentos contienen mucha azúcar refinada. Estos mismos 
	artículos contienen abundancia de carbohidratos refinados, incluyendo 
	también las galletas saladas de todo tipo , macarrones, pastas, tallarines, 
	“cereal” para desayuno y puré de papas.
Algunos de estos últimos alimentos también contienen una buena dosis de azúcar. Además, esa famosa dieta para diabéticos permite tomar ocho porciones al día de mayonesa o aderezo francés para ensalada, todos ellos conteniendo más azúcar refinada que la que un diabético debe tomar. Pero eso no es todo. La misma dieta incluye ocho porciones al día de alimentos como salami, fiambres, jamón y hot dogs, todos con un alto contenido de azúcar refinada. Uno puede terminar con crema de maní, que generalmente tiene una buena cantidad del mismo polvo cristalino blanco, el cual puede significar la muerte para el diabético.
Pero entonces ¿la insulina no contrarresta esa azúcar? No. La insulina simplemente evita que el azúcar proveniente de la dieta, no se acumule en el torrente sanguíneo ocasionándole una muerte inmediata a la persona. Ninguna dieta que proporcione cantidades exageradas de azúcar refinada al organismo afectado de una diabético, le hace ningún bien.
	
	7. Krause M. V., Food Nutrition, and Diet Therapy, filadelfia W. B. Saunders 
	Co., 1969, pág. 302. Otro enfoque mucho mejor, sería eliminar toda el azúcar 
	refinada de su dieta, así como todos los carbohidratos. En esta forma la 
	poca insulina que el páncreas dañado todavía pueda producir, será suficiente 
	para asimilar, el azúcar, sin la necesidad de la inyección de insulina 
	embotellada, extraída del páncreas de animales muertos.
	
	El tratamiento diabético de la diabetes, se basa en el hecho de que el 
	diabético puede producir hasta el sesenta por ciento de la insulina que 
	necesita. Si se le dan carbohidratos sin refinar su páncreas dañado podrá 
	hacer su trabajo más o menos bien. Pero si se le abruma con helado, bizcocho 
	y galletas saladas no tendrá oportunidad de hacerlo. Es como pedirle a 
	alguien que mueva doscientos cincuenta kilos de un lado a otro de la 
	habitación. Si trata de hacerlo de una sola vez se puede rasgar un músculo, 
	elevar su presión sanguínea, provocarse una hernia y quizá hasta un ataque 
	cardiaco. Pero si mueve doce kilos cada vez, no hay esfuerzo. Muchos 
	diabéticos pueden hasta asimilar carbohidratos no refinados, en cantidades 
	razonables, si además consumen cantidades generosas de fibra. En algunos 
	experimentos una dieta de alta fibra con carbohidratos no refinados ha 
	permitido a algunos diabéticos dejar la insulina por completo, y a otros, 
	reducir enormemente la cantidad necesaria de ella.
	
	a. La diabetes es una enfermedad común, cuya incidencia va en aumento en los 
	países industrializados, ésta se relaciona directamente con el consumo de 
	azúcar refinada y de carbohidratos refinados. 
	b. La diabetes es una enfermedad virtualmente desconocida en las sociedades 
	que no consumen azúcar refinada o carbohidratos refinados. 
	c. Las personas pertenecientes a dichas sociedades que empiezas a ingerir 
	grandes cantidades de azúcar y de carbohidratos refinados también empiezan a 
	padecer de diabetes. d. La insulina no es una cura para la diabetes. La 
	insulina ni siquiera es un tratamiento efectivo para la diabetes. La 
	insulina les da a los diabéticos, y a los médicos, la peligrosa ilusión de 
	que pueden tomar azúcar y carbohidratos refinados, sin dañarse a si mismos.
	
	e. Las pruebas han demostrado que las dietas de alta fibra, libres de 
	azúcares refinados o de carbohidratos refinados, pueden disminuir o eliminar 
	la necesidad de insulina en los diabéticos. 
	f. La mejor forma de prevenir la diabetes es seguir el ejemplo de las 
	llamadas sociedades primitivas, y eliminar lo más completamente posible el 
	azúcar refinada y los carbohidratos refinados de la dieta, y especialmente 
	de la dieta de los niños. 
	g. El logro más impresionante de los tratamientos “modernos”, para la 
	diabetes, es que la tasa de mortandad ha aumentado en ¡un cincuenta y dos 
	por ciento en los últimos setenta años! Pero hay algo peor que esto. En 1900 
	no había antibióticos, ni hospitales modernos. No existía la prueba de la 
	orina para el azúcar, no había computadoras médicas de millones de dólares y 
	no había superespecialistas en diabetes. Generalmente, un simple rasguño, o 
	una uña enterrada del pie, eran motivo suficiente para mandar a un diabético 
	a la tumba.
	Hoy día tenemos todo, incluyendo la insulina, y mueren un cincuenta por 
	ciento más de diabéticos, que al principio del siglo. ¿Qué podrían ser los 
	bizcochos y las galletas saladas?
	¿O podría ser la 
	insulina?. 
	h. Detrás de la tasa de mortandad tan astronómicamente alta de la diabetes, 
	se encuentran cifras todavía más impresionantes, ya que la mayoría de los 
	diabéticos mueren de infartos, de insuficiencia renal y de ataques 
	cardiacos, ocasionados por la misma enfermedad.
	8. Kiehm T.G., Anderson J. 
	W.. y Kyleen, W., Efectos benéficos de una dieta de alto contenido de fibra 
	y de alto contenido de carbohidratos para hombres diabéticos hiperglucémicos. 
	American Journal of Clinical Nutrition. Pero, ¿El azúcar refinado no tiene 
	por lo menos algún valor alimenticio? Aquí tenemos las cifras y las 
	proporciones directamente de los archivos del Departamento de Agricultura de 
	Estados Unidos. La comparación se hace entre treinta gramos de azúcar 
	refinada granulada y treinta gramos de melaza, miel de caña, pilón, 
	piloncillo, panela o chancaca. Se usa la melaza, porque el azúcar no 
	refinada o azúcar morena, llamada equivocadamente “azúcar cruda”, se 
	considera contrabando en Estados Unidos. Pero, en realidad, el azúcar morena 
	tiene aún más valor nutritivo que la melaza Considere el cuadro que se 
	adjunta más abajo. Minerales en Azúcar Refinada y Miel de Caña (1, 3) 
	Minerales 
	Azúcar :Calcio cero; Fósforo cero; Hierro cero ; Potasio 0.85 : Sodio 0.28 . 
	Vitaminas: Tiamina 0; Riboflavina cero; Niacina. 
	Miel de caña: Calcio 195 mgrs.; Fósforo 24 mgrs.; Hierro 4.6 ; Potasio 836 
	mgrs.; Sodio 27 mgrs.; Vitaminas: Tiamina 0.3; Riboflavina 0.5 Niacina 57 
	mgrs.
	Ahí lo tienen, amigos. Cuando comen azúcar no están comiendo nada.
	9. No se deje engañar por 
	los valores del sodio y del potasio. Son las sustancias químicas más comunes 
	sobre la tierra, se encuentran en todo. Hasta esta hoja de papel tiene más 
	sodio y potasio que medio kilo de azúcar refinada. 
	Pero el azúcar morena tampoco parece tener mucho en lo que respecta a 
	nutrientes ¿no es así? 
	Lo que tenga, lo tiene porque el Creador lo puso en ella, y puede estar 
	seguro de que están presentes otros elementos nutritivos que todavía tienen 
	que descubrir nuestros insignificantes intentos de investigación científica. 
	Y no desprecie ese medio miligramo de niacina natural pura en cada treinta 
	gramos, o esos ciento noventa y cinco miligramos de calcio orgánico, o esos 
	veinticuatro miligramos de fósforo, o esos 4.6 miligramos de hierro. 
	Uno obtiene todo eso por nada, ayuda en la digestión del dulcificante y es 
	más de lo que se obtiene de esa basura que es el azúcar refinada. 
	¿Por qué no se puede conseguir azúcar morena en Estados Unidos? 
	
	Porque el azúcar morena se vendería a un precio más bajo que el azúcar 
	blanca, con apariencia de cocaína, y eso no es bueno para la economía. En 
	los libros de texto, acerca de nutrición, se encuentra una afirmación 
	atemorizante, que el azúcar “cruda” es “sucia”, que está llena de tierra e 
	insectos y de otras cosas horribles. Desde luego, esto es por la forma en 
	que las compañías azucareras la manejan y la transportan. Ellos la podrían 
	limpiar y después venderla. El azúcar morena se vende en doscientos 
	países en todo el mundo, y la gente que la consume está más sana que los 
	niños de aquí. Pero existe otra peculiaridad en la ley norteamericana, 
	al mismo tiempo que el azúcar morena no se puede vender, el azúcar refinada 
	tampoco se puede importar. Esto es porque el azúcar refinada importada es 
	más barata, que el azúcar refinada norteamericana, y a los ingenieros 
	azucareros de Estados Unidos, les gustan las utilidades. A finales de 1977, 
	éstas no fueron malas; dos de los ingenios azucareros más grandes de Estado 
	unidos, alcanzaron el doscientos cincuenta por ciento, y el mil ciento 
	veinte por ciento. 10 10. Amstar and Great Western United.
	
	Si el azúcar refinada es tan mala, ¿por qué no enriquecerla? Mmmmmm. Ya 
	entiendo. ¿Cómo la harina blanca “enriquecida”. O el arroz blanco 
	“enriquecido”? Primero se gastan millones de dólares al año para quitarle 
	todo rastro de valor alimenticio al azúcar, y después gastan más millones de 
	dólares para agregarle algunas vitaminas inferiores. Poner en la etiqueta 
	“enriquecida” y recuperar todo el dinero, o más, de lo que pagan las pobres 
	mamás y los pobres papás, que quieren que sus chicos crezcan sanos y 
	fuertes. En la década de los años sesenta, se hizo un débil intento por 
	enriquecer el azúcar. Una pequeña compañía azucarera le agregó yodo, hierro, 
	algunas vitaminas del complejo B y algo de vitamina A. Pero ese guardián de 
	la salud de nuestra nación, la Dirección de Alimentos y Medicamentos, actuó 
	rápidamente. Confiscó el azúcar, declaró que estaba marcada falsamente y 
	llevó ante los tribunales a los que la habían “enriquecido” 11 El azúcar 
	“enriquecida” salió del mercado rápidamente. Pero, mientras tanto, siempre 
	existe otra nueva fuente de azúcar por descubrir. Si uno fuma, infiere 
	gran cantidad de azúcar que contiene el tabaco, aunque no lo diga en la 
	etiqueta (los diabéticos, tomen nota). La mayoría de los cigarrillos 
	contienen un cinco por ciento de azúcar, los puros contienen un veinte por 
	ciento y el tabaco para pipa puede llegar a tener hasta cuarenta por ciento 
	de dulcificantes. En lugar de fumar el tabaco, ¿por qué no espolvorearlo 
	sobre el cereal por las mañanas? (Respuesta: porque probablemente el cereal 
	ya tiene demasiada azúcar). 11. La acusación de “falsificar una marca” es 
	una especialidad de la Dirección de Alimentos y Medicamentos. De acuerdo con 
	información que recibí, en una tienda de nutrición había varias copias de mi 
	libro The Save-Your-Life Diet en uno de los estantes y a menos de seis 
	metros había un anuncio de salvado. La Dirección de Alimentos y Medicamentos 
	alegó que mi libro estaba “falsificando la marca” de salvado, o que el 
	salvado estaba “falsificando la marca” de mi libro, no recuerdo. Parece que 
	los seis metros constituyen la distancia mágica, como los treinta 
	centímetros en que las chaperonas insistían que las parejas que bailaban 
	debían dejar entre sí. No sé si quemaron mis libros o quemaron el salvado, 
	pero si lo que querían era una copia gratis, lo único que tenían que hacer 
	era pedírmela. Ah si, supongo que si este libro se pone a la venta a seis 
	metros de cualquier producto alimenticio la Dirección hará otra fogata. 
	Mmmmm.
Bueno, si el azúcar es tan horrible ¿qué tal los dulcificantes artificiales? ¿Como los ciclamatos? Buena suerte. En un arranque de cordura el Congreso Norteamericano elaboró una medida llamada: “Enmienda a los aditivos alimenticios”, que contiene una sola oración que debería salvar millones de vidas. Se llama la “Cláusula Delaney” y dice así: “Ningún aditivo se puede considerar seguro si se encuentra que induce al cáncer cuando el hombre o los animales lo ingieren o si se encuentra, después de las pruebas apropiadas para la evaluación de la seguridad de aditivos alimenticios, que induce al cáncer en hombres o en animales”. Las principales compañías alimenticias han lanzado una campaña masiva en contra de la Cláusula Delaney, porque les gusta poner en los alimentos cosas que producen cáncer. Pero, ¿esa no es una afirmación irresponsable?
	
	No. El dietilestilbestrol ocasiona cáncer en las humanos y en los animales 
	de laboratorio. El número 2 rojo ocasiona cáncer en los animales de prueba. 
	Los ciclamatos ocasionan cáncer en los animales de laboratorio. Entre estos 
	aditivos alimenticios menos conocidos, pero igualmente letales están: 
	El aceite de cálamo (un saborizante): cáncer en los intestinos. 
	El safrol (un agente saborizante): cáncer en el hígado. 
	La tiourea (un preservador): cáncer en el hígado 
	El dietilpirocarbonato (un preservador para las bebidas): cáncer 
	
	
	Todos estos aditivos estaban presentes en los alimentos en cantidades 
	peligrosas, todos ocasionan cáncer. Algunos de ellos finalmente, ya no se 
	agregan a los alimentos, pero sólo después de una gran batalla contra los 
	procesadores de alimentos y contra los vendedores de éstos. Existen casi 
	cinco mil sustancias químicas exóticas que se le agregan a los alimentos en 
	la actualidad y, muchas de ellas, son sospechosas de ser posible causa de 
	que el consumidor termine sus días en un hospital para cancerosos. Ahora que 
	se han eliminado los ciclamatos, aunque los elaborados de alimentos todavía 
	pelean por volverlos a usar, el principal dulcificante artificial en Estados 
	Unidos es la sacarina. En 1879 Constantin Fahlberg e Ira Remsen descubrieron
	la sacarina. Proviene del alquitrán de hulla, una sustancia negra 
	pegajosa y de consistencia gomosa que se deriva del carbón mineral. (por 
	cierto, esos colorantes artificiales que producen cáncer también provienen 
	del alquitrán de hulla). En 1907, bajo la presidencia de Teddy Roosevelt, se 
	estableció la Junta de Inspección de Alimentos y Medicamentos (la precursora 
	de la Dirección de Alimentos y Medicamentos). El doctor Harvey Wiley fue el 
	primer director, y su primer acto oficial fue prohibir el uso de la sacarina 
	en los alimentos, por ser una sustancia química peligrosa. 
	
	Si se prohibió, ¿cómo es que mi bebida dietética tiene sacarina? 
	Gracias al testarudo Teddy Roosevelt, quien, cuando supo que la sacarina 
	quedaba prohibida, montó en cólera, pues siendo un poco regordete, le 
	gustaba usarla en su café. Por lo que nombró una comisión, para que volviera 
	a evaluar el peligro de la sacarina. Y adivine quién estaba en la comisión. 
	Un pequeño hombre llamado Ira. Remsen, el padre de la sacarina. Desde luego, 
	se podía predecir que la comisión iba a decidir que no había peligro en el 
	uso de la sacarina, y por eso se encuentra en todo. Pero probablemente no se 
	encuentre en todo durante mucho tiempo más, porque en Canadá, donde 
	aparentemente a la gente no le gusta la idea de morir de cáncer, revisaron 
	las historias médicas de las personas que usaban sacarina. Después de 
	estudiar a un grupo de cuatrocientos ochenta hombres, los investigadores 
	llegaron a la conclusión de que los consumidores de sacarina tenían ciento 
	setenta por ciento más de probabilidades de padecer cáncer, que los que no 
	lo consumían. Eso parece ser lo que trata la Cláusula Delaney, ¿no es así? 
	De cualquier modo, yo no consumo sacarina. No se la doy a mi familia y le 
	digo a todos los que aprecio que no la usen. Usted fórmese su propio 
	criterio. Entonces, ¿qué tipo de dulcificante es bueno y seguro? 
	
	Esta no es una pregunta difícil de contestar basados en lo que ya sabemos. 
	El único tipo de dulcificante al que el cuerpo humano está adaptado, con 
	base en sus miles de años de adaptación química y fisiológica, es el 
	dulcificante natural, no refinado. La forma ideal de satisfacer su gusto por 
	lo dulce es mascando caña de azúcar o remolacha (frutas). Los músculos de su 
	maxilar se habrán cansado mucho antes de que el organismo engorde o se 
	enferme, y el jugo de caña, o de remolacha, que se extrae de esta forma no 
	puede hacer ningún daño (Los que cortan la caña de azúcar en todo el mundo, 
	mastican caña mientras trabajan y nunca sufren de enfermedades causadas por 
	el azúcar, como las que padecen los que consumen azúcar refinada). Pero si 
	usted no vive cerca de un cañaveral, la melaza (miel de caña o chancaca, 
	piloncillo o panela) es el producto más cercano de que se puede disponer y 
	que casi no está refinado. 
	
	No se puede conseguir azúcar “cruda”, a menos que la quiera pasar de 
	contrabando por la frontera. Lo que generalmente se vende como azúcar cruda 
	es azúcar blanca refinada a la que se le agrega melaza. Olvídela. También el 
	azúcar morena y todo el resto de las imitaciones.
	
	La miel es un dulcificante excelente, si es pura y no está refinada. Un 
	truco favorito de los productores de miel es agregarle azúcar refinada y 
	agua a la miel. Eso no es bueno. Pero la miel sin adulterar y sin hervir, es 
	un dulcificante excelente. Sin embargo, eso no quiere decir que sustituya 
	los setenta y cinco kilos de miel. La idea es eliminar la mayor cantidad 
	posible de azúcar de la dieta y los dulcificantes se deben usar según su 
	propósito original, en muy pocas cantidades como las especias y 
	saborizantes.
	
	Pero, ¿en verdad tengo que dejar de tomar azúcar refinada? 
	Solamente si quiere ayudarse a sí mismo a evitar algunas de las siguientes 
	enfermedades: diabetes, obesidad, ataques cardiacos, caries dentales, 
	infecciones orales y vaginales, infecciones urinarias crónicas y ceguera 
	total. 
	
	Veámoslo de la siguiente manera; si alguna compañía procesadora de alimentos 
	usara un aditivo alimenticio que fuera peligroso solamente en la décima 
	parte que lo es el azúcar refinada, la Dirección de Alimentos y Medicamentos 
	lo prohibiría en menos de veinticuatro horas. 
	Piense en eso. 
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