¿Quién es Jeshua?
Canalizaciones de Jeshua por Pamela Kribbe
Conversación con Jeshua, Octubre 2002
Jeshua, ¿quién eres?
Yo soy aquel quien estuvo entre ustedes y a quien han conocido
como Jesús.
Yo no soy el Jesús de su tradición de la iglesia o el Jesús de sus escrituras
religiosas.
Yo soy Jeshua-ben-Joseph; yo he vivido como un hombre de carne y hueso.
Yo alcancé la conciencia Crística antes que ustedes, pero fui apoyado en esto
por poderes que están actualmente más allá de su imaginación. Mi venida fue un
evento cósmico – Yo me dispuse para eso.
No fue fácil. No tuve éxito en mis esfuerzos por transmitir a la gente la
inmensidad del amor de Dios. Hubo mucho malentendido. Llegué muy temprano, pero
alguien tenía que venir.
Mi llegada fue como arrojar una piedra en una gran piscina. Todos los peces
huyeron y la piedra se hundió en lo profundo. Sin embargo, después de mucho
tiempo, aún hay ondas perceptibles. Se podría decir que la clase de conciencia
que yo quise transmitir, hizo su trabajo secretamente después de todo.
En la superficie de la piscina hubo constantes perturbaciones; bien
intencionadas, pero las interpretaciones mal guiadas los llevaron a ustedes a
encontrarse y pelear unos con otros en mi nombre.
Aquellos quienes fueron tocados por mi energía, motivados por el impulso de la
energía Crística, no pudieron realmente integrarla con su realidad psicológica y
física.
Ha pasado mucho tiempo antes de que la conciencia Crística pueda establecerse en
la tierra. Pero ahora el tiempo ha llegado. Y yo he regresado y hablo a través
de muchos, a través de todos y cada uno quien quiera oírme y haya logrado
comprenderme desde la quietud de sus corazones.
Yo no predico ni juzgo. Mi esperanza sincera es hablarles de la inmensa e
inagotable presencia de Amor, accesible a ustedes en todo momento.
Soy parte de una conciencia mucho más grande, una entidad más grande, pero yo,
Jeshua, soy la parte encarnada de esa entidad (o campo de conciencia).
No me gusta mucho el nombre Jesús, porque éste ha sido enredado con una versión
distorsionada de lo que yo represento. “Jesús” pertenece a las tradiciones y
autoridades de la iglesia. Este ha sido moldeado para adaptarlo a los intereses
de los patriarcas de la iglesia por siglos, tanto que la imagen impuesta de
Jesús está ahora tan alejada de lo que yo represento, que realmente me
complacería si ustedes tan solo pudieran dejarla ir y liberarme a mí de esa
herencia.
Yo soy Jeshua, hombre de carne y hueso.
Yo soy su hermano y amigo.
Yo estoy familiarizado con ser humano en todos los aspectos.
Yo soy maestro y amigo.
No me teman. Abrácenme como ustedes abrazarían a uno de su familia.
Somos familia.
Jeshua, Jesús y Cristo
La energía Crística que yo he venido a ofrecerles tiene sus raíces en una
energía colectiva que ha llegado más allá del mundo de la dualidad. Esto
significa que ésta reconoce los opuestos de bien y mal, luz y oscuridad, dar y
recibir, como los aspectos de una y la misma energía.
El vivir desde la realidad de la conciencia Crística significa que no hay
lucha con nada. Hay una completa aceptación de la realidad. Esta ausencia
de lucha o resistencia es su principal característica. Ya que Cristo (o la
energía Crística) reconoce los extremos de todos los pensamientos, sentimientos
y acciones como la manifestación de una energía divina, no puede haber dualidad,
ni juicio en el modo en que “él” (la energía crística) experimenta la realidad.
Permítanme darles un ejemplo aquí. Cuando el Cristo (la energía crística) en
ustedes observa un conflicto armado entre personas, su corazón se lamenta por el
destino de los abatidos, pero ella no juzga. Ella siente el dolor y la
humillación con cada golpe, y su corazón está lleno de compasión, pero ella no
juzga. Ella observa al atacante, aquél que porta el arma, quien tiene poder,
quien inflige dolor, y ella siente... el odio y la amargura dentro de él, y su
corazón se acongoja, pero ella no juzga. El corazón de Cristo abraza todo el
espectáculo con profundo sentimiento de compasión, pero sin juicio, porque ella
reconoce todos los aspectos como experiencias a través de las cuales ella misma
ha pasado. Ella misma ha representado todos esos roles, de ofensor y víctima, de
amo y esclavo, y ella ha llegado a comprender que ella no es ninguno de
ellos, sino, aquella quien sustenta a ambos.
La energía Crística ha pasado a través de todas las energías de la dualidad. Se
identifica a ella misma ahora con la oscuridad, luego con la luz, pero a través
de todo, algo permanece igual. Y cuando ella reconoce esta “semejanza”
sustentando todas sus experiencias, su conciencia obtiene una nueva clase de
unidad: fue “cristificada”.
La energía cristificada fue la energía que yo vine a ofrecerles.
Quién fui, es difícil de explicar. Trataré de hacerlo distinguiendo entre tres
“identidades”: Jeshua, Jesús y Cristo.
Yo, aquel que está ahora hablando, soy Jeshua. Yo fui el ser humano que sostuvo
la energía Crística en mi encarnación sobre la Tierra. Esta energía también
puede ser llamada Cristo.
Jesús - en mi terminología - es el nombre para el hombre Dios quien fue
el resultado de la infusión de energía Crística dentro de la realidad física
y psicológica de Jeshua.
Esta energía Crística fue derramada dentro de Jeshua desde esferas de Luz que
están – desde su punto de vista – localizadas en su futuro. Jesús fue el hombre
que realizó milagros y citó profecías.
Jesús fue un emisario de las esferas de luz, encarnado en mí. De hecho, él fue
mi propio futuro. Jesús fue, desde mi perspectiva como el hombre Jeshua viviendo
en la tierra, mi propio futuro, quien llegó a ser uno con la energía Crística.
Debido a que el Cristo en él fue claramente presente y visible a muchas personas
que lo rodeaban, él les pareció a ellos como divino.
Yo, Jeshua, fui un hombre de carne y hueso. El único, y en algún punto, aspecto
artificial de la “construcción de Jesús” fue que yo recibí su/mi ser
Crístico desde el futuro. Yo no llegué a ser cristificado en base a mi pasado y
las experiencias en él. Yo no adquirí iluminación de una forma natural, sino por
medio de la intervención como quien dice desde afuera, por una infusión de la
energía de Cristo desde el futuro. Yo estuve de acuerdo en jugar este rol antes
de comenzar este tiempo de vida. Yo estuve de acuerdo en ser ‘dominado’ por la
presencia de Jesús, como un acto de servicio, y también por un profundo deseo de
llegar a conocer la realidad de mis potenciales más profundos.
Jesús, mi propio futuro desde las esferas de luz, llegó a ser uno con la energía
de Cristo. Sin embargo, él no representa la energía completa de Cristo
aquí en la tierra, porque esta energía abarca más que Jesús. Él es una parte o
célula de ésta. Cristo o la energía Crística (esto es más un campo de energía
que una entidad personal) es un colectivo de energía el cual tiene muchos
aspectos o “células”, los cuales están cooperando de tal modo que funcionan como
un solo “organismo”. Todas las células realizan una contribución única a la
totalidad y se sienten a sí mismas como individuos mientras que también son
parte de la totalidad. Uno podría llamar a estos diferentes aspectos de la
energía de Cristo ángeles o arcángeles. Es característico de los ángeles
el hecho de que ellos tengan un sentido de individualidad tanto como un alto
grado de desprendimiento, el cual les permite sentirse uno con energías
colectivas y estar feliz en su servicio. La idea de (arc)angel es aclarada en
la parte X de las series de los Trabajadores de la luz.
Misión de Jesús en la tierra
Jesús fue una energía del futuro quien vino a la tierra a traer
iluminación y conocimiento a la humanidad. Él vino desde otro mundo o incluso
dimensión, y trajo con él la elevada energía de esta realidad. La conciencia de
su propio Gran Ser permaneció intacta mientras encarnó en la tierra. Debido a su
presencia en mí, Jeshua, yo pude comprender fácilmente la flexibilidad de las
leyes de la materia y “realizar milagros”.
La razón por la que Jesús/Jeshua personalmente vino a la tierra fue la de crear
una apertura o portal hacia un diferente estado de conciencia. Yo quise poner un
ejemplo de las posibilidades que están disponibles para cada ser humano.
En las esferas de la luz desde donde Jesús vino, se percibió que la tierra se
dirigía hacia una dirección que podría terminar en una gran oscuridad y propia
alienación para las almas involucradas en el experimento de la tierra. Se
decidió que se entregaría un impulso poderoso para el cambio, el cual podría
claramente mostrarles a los seres humanos las oportunidades disponibles para
ellos. Al enviar la energía personal de Jesús, nosotros quisimos sostener un
espejo a los seres humanos y recordarles de su propio origen divino y los
potenciales dormidos que ellos llevan dentro. Los potenciales para la paz, la
libertad y la maestría sobre ustedes mismos.
Cada ser humano es el maestro de su propia realidad. Ustedes están creando su
propia realidad todo el tiempo. Ustedes son capaces de dejar ir una realidad
miserable o insatisfactoria y de permitir que la Luz entre y transforme su
creación. El hombre es su propio maestro, pero él tiende a entregar su poder a
autoridades externas quienes claman saber la verdad y querer lo mejor para
ustedes. Esto sucede en política, medicina, educación, etc. También, su
“industria del entretenimiento” esta llena de falsas imágenes acerca de la
felicidad, éxito y belleza, las cuales sólo sirven a aquellos que las
construyen. ¿Han pensado ustedes alguna vez cuánto dinero se gasta en crear
imágenes? En los medios, los periódicos, las películas, en la radio y en la
televisión, las imágenes son difundidas todo el tiempo. ¿De dónde vienen éstas
imágenes? ¿Por qué están ahí? ¿Quiénes las diseñan?
Las imágenes son el significado del poder ejercido sobre la gente. Las
imágenes pueden volver a la gente servil y desconectada de sus verdaderas
necesidades, sin hacer uso de la fuerza física o la violencia. Las imágenes
pueden hacer que la gente voluntariamente entregue su propio poder y autoestima.
Éstas los engañan de tal modo que ustedes no necesitan ser forzados
violentamente a algo; ustedes llegan a aceptar los valores retratados por la
imagen como si fueran propios y actúan acordemente. Esto es lo que podríamos
llamar control mental invisible y se yergue sobre sus sociedades
occidentales ‘libres’.
La función de la Luz es primeramente traer claridad, conciencia y transparencia
a las estructuras invisibles de pensamiento y sentimiento que configuran su
vida. Luz es lo opuesto al control mental. Donde la Luz entra a la realidad,
quiebra los límites del mero poder y autoridad y desbarata a las jerarquías
basadas en eso. Ésta saca a la luz el abuso de poder y libera a la gente de
desilusiones e ilusiones que quitan su poder de autodeterminación.
Jesús fue una amenaza para el orden imperante en el tiempo que él vivió. Pero lo
que él le contó a la gente y directamente lo que él irradió, hizo que las
estructuras de poder sean vistas por lo que realmente eran. Esto fue
insoportable e inaceptable para la jerarquía existente.
El rol de Trabajador de la Luz (Lightworker), que tomó Jesús, fue pesado;
especialmente para mí, Jeshua, el ser humano que aceptó acarrear esta intensa,
brillante energía en mi tiempo de vida. Yo, Jeshua, fui casi ensombrecido por la
fuerza de la presencia de Jesús, ¡la presencia de mi propio futuro! Aunque ésta
me llenó de gran intuición, amor e inspiración, fue casi un desafío físico
acarrear o “sostener” su energía. Yo no pude realmente integrar su energía en mi
ser físico –las células en mi cuerpo ‘no estaban listas’ para ello aún – por lo
tanto en un nivel físico mi cuerpo quedó exhausto al acarrear estas intensas
energías de Luz.
Aparte del aspecto físico, también hubo una carga psicológica al llevar la
energía de Cristo. Fue muy duro para mí observar que la naturaleza de la energía
de Cristo era frecuentemente mal comprendida, incluso por mis más cercanos
amigos o ‘discípulos’. Como el ser humano que yo era, algunas veces llegué a
desesperar y a dudar del valor del camino que había tomado. Yo sentía que el
mundo no estaba preparado para la energía Crística. Yo sentía que su esencia no
era reconocida. Jesús fue realmente un pionero en su tiempo.
Resultados de la llegada de Jesús a la tierra
Con la llegada de Jesús a la tierra, una semilla fue plantada.
Fue la semilla de la energía de Cristo. La gente fue conmovida por lo que dije e
hice, e inconscientemente, al nivel del alma, ellos reconocieron la energía de
Cristo. En lo profundo dentro de sus almas, una memoria fue excitada. Algo fue
tocado y puesto en movimiento.
En la superficie, en el nivel de lo que puede ser visto y sentido en el mundo
físico, mi venida creó mucha conmoción. En virtud de la ley de la dualidad, la
poderosa infusión de Luz crea una reacción poderosa en la Oscuridad. Esto es
solo una cuestión de lógica. La Luz provoca confrontación. Ésta quiere quebrar
estructuras de poder y dejar las energías prisioneras en libertad. La Oscuridad
es la energía que quiere suprimir y controlar. Por lo tanto estas dos energías
tienen intereses opuestos. Donde una gana en poder, la otra devolverá el golpe
para defenderse y recuperar balance. Así, mi venida a la tierra también generó
mucha batalla y violencia, como una reacción en contra a la Luz que yo vine a
esparcir.
La persecución de mis seguidores, los primeros Cristianos, es un ejemplo de esta
reacción en contra. Pero los Cristianos mismos, los fundadores de la Iglesia, no
evitaron la violencia tampoco en su propósito de esparcir mis enseñanzas.
Piensen en las cruzadas y en la inquisición. En el nombre de Cristo, han sido
ejecutados los más barbáricos hechos de oscuridad, tanto por Cristianos como por
no Cristianos.
Los maestros de la Luz, quienes decidieron enviarme como un emisario a la
tierra, fueron conscientes del hecho de que la energía intensa y sin precedentes
de Jesús podría invocar fuertes reacciones de la oscuridad. Jesús penetró en la
realidad de la tierra como un cometa. Fue una clase de medida de emergencia
desde las esferas de luz, desde energías que estaban profundamente preocupadas
por la tierra y sus habitantes. Fue un último intento de desviar la dirección
por la cual la tierra estaba siendo conducida, un modo de interrumpir ciclos de
ignorancia y destrucción que se mantenían repitiéndose.
Los resultados fueron ambiguos. Por un lado, la Luz de Jesús invocó mucha
Oscuridad (en el modo de reacción en contra). Por otro lado, la semilla de la
consciencia de Cristo fue plantada en los corazones de un número de personas.
Una importante razón para mi venida fue despertar las almas trabajadoras de
la luz en la tierra. (Ver el otro material canalizado para una explicación
de la idea de trabajador de la luz). Ellos serían más sensitivos y receptivos a
mi energía, aunque muchos también llegaron a perderse en la densidad y oscuridad
del plano terrestre. Los Trabajadores de la Luz son en realidad emisarios de la
Luz con la misma misión que Jesús. La diferencia es que en su encarnación en su
cuerpo físico, ellos están menos conectados a su más amplio Ser divino de lo que
yo estuve. Ellos están más sujetos a la carga kármica e ilusiones del plano
terrestre. Ellos están más ligados al pasado. Con la encarnación de Jesús,
ocurrió algo especial. Jesús no trajo ninguna carga kármica del pasado y pudo de
este modo estar más fácilmente en contacto con su divinidad. Él estuvo aquí en
una manera artificial de algún modo, una presencia desde el futuro, estando aquí
y allá al mismo tiempo.
La consciencia de los seres de Luz, quienes conjuntamente decidieron ‘insertar’
la energía de Jesús dentro de la realidad terrestre en aquel tiempo, no era
perfecta ni conocedora de todo. Todo ser consciente está en un proceso de
desarrollo y conocimiento de sí mismo en todo momento. Entre los humanos, hay
una creencia persistente de que todo está predestinado por un plan divino;
detrás de esta creencia está la noción de un Dios dominante y omnisciente. Esta
noción es falsa. No hay predestinación por una fuerza exterior. Solo hay
probabilidades, las cuales son el resultado de elecciones internas que ustedes
mismos hacen. Mi llegada a la tierra estuvo basada en una decisión tomada por
una energía colectiva de luz, de la cual Jesús fue parte. Fue una decisión que
involucró riesgos y un resultado impredecible.
La energía colectiva de la cual estoy hablando es una realidad angélica que está
profundamente conectada a la humanidad y a la tierra porque ella ayudó a crear
al hombre y a la tierra. En realidad, ustedes son parte de ella y no están
separados de ella en absoluto, pero estamos hablando ahora
multidimensionalmente, por ejemplo, a un nivel de consciencia que está fuera
de su marco lineal de tiempo. En otra dimensión o marco de tiempo, ustedes son
los ángeles que integran las esferas de luz, de las cuales Jesús descendió a la
tierra. (Ver parte X de la serie de los Trabajadores de la Luz para una
explicación profunda de multidimensionalidad y su naturaleza angélica). Ustedes
–trabajadores de la luz- están mucho más interconectados con ‘el evento de
Jesús’, esta infusión de energía Crística en la tierra, de lo que ustedes
suponen. En cierto modo fue un esfuerzo colectivo, al cual todos ustedes
contribuyeron, y del cual yo Jeshua fui el representante físico visible.
Mi mensaje fue que la energía de Cristo está presente en todos los seres humanos
como una semilla. Cuando ustedes me ven como una clase de autoridad, ustedes
están interpretando mal mi mensaje.
Yo deseé y todavía deseo invitarlos a ustedes a creer en ustedes mismos,
a encontrar la verdad dentro de sus propios corazones, y a no creer en ninguna
autoridad fuera de ustedes.
Irónicamente, la religión oficial Cristiana me ha colocado fuera de su realidad
como una autoridad a adorar y a obedecer. Esto es completamente lo opuesto de lo
que yo intenté hacer. Yo quise mostrarles que ustedes mismos pueden ser un
Cristo viviente.
Yo les pido ahora que reconozcan al Cristo interior, y que me devuelvan a mí mi
humanidad.
Yo soy Jeshua, hombre de carne y hueso, y verdaderamente un amigo y un hermano
de todos ustedes.
© Pamela Kribbe 2004
www.jeshua.net/esp
Traducción: Sandra Gusella
Página original en castellano: http/www.jeshua.net
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Conversaciones con Jeshua - ¿Quién es Jeshua?.
Serie La Nueva Tierra y los trabajadores de la luz
Serie de sanación en la Nueva Era
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